La Tierra ha perdido en poco más de un cuarto de siglo casi la tercera parte de su riqueza biológica y recursos, y al ritmo actual la Humanidad necesitará dos planetas en 2030 para mantener su estilo de vida, ha advertido reciente,ente el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) Semejante situación viene condicionada por el crecimiento económico, que se convierte en un depredador de la naturaleza sin medida. La razón de esta dinámica es la obtención de beneficios y crear empleos, como manera principal de distribuir la riqueza, aunque sea de manera desigual.

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Vemos que dos crisis se fusionan, la ECOlógica y la ECOnómica, lo cual se relaciona en poner en peligro nuestro entorno, natural y social, en unas dimensiones de las que no hay referencias en la historia de la humanidad. He aquí el gran reto de Los Verdes al encontrarse con lo que ha sido su razón de ser y que sin embargo parece se quiere diluir en una filosofía política sin incidencia en la realidad, como si nada tuviera qué decir en economía. La primera fase de Los Verdes fue la concienciación, lo que hizo después de años de lucha e información que su mensaje calara y todos los partidos incluyan hoy en sus programas referencias sobre ecología.

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Una segunda etapa fue la legislación, logrando que se establecieran leyes y normas que defienden el medio ambiente, como por ejemplo la evaluación de impacto ambiental, y otras que a veces se aparcan, para desarrollar proyectos que agreden al entorno, pero hay una referencia legal que ha impedido muchos atropellos y es ya una referencia en instancias internacionales. Y queda una fase más , una lucha por hacer, que es la económica, pues la mayor parte de las agresiones al medio ambiente son debidas a los intereses económicos, y es ahí donde hay que actuar. Y sin embargo parece que nada tiene qué decir ante la nueva crisis, o vociferar contra unos y otros sin apuntar soluciones y lanzar el debate necesario para luchar por aquello que puede llevarnos a un modelo de desarrollo sostenible y de economía social de bienestar. Pues en este punto se unen la ECOnomía y la ECOlogía, con un denominador común.

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La actual crisis financiera era previsible y esperada. El problema de la misma es que ya poco vale buscar culpables y causas, si no es para buscar una solución. Un análisis de lo que ha sucedido y puede ocurrir en un futuro próximo de seguir en dicha línea de actuación los poderes públicos, nos ofrece una pauta de actuación, como alternativa a las soluciones que se están queriendo realizar que agudizan más la crisis. La realidad es terca y no permite los atajos.

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Lo que está sucediendo recuerda al cuento del rey que contrata a los mejores sastres para que le hagan un traje. No contento con nada los sastres acaban haciendo que le hacen un traje que sólo ven los poderosos e inteligentes. Sale a la calle y todos le alaban, hasta que un niño grita que está desnudo. Y este es el grito que deben de dar Los Verdes a las medidas que hoy se están tomando, el nuevo traje que quieren hacer a la nueva economía.

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Observemos que se trata de una crisis de modelo económico, el cual ya no puede funcionar de otra manera y todo lo que se haga para buscar una salida dentro de él nos lleva, cada vez más, a una situación de colapso económico, a un callejón sin salida.

Dos apuntes sobre la crisis (palabra ésta que significa cambio):

Es una crisis (cambio) de capitales financieros, que se desvinculan de los capitales productivos, debido a una sobrevaloración de precios de valores inmuebles, fundamentalmente. La sociedad global exige capitales de una dimensiones mucho mayores a los actuales, por eso no es que la crisis lleve a la fusión de bancos, por ejemplo o de incorporación de varias empresas de capitales, sino que esta ampliación de grandes capitales es la que está provocando la crisis, de manera que los nuevos capitales globales compiten entre ellos. Para crecer necesitan absorber capitales medios, que es lo que está sucediendo. Y éstos se refugian en bloquear sus inversiones, llevando al paro a los asalariados. Los capitales europeos deben competir ya directamente con capitales americanos, chinos, japoneses, rusos y de grandes economías emergentes en un mercado que es global. Asistimos al paso de la economía internacional a otra global. Por eso se tienen que juntar los grandes, G8, G20 y demás, para ponerse de acuerdo en unas nuevas reglas. En estas reuniones no sólo van los representantes de los Estados, sino de grandes multinacionales, de los bancos. Y como dice un refrán africano, cuando pelean los elefantes quienes mueren son las hormigas.

Por otra parte el crecimiento económico, que es la esencia de este modelo después de la II Guerra Mundial, no puede avanzar sin crecimiento económico, pero se encuentra con dos limitaciones importantes, demasiado importantes, de un lado los recursos energéticos, especialmente el petróleo. Con poblaciones concentradas en grandes ciudades que absorben recursos, sin producir ni energía ni alimentos. De otro la sostenibilidad, que hace necesario evitar que se dañe más y más el medio ambiente que ya afecta a procesos vitales de carácter global y de los que depende nuestra supervivencia como especie y como sociedad, tal es el caso del cambio climático, entre otros como la contaminación, el deterioro de la capa de ozono, ecosistemas en extinción, etc.

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Hay una serie de normativas internacionales que hace costosa su trasgresión, a parte del peligro real que supone. Desde el modelo neoliberal se quiere quitar importancia a este factor, negando la evidencia, como es decir que eso del cambio climático es un camelo. Y la socialdemocracia antepone sus intereses de poder ante los intereses generales, promoviendo trasvases, proyectos devastadores para generar empleos. Para activar la economía se quieren hacer proyectos como el de san Glorio, una ciudad casino en los Monegros, ampliar las explotaciones a cielo abierto, complejos turísticos, aeropuertos con millones de pérdidas del erario público y demás.

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En esta situación vemos que la economía necesita lo que ya reconocen sus gestores a nivel global, que es una refundación del capitalismo, una regeneración, incluso se ha llegado a decir que se precisa de un nuevo contrato social, pero el busilis es resolver cómo. Las medidas adoptadas responden al modelo anterior, por lo cual si queremos resolverlo hay que plantear un nuevo modelo que evoluciona del que estamos a otro, con una medida como la Renta Básica, que hace posible esta transición, porque reestructura la economía actual, por eso hablamos de la perestroika del capitalismo.

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Las medidas que se están tomando consisten en variar los tipos de interés, se busca que bajen, para que el dinero sea más barato y se puedan solicitar créditos con los que invertir y así impulsar la economía creando empleo. Y es aquí donde está el quid de la cuestión. El progreso tecnológico junto a la competitividad sobre la cual funciona el modelo de crisis actual, hace que la distribución de la riqueza no suceda sobre la base del empleo. Ya en el año 2004 la empresa Sony despidió a 20.000 trabajadores en todo el mundo y siguió obteniendo beneficios, lo cual fue un paradigma de una nueva situación económica a la que es necesario adaptarse y que, de no hacerse, ir como vamos nos lleva a una crisis total.

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Es decir, la inversión ya no se corresponde con el empleo, como sucedió hasta hace una década. Las políticas de recolocación de parados son carísimas, de manera que hacen que el empleo no sea rentable y se llegue a convertir el trabajo en un fin y no en un medio, para generar riqueza, sino que crear riqueza se usa para colocar parados, sin que haga falta realmente, pero se precisa de un medio de subsistencia que permita cambiar a un nuevo modelo, lo cual cumple la Renta Básica.

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Por eso no se puede incentivar la economía desde el planteamiento keynesiano de invertir con dinero público, o incluso garantizar con fondos públicos la viabilidad financiera y las reservas de los bancos, pues no se correlaciona con la economía real, la productiva. Las medidas que se toman en consecuencia no resuelven la crisis, sino que se agudiza en una huida hacia delante y adonde desembocará, si no se abre el debate, si no se da una respuesta, con una solución final que será emitir dinero, lo cual producirá el colapso total, la devaluación de la moneda y la incapacidad de reaccionar, llevando a la economía a un estado de parálisis, de infarto económico, y en ese punto la solución alternativa será inoperante, pues el dinero dado en renta básica carecerá de valor. Por eso hay que relacionar el capital directamente con el consumo y desde esta fase económica incentivar la productividad. Y no al revés, como se está queriendo hacer, llevados por la inercia de años atrás.

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Con la renta básica, es decir, una cantidad de dinero que se da a cada ciudadano de manera incondicional, que cubre las necesidades básicas, medido sobre el umbral de la pobreza, y a cada ciudadano, permite invertir el proceso para dinamizar la economía. No se trata de dar dinero, sino de organizarlo de otro modo, más acorde con las necesidades actuales. Se crean las unidades de consumos básicas, que van a activar la economía desde el consumo, de una manera sostenible, y no harán falta grandes inversiones volátiles, ficticias y depredadoras del medio ambiente para crear empleo, sino que éste se produce en la medida de la demanda real porque no hace falta forzarlo, lo que implica grandes cambios en las condiciones laborales. Por eso definimos el crecimiento económico, que no es infinito, lo limitamos ¿hasta dónde? Hasta que sea posible establecer la renta básica. Y esta es la única fórmula posible que nos permite un desarrollo sostenible.

Se quiere resolver la crisis mediante dar dinero a los bancos para que inviertan o permitan invertir y así crear empleo, pero cómo no se relacionan ya capital y empleo de manera directa aumenta el paro y disminuye la demanda que absorba la inversión a través de la producción. Otra manera es incidir en el consumo, para generar un mercado laboral que funcione por sí mismo y adaptado a las necesidades reales. El dinero que se ha puesto a disposición de la banca en España supone el 15% del PIB, lo necesario para la RB es del 20% del mismo, siendo más eficiente y sobre todo más equilibrador de la economía, pues se da la paradoja de que cada vez hay más fortunas a la vez que aumenta el paro, véase las transacciones de futbolistas, venta de objetos de lujos, cuyo mercado no ha decaído. Dinero hay, pero el problema es cómo ordenarlo y se trata de dar una respuesta.

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Para poder llevar a cabo esta medida es necesario una nueva fiscalidad, basada en incorporar impuesto sobre la riqueza especulativa, lo cual va servir para su regulación y socialización de una parte de ella, para que no se desvincule la creación de valores de la economía real, como ha sucedido, mediante una escalada inflacionista que ha llevado a dejar sin una base material a la economía financiera, que se ha visto llena de cifras, para hacer transacciones, pero vacía de contenido ante precios que el mercado real no ha podido asumir. Sería como una tasa Tobin, pero ampliada a todo proceso especulativo, no sólo en las transacciones monetarias, y como impuesto, no como tasa disuasoria, aunque sí evitará los excesos y las trampas. Por otra homologar el IVA en Europa, aumentar este impuesto y eliminar o reducir al mínimo el impuesto sobre las personas físicas y el de sociedades, no gravando el empleo ni la inversión, sino animándolas, pero con otro impuesto que las supla. Las medidas adoptadas actualmente sirven para aplazar el desplome y es necesario actuar políticamente para evitarlo, desde la economía.

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La Renta Básica requiere su modelo de financiación, en el cual se puede ver que el modelo de pensiones ideado cuando el 80% de la población pagaba para el 20%, no funciona y lo hace con dificultades irresolubles en el futuro, pues hoy es el 20% quien cotiza para financiar al 80% que reciben algún tipo de pensión. La realidad ha cambiado, el modelo debe adaptarse a las nuevas circunstancias. Modificar lo que es la Renta Básica, hará que fracase como mecanismo económico, pues no puede ser una medida social para los necesitados, pues entonces carece de función económica, o a cambio de un empleo, pues entonces se convierte en un factor que devalúa los salarios, aún más. Ha de ser universal de ciudadanía, básica e incondicional.

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La Renta Básica no es sino un mecanismo de adaptación de la economía a la nueva realidad definida por la globalización, el progreso tecnológico, el pujanza de la economía financiera y la necesidad ineludible de lograr un desarrollo sostenible. Y este deberá ser el gran debate de futuro, si queremos que haya futuro, tal es lo que está en juego.