La evolución del significado “valor” nos permitirá entender el proceso que ha seguido la teoría económica y la práctica de las relaciones de intercambio comercial primero y financiero después. Nos va a permitir comprobar adónde llega nuestra sociedad y si es factible, por consiguiente, que el próximo paso sea la aplicación de la Renta Básica. La teoría acaba siendo lo más práctico cuando se trata de hacer cambios colectivos. Ya Lenin indicó que “no hay acción revolucionaria si no hay teoría revolucionaria”. Es obvio que para realizar algo, previamente ha de ser pensado. Es pues preciso romper la dinámica social de no pensar llevados por la inercia del consumo. Quienes dirigen el mundo financiero invierten mucho dinero en pensar cómo mantener las ganancias a través de controlar a los ciudadanos y ciudadanas.

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Durante el siglo XVI fueron los teólogos quienes debatieron sobre si es o no lícito cobrar intereses por el dinero prestado. La idea medieval era que el dinero no produce dinero. También que el pago por un interés en el préstamo hace que suban los precios, de manera que al devolver el dinero éste vale menos, de ahí que hay que ajustar los intereses de acuerdo al tiempo que dure y a la evolución previsible del mercado. La cuestión moral hoy puede parecernos lejana y fuera de contexto, pero ha marcado el mundo en que vivimos, herederos de aquellas concepciones de antaño. Una de las diferencias entre el mundo árabe y el judío se debe a la práctica de sus doctrinas en el mundo económico. Lo mismo entre la cultura católica y la protestante. O más actualmente la proyección shintoísta en el mundo empresarial en Japón. La influencia es grande, pero “poderoso caballero es don dinero” y prima el criterio concreto de las reglas económicas establecidas por su utilidad.

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De todas las corrientes teóricas la que impulsó más el desarrollo económico fue el judaísmo y el protestantismo. Su modelo se ha hecho universal a través del capitalismo, lo que hace que se mantengan desde posturas integristas la idea de que el liberalismo es un complot mundial de la masonería, “judeomasones”, para dominar el mundo a través de las finanzas. Cuestión nada baladí, pues tal creencia, sea o no falsa, puede ser un elemento psicológico y social bastante desestabilizador. En todos los conflictos bélicos en los que han intervenido los árabes ha sido uno de los principios básicos de la defensa de su postura denunciar la unión entre el Poder judío y la banca internacional. Lo cual ha sido el eje central de la historia moderna: la II Guerra Mundial.

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Diversos foros analizan la Renta Básica, como una medida coherente con sus postulados ideológicos, que va desde la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) al Centro de Estudios “Cristianismo y Justicia”, que aboga por defender esta propuesta. Debates sobre ideas y planteamientos éticos, pueden facilitar la aceptación de una propuesta necesaria, en la medida que rompa los prejuicios. Pero no podrá ser la causa del cambio. Sí una ayuda.

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Han pasado muchos años desde que Gaspar Melchor de Jovellanos, en 1778, planteará a modo utópico la abolición de las tasas de granos y el libre comercio en el interior del reino. La eliminación de aduanas es un fenómeno reciente entre los países europeos. No hace mucho, en la generación de nuestros abuelos, la autarquía del franquismo en España estableció incluso los conocidos fielatos, que duraron hasta finales de los años cuarenta. Para pasar cualquier producto agrario o ganadero de los pueblos a la capital había que pagar un canon a la entrada del casco urbano.

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El representante de la Ilustración española se esforzó en hacer entender a los gobernantes la necesidad de aumentar el nivel cultural para mejorar la vida. Incluso para establecer decretos. No podían seguir siendo por cuestiones de creencias o de seguir la costumbre, sino mediante criterios que enseña la economía política, hasta el punto de pensar Jovellanos que la economía civil es la ciencia que enseña a gobernar. La convivencia de esta corriente arrolladora con la monarquía absoluta de Carlos III formó una simbiosis que se conoce como “despotismo ilustrado”. El monarca incorporó aspectos del ideario de la Ilustración. Ésta se fundamentó en el método racionalista para estudiar la sociedad, lo que supuso una nueva visión del hombre y del mundo. Desembocó en la Revolución Francesa, que significó un cambio de rumbo en la Historia de la Humanidad, por más que en culturas islámicas y otras no haya tal incorporación. Pero el centro de gravedad de los acontecimientos que influyen en todo el planeta derivan de aquel momento: el secularismo, de manera que la iglesia deja de influir, al menos directamente sobre los acontecimientos de la sociedad. Liberalismo económico y político. Impulso al progreso material.

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La segunda etapa del reinado ilustrado de Carlos III, con Jovellanos, Campomanes, Floridablanca y Arana, supuso un cambio en la concepción de la sociedad muy importante, principio de lo que es hoy nuestro mundo. Protagonista de la reforma del Antiguo Régimen pretende que la aristocracia y el clero contribuyan al Estado y dejen de hacer valer sus privilegios. El aumento de los precios hace que crezca el descontento, por otra parte desde la iglesia y los estamentos de la nobleza se azuza el clamor popular contra los gobernantes extranjeros. Una norma sobre la reforma del uso de la capa y sombreros, con el fin de que los hombres no fueran ocultos y evitar los asaltos y duelos, hace que estalle el motín de Esquilache (1.766) que obliga a capitular al Carlos III quien se refugia en Aranjuez. Días después el pueblo se amotina en Madrid exigiendo la vuelta del monarca, al comprobar la maniobra de quienes hacían valer sus privilegios. A su regreso se inicia la segunda etapa de su reinado.

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Al año siguiente del motín sucede la expulsión de los jesuitas, pues su mentalidad y acumulación de riqueza impide el desarrollo de la sociedad. Las Reales Sociedades Económicas crean escuelas de agricultura en los pueblos y de comercio en las ciudades. En 1772 Carlos III hace la emisión de valores reales, el primer papel moneda en España, lo que significa una auténtica revolución en el panorama del mercado. Algo que en nuestros días nos parece tan normal supuso un cambio de gran calado. Fue un proceso contra el sistema gremial que permitió nacer el liberalismo económico en España. Se considera a Carlos III el valedor primero del liberalismo económico en España, al luchar contra el sistema de gremios y crear en 1778 una relación de libre comercio entre España y las indias. Se impulsa la promoción de la industria y se hace ver que la riqueza de un país está en el trabajo. No en la conquista y acaparar metales preciosos y bienes. La riqueza aristocrática carece de vitalidad, de nervio y supone la pobreza y miseria de la mayoría del pueblo llano. Pero se extendió de tal manera la mentalidad católica que se consideró el trabajo manual como una maldición divina. El Conde de Floridablanca tuvo que asumir una profunda reforma para modificar el comportamiento tradicional de las sociedad española, pues de otra forma no podía salir el país adelante, sobre todo por los perjuicios sociales respecto al trabajo, lo que dio lugar a la Real Cédula de 1783. Mucho ha llovido desde entonces. Pensemos que desde finales del s. XVI Europa queda dividida en dos bloques, el protestante y el católico. Cuatro siglos después esta división tiene una demarcación concreta en el desarrollo económico, que ha constatado una mayor riqueza y progreso a los seguidores de Lutero, Calvino y anglicanos, con todas sus ramificaciones posteriores.

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Las guerras de religión que genera la Reforma protestante son enfrentamientos con un trasfondo político y social. Una concepción imperial y feudalizante, defendida por los países católicos, los Habsburgo, frente a otra liberal y que pretende reforzar los poderes locales. La guerra de los Teinta años (1618-1648) partió de un conflicto entre católicos y protestantes alemanes. Se convirtió en una guerra por la hegemonía europea, que finalizó con la derrota de los Habsburgo.

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La Reforma se trasformó en un movimiento político nacional de Alemania. Carlos V tardó más de un año y medio en intervenir en los asuntos alemanes para convocar la Dieta de Worcus. Ante tal confusión Lutero se convirtió en un héroe de la nación alemana, de manera que sus diferencias con la iglesia romana dejaron de ser consideradas “una pelea de frailes”. Posteriormente la reforma protestante de Juan Calvino en Ginebra, va a influir en una nueva mentalidad del capitalismo con la idea de una conciencia de predestinación. Lutero, a parte del debate teológico, logró romper las tradiciones. De tal manera que va a suponer en adelante un nuevo espíritu que permite y valora la libertad individual. Al expresarse ésta se van a plantear nuevas ideas. Generará el desarrollo de la ciencia, al dejar de estar atado el conocimiento a dogmas e imperativos de fe.

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La iglesia católica se encuentra con una situación muy difícil. Por una parte la moderación de un sector que hace perder fuerza al papado. Por otro los exaltados que por defender la fe convierten la doctrina eclesiástica en un cúmulo de supersticiones y de normas que dejan de tener credibilidad ante el nuevo pensamiento que se extiende en toda Europa. Paulo III ve en el proyecto de Ignacio de Loyola un camino intermedio. Funda en 1540 la orden de los jesuitas para difundir la fe católica, iniciando la Contrarreforma y frenar el avance de los protestantes. Su misión la va a desarrollar a través de la enseñanza y la educación. Sobre todo al principio se empeña en formar a los nobles europeos. Logran una gran influencia. Al morir su fundador, 1556, se había convertido la Compañía de Jesús en una potencia con mil miembros incondicionales y altamente preparados y establecidos en 13 provincias. En tal contexto se convoca en 1545 el Concilio de Trento, para abordar cuestiones doctrinales que rebatan las nuevas tesis de Lutero y abordar una reforma interna que logre la unidad de la fe católica. Los jesuitas van a adquirir tal poder con su estrategia de educar para influir en la sociedad que presionado por diversos jefes de Estado, especialmente los Borbones, Clemente XIV suprimirá en 1.773 la Compañía de Jesús. Dada la labor educativa tan importante que hacían el rey de Prusia, Federico II, y la emperatriz rusa, Catalina II, se negaron a admitir el documento papal. Finalmente Pío VII restablece en todo el mundo a los jesuitas en 1.814. Pero su poder se verá amenazado por expulsiones de diversos países en momentos de grandes cambios y convulsiones antireligiosas. Por otra parte acabará convirtiéndose en un poder dentro de la iglesia católica y romana. Lo que nos importa es recoger la importancia de estos procesos que se fraguan en Europa, de tal manera que el historiador alemán Walter Goetz, entiende que Reforma y Contrarreforma marcarán el destino de Europa.

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En este transcurso de la historia que hemos apuntado el año 1776 Adam Smith publica la obra que sentará las bases del liberalismo. Supone, como hemos visto, la superación de la fisiocracia como idea moral de la economía. Significa superar una mentalidad de la época. La economía no es algo aislado del proceso de la Historia ni del pensamiento de la sociedad. Lo que centra la teoría del economista inglés es la teoría del valor, que define dos significados. Valor como utilidad de un objeto y el valor de uso o de cambio. Lo que parece una mera reflexión teórica tiene una repercusiones en el mundo de la economía impresionantes. Para los fisiócratas existe un precio natural de las cosas y éste es el que se impone al mercado. La teoría de Adam Smith provoca un cambio copérnicano que hace lo contrario, es el mercado el que marca el precio de las cosas. Evidentemente se tardará mucho tiempo en adoptar al proceso de la economía de mercado. Entendamos, pues, que no es algo absoluto e inamovible, sino una situación relativa a la historia y al desarrollo de la agricultura, el comercio y la industria, y que puede ser pensada de otra manera. Ya John Stuart Mill corroboró un siglo después que muchos precios además de la influencia del mercado, o previo a ello, se mantienen por la costumbre. Hoy en día existen precios intangibles, fruto de valoraciones míticas. Evidentemente se producen porque hay una demanda y una oferta de un valor sicológico. Por ejemplo una silla puede valer mil pesetas por su valor. Pero se puede llegar a pagar veinte millones por ella, si es en la que se ha sentado Marilyn Monroe. Esta operación especulativa y otras más cotidianas del mundo financiero tienen mucho que ver con la evolución de la concepción del valor en la economía. Pues vemos que en el ejemplo puesto no es el trabajo, ni su proceso de producción lo que da valor al objeto, sino una imagen.

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Otro elemento revolucionario del padre del liberalismo económico es que los beneficios deben ir a parar a los agricultores no a los terratenientes, lo que deriva en posteriores políticas del reparto de la propiedad, etc. Y por su puesto se supera la base de ola fisiocracia, de estar en contra del comercio internacional, lo que hoy en día llega a su máxima expresión con la globalización, pero que, paradójicamente, llega a trasformarse en un mercado uno, de dimensiones mundiales. El mercado internacional se ha convertido en un único mercado interior planetario.

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Los canteros, agricultores, artesanos, escribas, etc. entendieron el trabajo como parte de su vida. No separaban horas de trabajo, ocio y familia. Se trataba de un todo. Con el capitalismo y luego aplicado al desarrollo industrial, se modificó tal visión, al ver en el trabajo únicamente una parte de tiempo dedicada a ganar dinero. Con Adam Smith se comenzó con la división del trabajo, de manera que se dejaba de poseer el producto y la cultura gremial, para pasar a la cultura obrera y formar parte de un proceso productivo. Esto dio un rendimiento económico muy importante, pero supuso una transformación social sin precedentes en la sociedad. Comparable al paso de la sociedad nómada y cazadora a la sedentaria y agrícola-ganadera. Se dejó de producir para el entorno y cada país se especializaba en algún producto para exportar y e importar otros bienes que le resultase más barato que producirlo. Tal eficacia económica fue uno de los primeros descubrimiento teóricos de la ciencia de la economía.

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Juan Carlos Leonardo Simonde de Sismondi, historiador y economista suizo, abrazó la teoría de Adam Smith, pero tras vivir en Inglaterra escribió la obra “Nuevos principios de la economía política” (1.827). Reconoce que la sociedad industrial aumenta la producción, pero observa que disminuye el goce personal y la satisfacción de la mayoría de las personas, abocadas a trabajar sin descanso para vivir en una condiciones límites de supervivencia, sin apenas higiene ni desarrollo cultural. Denunció que los empresarios ingleses llevaran a sus fábricas obreros de Flandes para bajar los salarios y pidió leyes para proteger a los trabajadores, así como seguros de enfermedad y accidente. Plantea que la riqueza no es el fin de la economía política, sino un medio. Hasta 1841 no se promulgó en Francia una ley para proteger a los trabajadores.

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El trabajador se relacionaba con su trabajo mediante un salario. Se incorpora de esta manera al proceso productivo. Deja de hacer una función para la sociedad, para hacerlo para la economía. Se ha llegado a un punto en que con la tecnología moderna esta relación también se rompe, pero no es posible volver atrás. El trabajo ya no se relaciona con la economía, y si lo hace provoca un desfase, por lo que el siguiente paso acabará siendo la Renta Básica. Lo que no quiere decir romper con todo lo anterior. La misma revolución industrial ha mantenido aspectos de la artesanía en la cultura rural, que en la actualidad se reactiva, la agricultura, porque son procesos necesarios. Se integran en una nueva dinámica. Que es a lo que hoy se tiende sin que se sepa hacer consciente la solución porque supone modificar los esquemas mentales de nuestra sociedad.

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Uno de los grandes intereses de Adam Smith fue que los beneficios obtenidos en una nación, al aplicar sus teorías, sirvieran para aumentar los ingresos anuales de sus habitantes en conjunto. En este sentido he observado que una diferencia entre la economía clásica y la marginalista y otras orientaciones actuales es que los pensadores el mundo económico mantuvieron una inquietud por resolver el problema de la sociedad en general, no sólo de la economía, se preocuparon por el ser humano como tal. Smith, por ejemplo, había publicado diecisiete años antes de su obra económica otro libro, “Teoría de los sentimientos morales”. Malthus se preocupó por el problema de la población. David Ricardo incluye sus reflexiones económicas en un contexto más amplio que le lleva a ver la necesidad de buscar fórmulas de distribución. Stuart Mill critica las estériles discusiones sobre términos, a lo cual parece que se vuelve en la actualidad de manera insistente en alambricadas disputas que no pasan de ser más que una noticia de prensa. Según Mill: “no existen cuestiones prácticas, incluso las que más se aproximen al carácter puramente económico, que se pueda solucionar con premisas económicas”1. Entiende que el adelanto social sólo puede venir de fomentar la cultural que al proporcionar más libertad, individual y colectiva, garantiza una más justa distribución de la riqueza. Vemos como hoy en día el embrutecimiento del consumo y de las programaciones de los medios de comunicación actualizan esta reivindicación, ya que muchas veces la injusticia y la falta de soluciones viables se debe a los prejuicios y el sin sentido de una amplia parte de la población. Dedicaremos un capítulo a esta autor. Con Karl Marx la economía ha de servir para cambiar la sociedad y hacerla a la medida del hombre. Luego se derivó en una actitud redentora, pero aportó muchos valores que han servido para lograr importantes avances que afectan a nuestra forma de vida, impulsando un cambio drástico en el modelo capitalista. Todos estos que forman parte de lo que se conoce como Escuela Clásica de Economía, ven lo económico como un aspecto más de un mundo mucho más amplio en el que la persona es el centro de sus análisis. En este sentido incluiría en esta lista a Keynes, con todos sus aciertos y errores. Los economistas modernos y contemporáneos prescinden del Hombre (varón y mujer) para hacer cálculos y entender la economía como una estrategia, una táctica comercial o de inversión. Basan sus teorías en cálculos numéricos, estadísticas y gráficos sobre el papel. Que el diseño de sus políticas afectan a miles de personas que sufren o pasan hambre, entienden los nuevos sabios del neoliberalismo que no es problemas suyo. El caso es que funcione el mundo financiero, que siga dando beneficios y se mantenga el crecimiento económico.

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El análisis de David Ricardo sobre el valor nos va a permitir avanzar en el fundamento de la Renta Básica. Este rico y liberal influyó en Marx por su idea del valor, que entiende es determinado por el trabajo. También influyó en las bases de la Escuela de Cambridge, al inspirar los estudios de Piero Sraffa. Según David Ricardo que bajen los salarios no influye en los precios, sino en el incremento de los beneficios. El precio se altera cuando varía el valor de la mercancía. Concepción de una economía productiva, que los marginalistas iban a desmontar años después, al comprobar que el precio depende fundamentalmente de la oferta y la demanda. En una economía de producción lo que determina el valor es el coste de producir algo. En la del consumo es la ley del mercado. Por ejemplo la misma minigrabadora cuesta mucho menos en Madrid que en León. El coste de producción es igual, pero al venderse más en Madrid baja el precio. En la economía financiera de la estrategia de mercado, en donde más que la oferta y la demanda intervienen las ofertas, la publicidad, la cotización en Bolsa, que depende no tanto de la relación con el cliente sino con las expectativas. Por ejemplo, los vídeo Beta fueron de mejor calidad que el sistema que luego se impuso, por una simple cuestión de estrategia comercial. Las ventas eran óptimas, pero para fijar el precio sobre una competencia lineal se eliminó y así también facilitar la comercialización de cintas. En una economía sostenible lo determinante es la recuperación del equilibrio entre el mercado y el proceso de producción, por lo que la oferta no se basa tanto en la cantidad, para especular con la producción, sino en la calidad y en la especialización del mercado, lo que requiere de un aspecto compensador o de equilibrio, que permita dar semejante paso, lo que da pie a establecer la Renta Básica.

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Una aportación que hace David Ricardo para tener en cuenta en nuestros días es: “si no hubiera máquinas en la producción, sino solamente trabajo, el valor sería proporcional a éste”. Es decir el valor depende de la cantidad de trabajo. Nos encontramos en una economía en donde se ha desarrollado, hasta extremos inimaginables a principios del siglo XIX, el factor máquina. Que altera incluso la concepción del valor de los marginalistas, en tanto depende del coste y venta por unidad. El valor de la tecnología se incrementa. Adquiere valor el trabajo que dirige la tecnología aplicada, pero el resto del trabajo, en su mayoría pierde valor y deja de influir en el valor de las cosas. Además el mercado pierde uno de los aspectos que generan más valor, la limitación de la oferta. Se hacen ofertas masivas, se masifica la demanda, pero llega a ser insuficiente.

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Quien retoma el mismo esquema es Karl Marx para analizar el funcionamiento científico del capitalismo: “El valor está determinado por la cantidad de trabajo empleado” De manera que define el capital como trabajo cristalizado. Mientras que para David Ricardo el capital también aporta valor de cambio para Marx no. Ahora bien, el salario lo paga el capital. Y en la actualidad el capital, en forma de tecnología, es determinante en la formación del valor (pluscapital). Si el capitalismo industrial no hubiera evolucionado al tecnológico, la expansión de la economía hubiera dependido del factor trabajo, lo que le hubiera hecho, para permitir el crecimiento económico, el centro de la economía y hubiera sido lo determinante para la creación de valor. Lo cual fue la idea del marxismo. Pero hubo un cambio cualitativo que cambió radicalmente el futuro y los modelos económicos basados en tales fundamentos fueron desvancados. Lo cual, veremos más adelante, fue el elemento esencial de la perestroika en la Unión Soviética.

Las revisiones que hizo Stalin al marxismo fueron fudamentalmente acerca de la ley del valor, algo que aceptó Mao Tse Tung, según las investigaciones de Raya Dunayevskaya2. La ley del valor como fuerza motora del capitalismo funcionó tanto en Rusia como en China a pesar de ser países socialistas. Sin embargo Mao y Stalin negaron que explotaran el trabajo al repercutir en el Estado. Su política comunista logró que el trabajo dejara de ser una mercancía al ser fruto de la planificación política para cumplir los objetivos socialistas. Semejante proceso estancó el desarrollo económico y tuvo que mantenerse a costa de eliminar la libertad y establecer una aparato policial incapaz de verse a sí mismo en una degeneración que empezó por manipular el lenguaje y la misma teoría marxista, lo que llevó a los abusos del totalitarismo. La estudiosa del marxismo Raya Dunayevskaya recuerda a Liev Davídovich Brontein, más conocido por su seudónimo Trotski, para ver como el marxismo es sobre todo un método de análisis, no de análisis de textos, sino de las relaciones sociales.

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El marxismo ha permitido una base muy amplia de crítica a la sociedad capitalista, pero sus aplicaciones han sido divergentes entre los comunistas y quienes de los postulados de Marx pasaron a la social democracia, como fue el caso de Eduard Bernestein, que se declaró en contra del derrocamiento violento del capitalismo. Hizo un análisis revisionista basando sus tesis en la evolución social y la reforma del sistema capitalista. Mantuvo una dura disputa con otro líder de la socialdemocracia alemana, que había sido amigo y seguidor de Engels y Marx, Karl Johan Kautsky, quien se opuso a la revolución rusa por degenerar en un modelo de sociedad totalitario. Realizó un estudio de cuatro volúmenes sobre la teoría de la plusvalía. Ha quedado claro con el paso del tiempo que el marxismo y los análisis que derivaron de tal teoría descubrieron las claves de cómo funciona el capitalismo. Al aplicarlas para desarrollar modelos nuevos y corregir los fallos quedaron desfasados con el devenir de la Historia, pues la economía evolucionó y trastocó las normas fundamentales del capitalismo y del modelo contrario. Mientras que el primero se adaptó el segundo no. Otro crítico de la aplicación del marxismo fue el precursor del socialismo alemán, quien fundó el primer partido de trabajadores de Alemania, Asociación General de Trabajadores, Ferdinad Lasalle, para quien es imprescindible llevar el socialismo por derroteros democráticos. Su tesis fue unir el capital y el trabajo mediante cooperativas de obreros, para evitar a plusvalía en manos de los patronos.

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Una clave para entender el marxismo fue la idea de que cuando el dinero se valoriza se hace productivo y se convierte en capital. Establece un juego de valores (D M D) según el cual el dinero compra mercancía o invierte en una fábrica y produce dinero. Marx recuerda en su libro “El capital”, la idea de Aristóteles que afirma: “el interés hace del dinero más dinero”. El valor devuelve valor en el proceso productivo o comercial y se convierte en capital. Pero tal es un efecto productor de dinero. No sólo mediante la ganancia, que permite extender un negocio y ampliar su capital, sino mediante acaparar una parte del trabajo del obrero, por parte del patrón, que es la plusvalía. Actualmente sucede el fenómeno reproductor del dinero (D D D ). Pensemos el caso de unas fotos de una chica que valen en el mercado editorial doscientas mil pesetas. Sin haber variado la producción ni incrementar costes adicionales la mismas fotografías cuestan mil veces más si por ejemplo se convierte en una Miss o si aparece en un medio de comunicación con gran audiencia. Una de las fuentes de grandes movimientos de capital es el mundo del espectáculo. Pero el efecto imagen sucede igual en el mundo puro y duro de las finanzas. Tal es el proceso del pluscapital del que hemos tratado ya. Hoy ya no sucede lo que aseveró Karl Marx: “el poseedor de mercancía puede crear valores por medio de su trabajo, pero no valores que se autovaloricen”. Más bien es al contrario. Pero incluso a nivel de rentas vemos como un piso sin cambiar nada (sin que intervenga el trabajo o el capital) sube o baja de precio, según la imagen del proyecto, simplemente por una decisión política, como puede ser peatonalizar una calle.

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Ciertamente Marx acierta a ver y a explicar como el trabajo se subordina al capital, ya que a éste le pertenece el uso del trabajo y su fruto, la producción. Al pasar del industrialismo a la sociedad tecnológica el trabajo y el paro se subordinan a la técnica. Por otra parte el capital ya no se adueña del trabajo, sino del proceso de distribución y venta de la mercancía en sus fases finales y llega a acaparar el mercado. Como hemos visto no da lugar a un mercado sino que lo produce. Marx propone socializar los medios de producción para invertir la relación de manera que el capital se subordine al trabajo. Lo que interesa en los nuevos tiempos es adaptar la tecnología al trabajo y al paro, que forman una unidad, precisamente porque los medios técnicos acaparan una parte del trabajo que lo convierten en desempleo, y así debería adaptarse en la economía. Para mantener tal proceso económico hay que sufragar ese vacío económico, que también lo es social, con la Renta Básica, no con falsos y miserables puestos de trabajo. Si para Marx: “el trabajo ha permitido el control del ser humano sobre las fuerzas de la naturaleza”, la Renta Básica permitirá a la Humanidad el control sobre la tecnología. Pensemos que una parte de las tesis de Marx han sido aplicadas dentro del capitalismo para perfeccionar este modelo y evitar el levantamiento de las masas sociales exacerbadas por condiciones infames de vida y en busca de modelos utópicos que enardecieran su ánimo. El marxismo tuvo el impulso de lo irracional, fundamentando una teoría económica con el ateísmo y confundiendo el proceso de la Historia con lo económico. El comunismo como aplicación histórica ha resultado un espejismo y una trampa política y moral. El anarquismo como modelo práctico una fantasía. Debemos entender que la evolución de la Historia no es una idea, sino un desenlace concreto entre economía, derechos sociales y forma de ser de las personas.

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La producción capitalista da lugar, por su propia dinámica a la concentración de capitales. La consecuencia es el aumento de miseria en una masa de obreros que ganan para subsistir. Lo que no previó Marx fue que acabase difundiéndose el mercado y elevara el nivel de vida al actual en los países occidentales, capitalistas. La propiedad privada queda eliminada, o estatalizada en el comunismo. Pero el capitalismo extiende y diversifica la propiedad privada. Lo cual debe hacernos comprobar que no se puede socializar el dinero, sin repercusiones sociales y de enfrentamiento estéril. Conviene una estrategia de diversificar el uso privado del dinero mediante la Renta Básica. La tesis marxista se mantiene correcta en relación a la población del Tercer Mundo. Las países en vías de desarrollo no han superado la fase industrial de su economía, y algunos ni han comenzado en serio. Si bien es cierto que, como asevera Marx: “las circunstancias históricas determinan el modelo de industrialización”, también lo es su viceversa. Entre ambos procesos hay una relación mutua y querer zanjar tal apreciación sería como responder a qué fue antes el huevo o la gallina.

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Hemos visto como el comunismo socializa los medios de producción, al centrar su análisis entre el capital y el trabajo. El keynesianismo socializa la parte intermedia del proceso económico. Una parte de los medios de inversión. Enfoca el problema económico entre el consumo y el empleo. Desde la Renta Básica se propone socializar una parte de los beneficios o medios de ganancia. Actúa sobre el final del proceso económico, para dejar que funcione por sí mismo el mercado. Centra su análisis entre el capital y el consumo. Deja el trabajo como una variable a disposición del mercado. La aplicación de la teoría de Marx interpretó la realidad del capitalismo sobre los medios de producción, pero no en el mercado, como analizó Jean Paul Sartre3. Los planes quinquenales de la Unión Soviética se hicieron sobre las bases de productividad y reparto, sin contar con el mercado, que no se socializó, se eliminó automáticamente al apropiarse el Estado de los medios de producción. El resultado fue una relentización de la economía y la aparición de un mercado negro, que acabó siendo una economía paralela. La medida opuesta, la de socializar un aparte del mercado, tanto laboral como el de mercancías a través de ayudas sociales y la creación de infraestructuras, lo que hizo fue dinamizar la economía. La praxis del marxismo, que se presentó como la síntesis de una nueva realidad, se convirtió en la negación negada, por lo que quedó apartada de la Historia. Es un error del cual podemos aprender a comprender la construcción de la realidad mediante las transformaciones sociales, gracias a la experiencia histórica.

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La plusvalía proviene del valor de cambio que dan los medios de producción. El pluscapital del que da el proceso de automatización y autoregulador mecánico de la nueva industria, desposeída de una parte de mano de obra, o sea con I + D. El valor añadido al capital proviene de la investigación, no del trabajo. Pero también afecta al consumo, dentro del avance en las técnicas psicológicas. El deseo ha sido una expresión de la necesidad. En nuestra sociedad, despilfarradora y consumista, el deseo se ha transformado en una mercancía, cuya industria consiste en elaborar estrategias para consumir. Se fragua la oferta y la demanda. Televisión, medios de comunicación y redes de informática fabrican el mercado como mercancía, como un producto más, que se cuantifica por ejemplo en audiencia, en contratos publicitarios, etc.

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El clérigo inglés Tomas Robert Malthus, además de sus reflexiones sobre la población, que trataremos más adelante, tuvo una gran repercusión como economista, hasta el punto de haber sido el primer profesor de economía de Inglaterra. En su obra “Principios de economía política, considerada bajo la perspectiva de su aplicación práctica”, plantea una concepción revolucionaria hasta ese momento, en tanto que enfoca el proceso económico desde la demanda. La insuficiencia de ésta función bloquea el progreso económica. Cuestiona el ahorro como beneficio social. Contrariando todo el esquema económico planteado hasta entonces. Se había la teoría basada en la ley de Say, según la cual la oferta crea su propia demanda. La economía se desarrolló por los planteamientos contrarios, hasta que Keynes recuperó las tesis de Malthus y las aplicó en el mundo posterior a la II Guerra Mundial, hasta finales de los años setenta cuando volvió la cultura económica neoclásica imponiéndose el neoliberalismo. La situación actual exige superar dicha dualidad, mediante otro esquema y una nueva concepción de la economía.

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Para Malthus el valor lo determina la demanda efectiva. Lo que define como el conjunto de tres elementos: demanda-trabajo-capital. Se adelanta siglo y medio en proponer la base del keynesianismo, la necesidad de consumidores para desarrollar la capacidad productiva. Algo que hoy puede parecer obvio no lo fue y se tardó comprender. Si Malthus se lo plantea es porque hay una situación que sobrepasa los criterios de las propuesta económicas. Finalizadas las guerras napoleónicas se incrementa la masa de población activa con soldados y marineros que forman una gran masa humana sin empleo. Dio lugar al bandolerismo y a una presión social que los gobernantes solucionaban mediante la fuerza bruta. La propuesta de Malthus fue a partir de ejercer el sentido común, pero no se le hizo caso, hasta que la sociedad tuvo una mentalidad con criterios de justicia social. Para Malthus se debieron incrementar las obras públicas, de manera que el Estado sustituyera el gasto de la guerra en producir, permitiendo la creación de empleos que no se resuelven mediante el mercado de trabajo, a la vez que cada nuevo trabajador se convierte en un consumidor, que a su vez activa la economía al engrandecer la función del mercado.

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John S. Mill vuelve a centrar el valor en la cantidad de trabajo, pero junto a otros criterios como el hecho de que algo vale en tanto y cuanto es limitado. El aire tiene un gran valor para la vida, pero como es ilimitado y cualquiera tiene acceso a él no supone un valor económico. Aporta una idea novedosa para su época, al ver que el trabajo no crea objetos, sino utilidades, desde el punto de vista económico. Defiende la formación de capital mediante el ahorro, al entender que los ricos deben invertir en producir no en consumir. El gasto empobrece a la comunidad, sobre todo porque defiende la riqueza mediante el trabajo productivo no mediante el despilfarro en lujos inútiles. Plantea que el empleo no depende de la demanda sino del capital, ya que la demanda actúa a través del capital. Lo más que hace el efecto de comprar más es aumentar la eficacia del trabajo. Ofrece un criterio utilitarista de la propiedad, no la ve como un derecho moral o social sino por su efectividad general. La apropiación es útil porque aumenta su rendimiento. Lo que hace que entienda que si una propiedad no es útil es injusta.

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La tasa de ganancia es según Mill en relación directa con el costo del trabajo, que depende de la eficiencia, los salarios y el costo de producción. En la sociedad tecnológica aumenta la eficiencia al tiempo que bajan los salarios y el costo de producción en relación al trabajo. De manera que se mantienen las ganancias que repercuten en el beneficio. Estudia la naturaleza del precio como valor en dinero. Ve como el sistema industrial se basa en la cuestión del valor, de uso, cuando satisface un deseo. Y de cambio cuando sirve para adquirir un bien o servicios. Al plantear la base del valor como su limitación es el trabajo que requiere un producto para obtenerse lo que da el valor. Valor = (algún uso + satisfacer deseos) + dificultad para obtenerlo.

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Mill descubre como la subida o bajada de los precios equivale a una alteración del valor del dinero. Lo que es la base de la política monetaria en la actualidad al variar los tipos de interés. Ocurre que las medidas del sistema industrial válidas para el siglo XIX pierden su sentido al masificarse el consumo y haber variables como al publicidad que incrementa el costo de un producto pero hace bajar el precio mediante el aumento de la demanda. Al contrario de las leyes del mercado, al ser que si aumenta la demanda se incrementa el precio. Este es el gran cambio que sucede con la revolución marginalista que deja atrás la teoría clásica de la economía. Pero ya Mill intuye esta cuestión y habla de demanda efectiva frente a la oferta, a la hora de establecer los criterios que definen el valor4. Cabe recordar para nuestro estudio la idea de Mil: “en economía política los grandes errores provienen de no conceder atención a las verdades más obvias”, que por evidentes no se analizan en profundidad.

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Cuando a mediados del siglo XVIII la Compañía holandesa de las indias orientales, que fue un monopolio del comercio de las especias, destruía parte de la cosecha para mantener los precios, Mill observó que existe un valor mínimo para producir de manera permanente, es el valor natural, proporcional a su coste de producción. Sin embargo el valor del mercado es accidental. Depende de la producción y del transporte. Pero su gran aportación fue comprobar que el valor es un término relativo, si una cosa tiene más valor es porque otra lo tienen menos. Siendo valor diferente al precio. Puede haber alza de precios, pero no de valor. Llega a una conclusión que supone una ruptura con la opinión dominante de su época: contrariamente a la creencia de que al aumentar los salarios se aumentan los precios. Demuestra que los salarios influyen en el beneficio no en el precio. Los salarios influyen en la ganancia, que depende del costo del trabajo. Es la oferta y la demanda lo que rige la fluctuación de valores y precios. Que bajen los salarios no hace que bajen los precios, sino que aumenten los beneficios. Responde a los ataques contra esta teoría de manera que comprueba que antes de la guerra civil de EE.UU. el tabaco y el algodón fueron artículos de exportación siendo la mano de obra esclava. Se vendieron más barato, pero no porque no pagasen a los esclavos, más que los gastos mínimos para sobrevivir, sino porque tales condiciones permitían a los terratenientes incrementar la oferta. Al aumentar la oferta baja el precio. De manera que por cada persona que gane más de lo acostumbrado otra gana menos. Cuestión que adquiere gran actualidad, más de dos siglos después, al descubrir la trampa de la estrategia monetarista que rige la economía política de nuestro tiempo. La inflación se regula sobre la base de los índice de precios al consumo y de los salarios, pero mantiene al margen los beneficios, que no se tocan o no se dirigen. De manera que hay una tensión inflacionista entre salario y precios que de una manera u otra favorece a los beneficios, cuya regulación queda a merced del mercado tanto de mercancías como de valores, pero siempre favorecido por el equilibrio en la inflación. Precisamente tal es el objetivo de la política económica de los países capitalistas, pero se enmascara. Por tal motivo entiendo que la Renta Básica debe intervenir sobre los beneficios netos, no sobre el beneficio en bruto, en el que ya interviene la política fiscal. Lo que puede enlazarse con la propuesta de James Tobin de gravar los movimientos de capital, en función de los beneficios, no de lo que produce, que a veces en operaciones especulativas es nada y el beneficio enorme.

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El origen del capitalismo sucede cuando comprenden los comerciantes que el capital es cada vez más cosmopolita. Una vez que ya lo es ¿qué pasa? Que no puede expandirse más. Los coletazos de tal situación son las operaciones de fusiones de grandes capitales en los albores del siglo XXI. Vivimos, ni más ni menos, que la evolución del capitalismo. En la medida que los capitales aumentan considerablemente se están quitando de zonas más deprimidas o del nivel de vida de los ciudadanos más desfavorecidos. Nos enfrentamos a un problema de distribución, no de crecimiento económico. La cuestión es como plantear tal mecanismo, si mediante el mercado, la oferta pública o el establecimiento de una Renta Básica.

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La corrección de las desigualdades de la riqueza mediante los impuestos ha hecho que se establezcan sobre las rentas, la propiedad, las ganancias, los salarios y sobre el consumo (IVA). Es insuficiente y quedar obsoleto se precisa un paso más dirigido a los beneficios.

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A partir de la crítica de la definición de valor de Mill, William Stanley Jevons establece que el valor estriba en el grado final de utilidad. Va a establecer, con el tiempo, las bases del consumo de masas, pues busca la rentabilidad no tanto del producto vendido, sino mantener criterios de rentabilidad en función de la última unidad vendida. Entiende que el término “valor” es ambiguo y no es científico, sino que es una referencia teórica. Por lo que insiste mucho en que una cosa es la teoría y otra su aplicación. Pretende superar que la economía vaya por derroteros filosóficos y se razone con verdaderas ecuaciones. Es por lo que a partir de él la ciencia económica se aparta del problema humano y se convierte en una ciencia aséptica.

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Para Jevons el valor depende del grado final de utilidad, no del trabajo, cuya relación gráfica la hemos aplicado en referencia a la posibilidad viable de la Renta Básica, en el capítulo anterior. Los grados de utilidad quedan nivelados y lo que marca el precio es el equilibrio entre la utilidad para el cliente y la utilidad para el vendedor. Macleod hará una importante reflexión, que en la actualidad es un gran problema, la desutilidad, es decir aquello que posee valores negativos, pero que sin embargo es necesario emplear trabajo y capital en su eliminación, como son las basuras, escombros, residuos hospitalarios. Nos encontramos con la utilidad de este tipo de trabajo que se deshace de lo inútil. Entraríamos a ver los grados de inutilidad, lo que acaba siendo una decisión política, como la elección para eliminar residuos sólidos urbanos mediante la incineración, que da lugar a externalidades como la contaminación de dioxinas, o el tratamiento de tales y su reciclaje, lo que a veces no tienen salida en el mercado, como el exceso de compost o del asfalto tras el tratamiento de recauchutación en el reciclaje de los neumáticos. Es la institución pública la que deberá de hacerse cargo, para dar utilidad a estos productos como echar la materia orgánica en bosques o regalarlo a particulares. Ya que el criterio de utilidad se desplaza por el de rentabilidad. Como dice Jevons: “es inexistente el valor intrínseco”, pero también en gran medida depende no sólo de la utilidad sino de la conciencia social.

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Lo que descubre este economista británico frente a los economistas clásicos es que hay que calcular el precio global de la producción, no del producto. Desarrolla la teoría de la “utilidad marginal”, que determina el valor de los bienes, demostrando matemáticamente la relación entre utilidad y valor. Incluye como utilidad la satisfacción psicológica. Reconoce la existencia de valores subjetivos y comprueba que la valoración del mercado resulta del equilibrio de todas las valoraciones de todos los compradores individuales. El cálculo hay que verlo por unidad vendida.

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La competitividad acerca el valor al precio de coste, para bajar los precios hay que bajar los costes de manera que se investiga el uso de materiales más baratos, pero igualmente eficaces, lo que por ejemplo ha potenciado la industria del plástico. La economía desde entonces se orienta a la venta masiva, grandes superficies de venta, grandes campañas de consumo. Lo que implica aumentar el mercado. Es la situación que en la actualidad llega a su máxima representación. Cuando Correfour, matriz de Pryca, absorbió a la también francesa Promodes, grupo Continente, Día y Champion se convirtió en la segunda empresa de distribución del mundo ( la primera es Wal Mart) y primera de Europa. Su presidente, Daniel Bernard, declaró: “la fusión es una operación ofensiva, no defensiva, pues nos encontramos en el seno de una competencia mundial; hay que asumir esta batalla comercial entre EE.UU., Alemania, Holanda y Francia”.

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Otro marginalista francés, Marie Esprit León Walras, introduce el análisis matemático de lleno en la solución a los problemas económicos, a pesar de su gran afición a la literatura y filosofía, siendo un hombre de la bohemia de París. Afirma: “sólo con las matemáticas se comprende la condición de máxima utilidad”. Estableció la teoría del Equilibrio General. Mantiene que la estabilidad se mantienen en la relación de todos los individuos, recursos, empresas y mercados. En su conjunto la oferta y la demanda se igualan. La demanda de un bien no depende de su precio sino de los demás. Lo cual un siglo después, ya no sucede con un producto, sino dentro de éste con las marcas que lo representan. El mercado establece un equilibrio que hay que buscar entre el precio del producto y la última necesidad satisfecha.

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Walras reconoce que las teorías liberales son insuficientes para explicar los problemas económicos. Inspiró la Escuela de Lausana, Suiza, a partir de su discípulo, el economista italiano Vilfredo Pareto. También se han considerado discípulos suyos los economistas suecos Knut Wicksell y Gustav Cassel. El primero desarrolló la teoría monetaria para llegar a la teoría del nivel general de precios, de manera que se dejaba de fijar individualmente en cada precio. Este esquema que ha funcionado en los mercados masivos de compradores anónimos, variará con el mercado a través de internet, pues la relación entre el vendedor, que puede ser el mismo productor y el cliente es más personalizada y privada. El comprador y el vendedor pueden no solamente intercambiar dinero por un producto, sino bienes o servicios entre sí. Lo que todavía es incipiente se ve ya como una revolución sin precedente que rompe los esquemas de la economía establecida.

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Ante la economía de términos abstractos y leyes universales reaccionaron pensadores de la economía, conocidos como “economistas institucionalistas”. No han logrado más que aportar ideas sueltas, sin un cuerpo teórico que fundamente sus propuestas, pero han ejercido una gran influencia, sobre todo en el mundo de la política. Son Jhon Kenneth Galbraith y Thornstein Bunde Vebler. Pretenden coger los problemas concretos y no desligar la economía del resto de ciencias sociales. Se empeñaron, sin conseguirlo, en encontrar mecanismos de ajustes automáticos del mercado. Pienso que porque no les hay si no es implantado una renta básica, que cumple este objetivo, como hemos visto. Vebler en su libro “Teoría de la clase ociosa” arremete contra el consumo ostentoso y denuncia a los capitalistas como clase parasitaria. Hoy esta crítica se puede extender a toda la sociedad en general o una amplia mayoría que para mantener su nivel de consumo explota no ya a una clase sino a una población distante que habita el Tercer Mundo. Advirtió del poder de las empresas, para insistir en la necesidad de establecer un control social sobre la economía y la actividad gubernamental. Fue uno de los pensadores que más influyó en que se aceptaran las tesis del keynesianismo.

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Carl Menger5, fundador de la Escuela austríaca, concibe el valor, también como una fenómeno subjetivo, al no ser algo inherente a las cosas. El precio no depende del coste Lo determina el valor de los bienes que usan para producirlo. Es lo que un discípulo de Menger, Ludwing von Wieser, llamó “imputación” a esta forma de valorar. El producto da valor a sus medios de producción. Un ordenador que produce imágenes de gran valor no se valora sólo por su coste o por su utilidad marginal en la venta final, sino también por el valor de lo que produce y de las piezas con las que es fabricado.

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Nos detendremos en el estudio de Carl Menger, porque actualizarlo nos va a dar unos fundamentos sólidos para lo que venimos exponiendo. Este economista que fue miembro de la Alta Cámara austríaca en 1900, entiende que el valor es la significación que unos bienes concretos adquieren para nosotros, cuando somos conscientes que dependemos de ellos para satisfacer nuestra necesidad. De esta manera diferencia utilidad, como criterio objetivo, o al menos objetivable, frente al criterio de valor que es subjetivo. Una cosa no por ser útil tiene valor. En este sentido J. S. Mill pone como ejemplo el aire, que siendo útil carece de valor económico, ya que nadie compra ni vende aire. Lo que Menger viene a indicar es que el valor no es inherente a los bienes. Y también que el valor de uso y de intercambio están supeditados al concepto general de valor. Éste es determinado, no por el trabajo necesario para conseguirlo, sino por la significación para nuestra vida y nuestro bienestar.

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La teoría liberal y de mercado que deriva de Carl Menger es la que se aplica en nuestros días un siglo después de su planteamiento inicial de manera sistematizada. Si reclamamos su punto de partida, como es: «la necesidad de un fundamento científico para las actividades económicas», llegamos a un cambio de perspectiva desde su propio análisis. Para este autor para que una cosa se convierta en un bien debe de reunir 4 condiciones:

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1.- Que haya una necesidad humana.

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2.- Que se dé una conexión causal con la satisfacción de necesidad.

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3.- Conocer tal relación.

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4.- Poder disponer sobre la cosa.

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En la actualidad podemos comprobar que se fabrican bienes cuyo mercado es inverso, es decir, que `para su salida al mercado se crean o fabrican necesidades, las cuales se han convertido en una necesidad económica de primer orden. Lo que quiere decir que nos situamos en una economía que funciona en otra dimensión. En este sentido observamos que la miseria del tercer Mundo, la pobreza y el paro dentro de las sociedades ricas se convierten en necesidades complementarias, para mantener que funcione la economía a través del trabajo como elemento central. El ser humano se convierte en un bien, se concibe y nos significamos como una mercancía de manera que nos definimos más como clientes que como ciudadanos, lo cual es el fundamento del consumismo en el que estamos inmersos, que ya no es sólo una ansiedad por gastar y consumir, sino que se convierte en una forma de ser y una manera de vivir en todos los ámbitos de nuestra existencia.

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Las tres posibilidades que Menger estudia entre bienes y necesidad son:

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a) Que la necesidad sea mayor que la cantidad de bienes disponibles.

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b) Que la necesidad sea menor que la cantidad de bienes disponibles.

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c) Que la necesidad sea igual a la cantidad de bienes disponibles.

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Todo el análisis de Menger se basa en comprobar que la gran mayoría de las situaciones responden al caso a). Un siglo después es justamente la situación b) la que sucede. Ajustar la teoría de mercado a esta nueva realidad es la gran función que realiza la Renta Básica, desde un punto de vista técnica, científico y del rigor económico. Precisamente se define sobre el umbral de la pobreza, como hemos visto, lo que coincide con los tres elementos sobre los que Menger realizó su estudio concreto: alimentos, vivienda y vestido.

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La escuela austríaca se manifiesta en contra del keynesianismo y del equilibrio general de Waldras. A partir de los años setenta, en que las ideas de Keynes entran en declive, irrumpe con fuerza las tesis que parten de Menger. Uno de sus planteamientos que vemos aplicados hoy en día es la separación entre economía y política.

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Menger no ve el valor en la utilidad, sino en la escasez. Entiende que la utilidad es un bien no económico. Es la satisfacción de una necesidad lo que da valor a un bien. Esto va a ser determinante para entender el mundo del consumo, en tanto la industria del deseo limita sus ofertas para darlas un valor y más adelante elimina su valor para distribuirlas masivamente a un precio asequible. Según el fundador de la Escuela Austríaca: «Sea cual sea la distribución de la economía de los bienes, una parte de los miembros de la sociedad no podrá cubrirlos o será incompleta». De esta manera entiende aparece la propiedad como protección de unos bienes escasos. Entiende, y es el punto de partida de su análisis, lo siguiente: «La economía humana se fundamenta en que la cantidad disponible de algunos bienes es inferior a la necesidad humana». Obviamente un siglo después la economía vive en una situación muy diferente, debido al avance científico, su aplicación en la tecnología y la organización democrática de la sociedad. Actualmente la escasez sucede en los bienes de órdenes superiores. No ya de segundo orden, pues los medios de producción tanto agrícola ganaderos, como industriales y energéticos, permiten una producción excedentaria. El mecanismo de mercado, que se rige según el desarrollo teórico de la Economía Política liberal, debe cambiar para establecer el funcionamiento de la realidad. Lo cual implica el desenlace de esta teoría ante la nueva realidad. Lo que nos hace ver que fuera de la Renta Básica ninguna medida ni método puede hacer funcionar a pleno rendimiento la economía y mucho menos solucionar, realmente, los problemas que plantea a comienzos del s. XXI.

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Según Carl Menger: «Aquellos bienes cuya cantidad disponible es superior a las necesidades, queda excluida de la actividad económica de los hombres». Son entonces bienes no económicos. El problema estructural de la economía de mercado a partir de los años ochenta es que carece de sentido porque se desarrolla sobre bienes no económicos. Esto hace que funcione con mayor potencia a su condición de estrategia de inversión la economía financiera, origen de los grandes desequilibrios norte-sur en el proceso de globalización y de precariedad del empleo y una distribución cada vez más desigual en el seno de las sociedades de mayor progreso económico. Por tal motivo no hay soluciones económicas viables ni posibles para la pobreza, la exclusión social y el deterioro del empleo. A no ser que se haga un planteamiento científico, lo que quiere decir no ideológico, que permitan solucionar la crisis del mismo sistema económico.

El carácter económico y no económico de los bienes no es innato en ellos. De esta manera Menger afirma: «La situación es esencialmente distinta respecto a aquellos bienes que no tienen carácter económico, es decir aquellos cuya cantidad es mayor que su necesidad». Lo cual hoy es algo que se ha generalizado. podríamos hablar de una «no-economía que se está desarrollando. Continua Menger: «La tendencia de los individuos concretos no está orientada, tal como enseña la experiencia, a asegurar cantidades parciales de bienes no económicos». Más adelante, en su obra sobre «Principios de economía política», insiste: «Y cosas que aun siendo productos del trabajo, no tienen por sí y esencialmente la cualidad de bien, y menos aún de carácter económico. Por consiguiente tampoco puede ser criterio del carácter económico de los bienes el trabajo empleado en ellos. este criterio debe buscarse en la relación entre necesidad y la cantidad disponible del mismo». Y veamos que es muy importante lo que indicábamos sobre el criterio de valor como significación, pues no podemos hablar en la economía de hoy de necesidades vitales, sino más bien económicas.

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En una sociedad en que el excedente es el elemento clave de su desarrollo, cabe pasar a una economía de calidad, pero mantener una gran parte del potencial de riqueza económica para relacionar la oferta y la demanda de bienes de mano de obra sobre una base de subsistencia resuelta, con la Renta Básica. Es posible, pero además es necesario, sobre todo a medida que aumentan las necesidades de orden superior. Lo cual exige un cambio estructural en la economía mediante la aplicación de los criterios económicos que la ciencia económica ha permitido establecer como análisis de la resolución de las necesidades humanas. «La necesidad humana aumenta con la evolución cultural», cuenta Menger. Si tal se estanca el funcionamiento requiere de artificios que permitan mantener la inercia, sin sentido de la economía, lo cual es la función esencial de la publicidad y los métodos de mercadotecnia. Lo cual es una deformación de la economía. Es una anomalía como puede ser en otro orden de cosas la anorexia en personas con sus necesidades alimentarias cubiertas. O en personas con una formación intelectual media que caigan en la costumbres alimenticias o de consumo altamente perjudiciales para su salud.

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La Renta Básica como una cantidad de dinero que percibe cada ciudadano y ciudadana es un paso más en los logros de la sanidad y la enseñanza pública gratuita, que nos hace vislumbrar la Renta Básica como una fase más de la evolución de la teoría económica, desde el punto de vista científico. Apliquemos a la situación actual el siguiente texto de Menger: «En una sociedad altamente evolucionada los bienes no económicos son producidos por la sociedad y ofrecidos a la utilidad pública en tan gran cantidad que puede ponerse a disposición de los miembros más pobres de la comunidad». Lo cual se desarrolla también en otras palabras del mismo autor: «Se trata de bienes que, según, el curso de las cosas no debería tener carácter económico, pero que llegan a tenerlo debido a maniobras artificiales». Éstas son las que hoy se desarrollan y potencian ante la falta de una visión amplia del progreso económico que lleva, irremediablemente, a la Renta Básica. Tal como dice Menger: «Es el hombre, con sus necesidades y su poder sobre los medios para la satisfacción de las mismas, el punto de partida y el objetivo de toda humana economía». Sentido éste más profundo del que sus discípulos han dado a sus investigaciones y se han limitado a seleccionar aquellos conceptos estrictamente económicos para el desarrollo del mercado, pero olvidando el termino de «humana economía», lo que hace que el mercado se deshumanice cada vez más desde el punto de vista de la teoría económica y de la practica concreta, lo cual no deja de ser una carga ideológica aplicada a la economía, pues es obvio que en nuestra sociedad es el ser humano el punto de partida y el objetivo de la economía, pero en la realidad no sólo no es algo evidente, sino que se ignora.

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Con Menger comienza a verse la economía como estrategia de mercado, no en el mercado. Su discípulo Ludwing von Mises desarrolló la teoría del dinero, que fue completada por su seguidor, Hayet, que elaboró la teoría de la sobreinversión. El exceso de inversiones hace que los recursos resulten ineficientes. A partir de ellos se estudia la teoría monetaria según la cual se destaca la importancia del dinero en el sistema económico. Deja de ser un medio de intercambio, sino que es un instrumento de la misma economía. A través de préstamos, modificaciones de tipos de interés o de cambio se produce dinero, es decir el dinero se convierte en un medio de producción de sí mismo. Lo que hace que la estrategia domine sobre el mercado. Cuando Alan Greespan el 21 de febrero de 2000 aumenta los tipos de interés trata de enfriar la economía para evitar el exceso de inversiones. Bloquea la oferta, de manera que el dinero pierde rentabilidad. Cuando, por el contrario, baja los tipos de interés lo que está haciendo es producir dinero pero no moneda, sino que varía el valor del dinero.

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La teoría clásica se basa en la oferta. La economía moderna en la demanda, pero al introducir criterios de la economía clásica, el neoliberalismo contemporáneo se ha trasformado en tácticas que hacen de la oferta y la demanda un juego para especular y arbitrar negociaciones basadas en los intereses bancario del capital y las cotizaciones de Bolsa. El mercado queda supeditado a las estrategias de producir dinero. El mercado queda en fuera de juego para solucionar el desempleo, de no ser que la política forme parte de la estrategia empresarial para bajar los costes de producción, que es lo que sucede con la política del capitalismo occidental a finales de los años noventa. Situación que no se ve al no ser analizada desde la nueva perspectiva de la Teoría Alternativa. Se atisban síntomas que describen los hechos, sin que se ofrezcan soluciones al estar anclados los estudiosos de la economía en fijaciones históricas de la relación inversión-mercado-trabajo. Ronal Coase, premio Nobel de economía en 1991, afirma: “no falla el mercado sino los derechos de propiedad y transacciones”. Lo que implica que hay una incompatibilidad del sistema mismo.

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Alfred Marshall hemos visto que incluye entre los factores de producción la organización, que da valor a una empresa. El valor ya no es depende sólo del producto, sino de quien lo produce. Se comprueba entre los jóvenes, por ejemplo, que quieren que sus zapatillas sean “Adidas”, por el valor de la marca. O determinados trajes asociados a una red comercial u otra. Desde los años sesenta aparece en la empresa un nuevo obrero, el obrero de cuello blanco, el “yupi”, que va a proyectar una nueva imagen social y económica. El perfeccionamiento del capitalismo en cuanto a su función económica hace pensar a Marshall que el ser humano se desplaza hacia niveles de racionalidad más elevados, lo que le hace tener la esperanza: “el capitalismo puede resolver el problema de la pobreza si es científico”. Lo que implica dejar a un lado los planteamientos ideológicos. Con los avances económicos y la enorme riqueza que existe, con los aparatosos lujos que se consumen y el despilfarro de bienes y materias primas, la pobreza no es un problema económico sino de estructura social y de una falta de comprensión de la nueva economía en la que estamos inmersos.

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Economistas agraciados con el premio Nobel como George Stiples y Gary Becker, así como seguidores de la escuela de Chicago, incorporan el gusto como un coste más que a su vez es producido en el proceso de información, publicidad. El valor está determinado no sólo por los medios de producción, costes de fabricación, sino por los medios de difusión y la distribución misma del objeto. Las redes de reparto de los bienes llegan a ser más influyentes y determinantes en el valor del mercado que el proceso productivo. Se trata del coste de producir mercado.

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Otra cosa que determina el valor es la mentalidad social. La modificación de ésta o la adecuación a un producto es uno de los objetivos de la publicidad y toda una red de difusión de mensajes a través de grupos musicales asociados a una marca o eventos que patrocina una casa comercial. Comprobamos por medio del estudio del valor como la economía va mucho más allá del mercado. La economía del excedente rompió hace tiempo los límites de aquél. Un capital no sólo invierte, sino que compra acciones que según como se cotice en un momento dado da valor a una empresa (capitalización brusátil). Otras veces el valor no depende de la posesión de riqueza sino en la posibilidad de poderse hacer líquido en un tiempo determinado, lo que define el valor mobiliario. Si ha cambiado la economía las soluciones a los problemas que presentan habrá de cambiar de premisas y planteamientos.

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Teniendo en cuenta la evolución del concepto del valor, podemos comprobar las nuevas tesis de la Teoría Alternativa, en función a la Renta Básica. El valor ya no lo es solamente de cambio y de uso, de utilidad y de limitación, sino que hay un valor de consumo. Por tal motivo el salario puede resolver la posibilidad de acceder al valor de cambio. El trabajo ha añadido la renta-ganancia adquirida ofrece el valor de consumo. Pero el valor de uso es restado de las otras funciones que se tienen que sobredimensionar al no ofrecerse la posibilidad de resolver el valor de uso con la Renta Básica. En cuanto se usa para resolver las necesidades vitales. Según pudo observar Marx: “el trabajo es un instrumento para hacer producir valor al capital”. Lo que ningún capitalista ha puesto en duda. Pero esta relación se ha invertido en la práctica y el capital se convierte en un instrumento para hacer producir valor al trabajo. Además la demanda de una serie de productos se convierte en la demanda de un trabajo. La demanda de una propiedad en la demanda de un trabajo fijo, que me abre las puestas para recibir un crédito. Pero la oferta está resuelta independientemente del trabajo que pueda realizar el obrero-consumidor. Por lo que la flexibilidad, la temporalidad y precariedad en que cae una parte del trabajo o la especialidad de otro requiere un factor compensador, que es la Renta Básica.

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A través del estudio de la teoría del valor que hace Carl Menger, podemos llegar a comprobar el valor de la Renta Básica. Un valor económico, de mercado y social. Porque la Renta Básica es lo que da una parte de valor al trabajo en la época tecnológica. Para el fundador de la Escuela austríaca: “el trabajador debe tener suficiente para alimentar al trabajador y a su familia, pues si no, no se podría proporcionar a la sociedad los servicios que necesita”6. Al comienzo de la etapa industrial se entendió que el trabajador no puede ir más allá de los medios suficientes para subsistir. Progresivamente la supervivencia ya no es una cuestión de mínimos vitales sino que es algo cada vez más sofisticada dentro de la sociedad de consumo. Cubrir el mínimo vital con un salario daba por una parte sentido y valor al trabajo. Si no llegase a él ¿para qué trabajar?. “El mínimo existencial se convierte en el principio a tenor del cual se regula el precio del trabajo más común”, apunta Menger. Y añade: “el precio de las restantes prestaciones laborales se explica por inversiones de capital, por las rentas, el talento, etc”. En una época en que el paro sobrepasa la capacidad de empleo, ¿cómo proporciona la sociedad los servicios que necesita? Ya no puede establecerse mediante el trabajo. Menger observa que una parte del salario es fijado, a partir de un mínimo que es lo que da valor al salario. También indica: “existen prestaciones para los ajustes económicos que son inútiles y perjudiciales”, por lo que las prestaciones no son siempre bienes y menos bienes económicos. Lo cual hemos demostrado que sucede con muchas clases de trabajo.

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El economista austríaco admite que no puede fijarse para toda prestación laboral un precio. Menos un precio determinado, sino que debe ser establecido por el mercado. Si a través de la oferta y la demanda no es suficiente para cubrir las necesidades básicas ¿qué sentido y/o valor tiene tal trabajo? Por lo cual quedará resuelto si tal balance del mercado se establece a partir de un mínimo vital fijado para todos los ciudadanos y ciudadanas, la Renta Básica. Al no quedar condicionada a un trabajo no quita valor al empleo, sino al contrario aumenta su valor de uso y de cambio, como actividad económica. Lo que entra plenamente en la definición de Menger: “Los medios de subsistencia del trabajador o los mínimos existenciales no pueden ser causa inmediata ni el principio determinante del precio de las prestaciones laborales”. Se determina por su valor, siendo éste, para Menger, la satisfacción de las necesidades. Entonces o bien no cubre esta expectativa o no sirve para una parte de la población. Tal idea a inspirado una serie de medidas para dar valor a determinados trabajos que se fijan según su oferta. Lo que ha motivado, por ejemplo, que se establezca en las universidades un numerus clausus. O en profesiones de élite, como la de pilotos, los mismos profesionales limitan las plazas para no perder valor ni precio en su salario. Vemos que la Renta Básica sin embargo tiene un valor per se. Que da valor al trabajo y mejora el precio del consumo de bienes.

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Los precios se limitan en su coste de producción. Por debajo de ellos no interesa vender, pierde valor la producción invertir en tal negocio. El salario se limita por el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), para dar valor al empleo. Para ser parado sin prestaciones se establece el Ingreso Mínimo de Inserción (IMI). Limites que quedan fuera de la regulación del mercado. Se establecen criterios de abaratar el despido, de no fijar un SMI, lo cual puede ser admitido por población inmigrante, cuyo trabajo adquiere valor en relación a su país de origen, en donde el dinero vale mucho menos y lo poco que gana adquiere un gran poder adquisitivo cuando vuelva a su nación. Sus ganancias se convierten de inmediato al llagar a su país de origen en un pluscapital. El trabajo quedaría devaluado y no resolvería las carencias de un aparte de los trabajadores, pues un bajo precio quita el valor relativo al empleo. Entonces sólo hay una salida si se quiere evitar el conflicto social y la marginación económica o exclusión, que es establecer la Renta Básica o cualquier otro sistema que parta de una base de subsistencia, pero las demás fórmulas carecen de la posibilidad de trasladar su aplicación a la regulación del mercado, como hemos visto que sí cumple la Renta Básica. Ante el debate sobre las medidas neoliberales, basadas en el monetarismo, como antítesis del keynesianismo, la Renta Básica aparece como la síntesis de ambas políticas económicas, superando a ambas e integrándolas al mismo tiempo. Lo cual es el fundamento teórico necesario para enraizar la Renta Básica con la realidad económica de nuestra sociedad y su evolución en la Historia.

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  1. 1 “Principios de economía política”. Edt. Fondo de Cultura Económica . México . 1.951
  1. 2 “Filosofía y Revolución. De Hegel a Sartre y de Marx a Mao”. Edt Siglo XXI. México – 1.977
  1. 3 Filósofo existencialista que rompió con el partido comunista francés en 1.968, por la actitud reaccionaria de éste durante la rebelión de 1.968. Fue “acusado” por el PCF de subjetivismo pequeñoburgués.
  1. 4 “Principios de Economía Política” Fondo de Cultura Económica. México. 1.951. Pág. 393.
  1. 5 «Principios de Economía Política». Unión Editorial, SA. Madrid – 1983
  1. 6 “Teoría del valor”. Edt. Pirámide. Edición especial 5 días. Madrid- 1.996