«Esta lucha entre el derecho y el hecho dura desde los orígenes de las
sociedades. Terminar este duelo, amalgamar la idea pura con la realidad
humana, hace penetrar pacíficamente el derecho en el hecho y el hecho en
el derecho, es el trabajo de los sabios. Pero ése es el trabajo de los sabios
y otro el de los hábiles».
(Víctor Hugo, en la obra «Los miserables»)
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La Renta Básica, cubre los gastos mínimos. Es para todas las personas. No es a cambio de hacer trabajos o cursos obligatorios. Es personal, no familiar. Se propone como un derecho, no como una asistencia social.
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1. EL ENCUENTRO CON UNA NUEVA IDEA:
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Durante los días 23 y 24 de febrero de 1985 se celebró, en Cardedeu – Barcelona, el I Congreso de Los Verdes del Estado español. Participé con la lectura de un pequeño comunicado: “Ideas para un proyecto político verde”. Entraban mis palabras en sintonía con un movimiento emergente, cuyo impulso práctico más palpable fueron las expectativas políticas que en otros países de Europa, especialmente Alemania, se vinieron confirmadas con la elección de no pocos cargos electos.
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Aparquemos los desencuentros por el tema de la legalidad, ya que no es éste el lugar de exponerlo. Las disputas se produjeron entre quienes vieron conveniente una formación política y quienes no. También por culpa de ver de formas muy diferentes la manera organizativa ante cuestiones como “soberanías nacionales dentro del territorio”. Se discutió, por ejemplo, sobre si había que decir “territorio español” o “del estado español” y demás cuestiones , que por nimias que pudieran parecer, hicieron que el desarrollo de sus contenidos se tomasen como el eje sobre el que se iba a definir un modelo de partido u otro. A la larga ha sido la eterna historia de reempezar Los Verdes en el Estado español una y otra vez. Nacieron manojos de ideas, que no es que fueran nuevas, pero se quisieron organizar en torno a un proyecto político que ilusionó a muchos de los que participamos.
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En el acta de aquel I Congreso se observa la amalgama de teorías abstractas y no ubicadas en la realidad concreta, pero que por ser el comienzo de un minúsculo partido político se iba a ir fraguando en el devenir de la participación electoral. Se expuso la necesidad de impulsar un movimiento socio económico basado, ni más ni menos, que en la emancipación de la especie humana. Se denunció el progreso al servicio de la dominación. También el “colonialismo informático”, ¡ya entonces!. Se propuso como eje básico del programa la “autogestión de los colectivos de trabajadores”.
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Pasó el tiempo y durante los días 19 y 20 de Septiembre de 1998 se celebró el VII Congreso de Los Verdes, en la ciudad de Sevilla. Desde el punto de vista de la asamblea de León, en la que participaba, se entendió que se estaba siguiendo un criterio estrictamente electoral y además de una manera desquiciada. En diversas comunidades autónomas se pactaba sin coordinación alguna. Unas veces con Izquierda Unida, en otras partes con Nueva Izquierda, en otras sucedieron pactos a tres bandas incluyendo al PSOE. Y hasta con el CDS otras formaciones verdes.
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Unas semanas después la asamblea de León se disolvió por unanimidad. Hubo una discusión sobre si la falta de una base ideológica seria hizo llegar a Los Verdes a ser una especie de “etiqueta”, que se dejaba usar al mejor postor, o si las prisas electorales y el ansia de resultados inmediatos impidió la solidez de ideas balbucientes todavía. En cualquier caso el resultado fue el mismo.
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Desde mi punto de vista aunque se hiciera una actividad frenética desde un criterio electoral se pudieron haber elaborado unos fundamentos teóricos. Fue inútil. Que se aceptara la intervención del ejercito bajo el mandato de la ONU en la guerra del Golfo y en la de Yugoslavia, defendida ésta, precisamente por el Minsitro de Asuntos exteriores de Alemania, el diputado de Los Verdes, Sr. Fischer, rompía con lo que es un partido político pacifista. Podría darse un cambio dadas las especiales circunstancias de sucesos como los de Yugoslavia, después lo sucedido en Timor y también en otras zonas geográficas en las que se contemplan matanzas indiscriminadas, sin que la comunidad internacional pueda hacer nada si no es con una intervención armada. Y tal vez fuera mejor regular las intervenciones de fuerzas internacionales que dejar que la OTAN y EEUU se apoyen en estos conflictos para desarrollar su intervención “humanitaria” a base de descargar su inmenso arsenal y de esta manera justificar el incremento de gastos para la guerra. En cualquier caso se debe debatir, profundizar ante las nuevas exigencias de la realidad, pero no mantener el criterio, como se hizo en España, de que hay que aceptar tales planteamientos porque lo marca el programa verde europeo. No es serio que se esté en contra de todos los campos de tiro del mundo y defender una fuerza armada internacional, porque en algún lugar tendrán que entrenar, por ejemplo.
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En el Congreso de Sevilla la asamblea de León elaboró un comunicado en favor de la Renta Básica, como criterio elemental del programa con el que se iba a participar en sucesivas elecciones. Desde el Secretariado se nos había llamado para incluir la propuesta junto con las demás opciones: “empleo verde”, “ecotasas” y “reducción de la jornada laboral”. Nuestra negativa a mezclar las propuestas en lugar de debatirlas en profundidad, se basó en que las opciones aludidas representan modelos socioeconómicos diferentes y que no se complementan. Además entendimos que era interesante suscitar un debate en el seno del pleno. Fue inútil. El interés se centraba en las elecciones y al final se optó por una solución de compromiso. Se voto la inclusión de la propuesta, pero añadida a las demás.
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¿Cómo se había llegado en algunas asambleas de Los Verdes a esta idea de la Renta Básica? Durante aquellos años de debates y reuniones organizativas, a partir de mediados de los 80, en cierta manera se abrió una esperanza. Estuvimos personas que trabajamos con entusiasmo en mantener viva una alternativa a la manera clásica de hacer política. ¿Una utopía? Posiblemente, pero como ideal fue un acicate para luchar. Conseguimos modificar la realidad en algunos aspectos. Algo que ha sucedido gracias a la dinámica de cómo ha evolucionado la sociedad. Si recordamos, con una cierta visión retrospectiva, las circunstancias del momento en que empezamos y la realidad más de quince años después, no son pocos los cambios que nos dan la razón y que se prosigue en el mismo sentido.
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Los problemas ecológicos en los que participamos dejaron de ser, para Los Verdes, protestas puntuales, porque adquirían una proyección social y política. Planteamiento éste que provocó no pocas tensiones con el movimiento asociativo de organizaciones ecologistas. Éstas entienden que el problema medio ambiental no debe ser instrumentalizado por un partido, o de ser así que lo hiciera otro partido y que la conservación de la naturaleza fuera un área de proyectos asentados, pero no un monopolio de Los Verdes. Partido cuya definición en su origen fue la de ser “un partido antipartido”. ¿En que consiste esta expresión? o más certeramente, ¿en qué consistió? Se trataba de ser asociación ecologista y al mismo tiempo llevar los problemas medioambientales al terreno de la opinión pública como algo más amplio a la mera cuestión conservacionista o de ética política o de belleza del paisaje.
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Las asambleas verdes de diversos lugares de la geografía española participaron en movilizaciones ante problemas ecológicos y trabajaron en concienciar a la población sobre las repercusiones que podrían tener. La práctica diaria trató de unir a un proyecto político otro social, con la baza favorable de tener un gran peso en la defensa de las cuestiones ecológicas concretas, con gran repercusión en los medios de comunicación. Por regla general muy superior a la base social real a la que representábamos. Lo cual responde a que fue una necesidad ante la opinión pública, que a veces se quedaba atónita de que un pequeño grupo pudiera tener tanta repercusión y en ocasiones ejercer una presión real. Quizá fuera la novedad, pero cuando dejó de serlo se había asimilado enormemente sus postulados, incluso en las propias instituciones.
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Un ejemplo fue la resistencia a que se hiciera el embalse de Riaño. Adquirió tal repercusión que se convirtió en un problema nacional y hasta llegó más allá de nuestras fronteras. En las elecciones europeas de 1987 quien escribe fue candidato al Parlamento Europeo en la lista de Los Verdes del Estado español, debido a haber participado activamente en la defensa de aquella comarca. Para algunos fue un reclamo publicitario “cojonudo”. Pero había quienes pensábamos que la imagen del problema tenía que llevarnos a profundizar en él y abordar las repercusiones agrarias y ganaderas, la relación entre las compañías constructoras y eléctricas con los partidos políticos. Diez años después no se ha desarrollado el canal de los Payuelos y sigue sin regarse. ¿Ese fue el interés general?. ¿Esa fue la urgencia que hizo que se anegarán miles de hectáreas de pastos y montaña?. ¿Dónde quedaron esas manifestaciones masivas, y engrandecidas por la prensa, de los campesinos?. Todo lo que se hizo como protesta tuvo un gran peso posteriormente, para que no se hicieran tales barbaridades en lugares como Vidrieros, Omaña y otros, pero quedó reducido a un problema medioambiental. La visión socioeconómica de este tema, como de tantos otros, no se produjo. A lo más en pequeños círculos de asociaciones y coordinadoras, aunque tampoco se analizó a fondo. Y ya quedó advertido en la plaza de Riaño, durante la celebración de un acto público con el grito “no hay demolición sin revolución” 1. La agitación y los sucesivos acontecimientos devoraron cualquier idea, que no fuera más allá de estar a favor o en contra del embalse, con argumentos tan peregrinos como que si se cobraron o no las expropiaciones en los años sesenta.
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Los Verdes de León participaron en la defensa de Omaña ante el proyecto de otro gran embalse, que finalmente no se llevó a cabo frente a la alternativa de un trasvase. Fueron varios años, de 1988 a 1993, de una dura lucha hasta lograr un cambio de criterio de las instituciones. Desde mi punto de vista lo más importante fue aglutinar diversos problemas para dar una visión conjunta de todos ellos.
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Tras haber visitado Anchuras, con las amenaza del Estado de hacer un Campo de Tiro, para practicas de la aviación, escribí una carta a su alcalde, para ver la necesidad de unir diversos problemas, para evitar que aisladamente se cerraran en sí 2 y que se adquiriese una visión más amplia de cada caso concreto. El 13 de mayo de 1990 se celebró en Villaceid (León) el I Encuentro de Zonas Amenazadas. Acudieron representantes de problemas tan variopintos como del embalse de Omaña, también otros como los de Vidrieros (Palencia) , Itoiz (Navarra)y el de Mig Segre (Catalunya). Asociaciones contra los campos de Tiro de Anchuras. Contra la amenaza de una gran explotación a cielo abierto en Llanos del Beal (Cartagena) o afectados por la instalación de un posible vertedero radiactivo en Las Arribes (Salamanca). Colectivos contra la central en el río Burbia (El Bierzo), contra el vertedero de Aranguren (Navarra). Asistieron coordinadoras ecologistas de diversas provincias y se logró arrastrar a los alcaldes de la zona de Omaña para que asistieran. Fue increíble lo que se logro. Desde un cambio de posición del PSOE local de León respecto el embalse en cuestión, a mantener una periodicidad de reuniones. En octubre de 1990 en Anchuras y en marzo de 1991 en Llanos del Beal (Murcia). Luego se celebraron dos más, pero al quererse instrumentalizar por ciertas personas y sus respectivos partidos el empeño se esfumó. Lo cierto es que todos los casos que se presentaron en los diversos Encuentros , no gracias exclusivamente a esto por supuesto, lograron sus objetivos frente a la maquinaria del Estado y las grandes empresas que se encargaban de acometer las obras. Al comienzo de aquel primer encuentro parecía imposible a todas luces.
La prensa presentó aquel acontecimiento como un “frente contra la política ecológica del PSOE”, “Frente de resistencia nacional contra las agresiones al medio ambiente”, “ Congreso para unir fuerzas de toda España”, “la rebelión de los pueblos”, etc. Las instituciones temieron que aquel movimiento incipiente se engrandeciera . Fue un amago que logró resolver los problemas concretos de cada zona.
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¿Se había logrado una conciencia de cambio, de reflexión ante los problemas? No. Excepto en algunas zonas en que se dieron charlas y se organizaron conferencias más amplias al problema del terruño, lo acontecido por regla general no pasó de evitar la agresión a una zona. Otra cosa es que la opinión pública fuera adquiriendo conciencia de los problemas medioambientales.
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La participación de un pequeño grupo de personas en diversos problemas más que atentaban contra la naturaleza , desde asociaciones, coordinadoras y desde Los Verdes, llevó a lograr grandes resultados en cuanto a conseguir presionar a través de la opinión pública. Pero nunca se tradujo en votos, algo que en León nunca nos importó, pero tampoco en conciencia social, ni siquiera en los afectados. Todo lo contrario, muchas veces los afectados pasaban a posiciones antidemocráticas y reaccionarias, sin entender que gracias a un sistema participativo y de libertad de expresión se pudo, por lo menos, luchar por defender su entorno, que en los afectados muchas veces fue su casa y tierras. Nunca unos aquejados por estos cuestiones ayudaron a otros.
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A Los Verdes se les llamaba, muchas veces, en León para el papel de agitadores ante multitud de problemas. Lo cual nos hartó. La gente tiene que resolver su problema, se les puede asesorar, pero ¿qué afectado por un problema ayuda a otro que se vea sometido a otro peligro similar, pero unos kilómetros más allá de su pueblo o su barrio?.
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En 1988 se instaura la Ley de Evaluación de Impacto Ambiental. Siendo criticable abría un gran espacio muy grande para la defensa del Medio Ambiente. La campaña de varios años por una ley de la naturaleza había tocado suelo político. Aunque siempre desde una minoría la actuación ecologista y verde ha sido un acicate para los gobiernos. Se produce un cambio paulatino de mentalidad ante la sensibilidad por la naturaleza. Los Verdes presentan generalidades políticas radicales a veces , pero sin un contenido claro y sobre todo carece de fuerza para hacer una verdadera lucha social.
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Algunos quisimos enfrentarnos al vacío ideológico que nos asolaba. Fuimos una minoría dentro de un a minoría. Fue curioso comprobar como muchas de las situaciones que vivimos se reflejaban en el libro del escritor británico George Orwell3, “El camino de Wigan Pier” (1.937). En la segunda parte, que trata de la época en que el socialismo es algo incipiente.
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La reflexión que propuse en el II y III Congreso de Los Verdes con sendas ponencias, fue profundizar en las ideas sociales que pudieran hacer de Los Verdes una fuerza histórica y no sólo una pieza del entramado electoral. Lo cual a muchos compañeros les sonaba a chino. Redacté por fin una ponencia bajo el título “ Desarrollo ideológico del programa de Los Verdes”, que presenté en el IV Congreso, Mayo de 1.991. Se aprobó, pero nada más. Quedó en las estanterías del olvido. Abordaba la necesidad ideológica del ecologismo, la reinterpretación de la dialéctica de Hegel, a partir del existencialismo. La autogestión frente al nacionalismo y la superación del marxismo, sobre todo para responder a lo que había quedado pendiente en el anterior Congreso, en el que la asamblea de Cantabria propuso “asumir los aspectos positivos del marxismo”. Decir tal frase era como no decir nada, ¿por qué no también del cristianismo? ¿O del liberalismo? Si es lo positivo…. Pero ¿qué es lo bueno de una idea y en que contexto se ha de ubicar?.
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La idea base para entender la proyección política de los problemas ecológicos fue la experiencia de luchar durante años para defender el medio ambiente. Se resuelven problemas, pero se repiten una y otra vez y los esquemas son siempre semejantes. Politizar los atentados contra la naturaleza es lo que tenía que dar sentido a un partido verde. Pero no fuimos capaces de verlo y diversas ideas, que traían determinados personajes de este mundillo, desgastaron este proyecto verde por querer mantener prioridades nacionalistas, o de tipo empresarial, o de marketing, o de la New Age, o del comunismo libertario. No hubo un punto en donde todo esto se pudiera complementar. Cada uno tiró por su lado hasta que se desgajo definitivamente Los Verdes. Fue a partir del V Congreso celebrado en Granada, que irónicamente vino a llamarse el de “la unidad”.
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La Federación de Los Verdes de Castilla y León, que tuvo que transformarse luego en partido, se replegó en su territorio desde 1992, ante el desbarajuste que se vio. Se hizo un foro de reflexión. Seguimos participando en el proyecto estatal, pero muy distanciados.
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Quisimos dar un contexto más amplio a nuestros planteamientos ecológicos, para lo cual debíamos responder a dos cuestiones.
1.- La razón que se argumenta desde el Poder para justificar el deterioro medioambiental. Porque hacen falta puestos de trabajo, para el desarrollo económico, etc. Es, pues, necesario para este tipo de sociedad. Debíamos abordar un planteamiento que diseñara y propusiera un modelo de sociedad, llámese alternativo o diferente. Pero esto desembocó en una elucubración abstracta, más literaria que real. Sobretodo en un mundo tan complejo y lleno de variables que se entrecruzan como el que vivimos.
2.- ¿Cuál es el denominador común de todos los problemas ecológicos en los que habíamos participado? Los intereses económicos. Aunque se desenmascarasen daba lo mismo. Debíamos intervenir en ese aspecto y abordar la cuestión medioambiental desde un punto de vista estrictamente económico. Las cuestiones sobre empresas verdes, impuestos ecológicos nos llevaron a un callejón sin salida. En cada debate de este estilo desembocamos en ver la ecología como un añadido del mundo económico. La cuestión sería abordar directamente un criterio puro y estrictamente económico.
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La gran promesa de todos los partidos era y es crear puestos de trabajo. ¿Y si estos se emplean en la conservación de la naturaleza, en la aplicación de las energías renovables, o en agricultura ecológica? Pero ¿por que tuvieran un valor medioambiental, iban a ser más justos o más gratos desde un punto de vista social?. Precisamente vimos que uno de los problemas graves de nuestra sociedad, más que el paro es el trabajo, que suele anular el proyecto existencial a las personas y sobre todo para muchos asalariados el problema es la falta de sentido en su labor, cuya única gratificación es cobrar a final de mes. El problema del parado no es tanto el carecer de un trabajo, sino no poder subsistir por sus propios medios. Ambas cuestiones se ve como algo normal, que es así y no puede ser de otra manera.
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Una idea fue hacer un frente para desmitificar el trabajo. Pero nos llevaba al elitismo de intelectualizar una opción a costa de que otros sigan forzados a realizar un trabajo a cambio de un salario. En relación a tal propuesta recogí una cita de Alex Confort 4: “El cincuenta por ciento de la labor desarrollada en la sociedad capitalista moderna por los agentes de publicidad, los políticos, sociólogos, los fabricantes de armas… es un no trabajo en lo que a las necesidades no neuróticas de la humanidad se refiere. Los mismo ocurre en las tareas organizativas de los países socialistas. Su único objetivo es acrecentar la autoestima de quien lo realiza, no el beneficio de otros. La actitud contra el trabajo compulsivo es digna de encomio, aunque sea retrograda y escapista, pues mal estaríamos si todos fuéramos monjes o vagos recalcitrantes, pero bueno es que alguien deje sentada su protesta contra ese no trabajo”.
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¿Qué hacer? Dar una paga a todo el que lo necesite. Esta especie de salario social desde un principio nos pareció potenciar una ruptura en la sociedad entre dos mundos, el asalariado y el subvencionado, que acabaría profesionalizando la pobreza y además sin poder salir de tal situación. ¿Y a cambio de un trabajo para la sociedad? tal medida serviría para devaluar muchos empleos y potenciar la mano de obra barata y forzada si se quiere mantener el sustento.
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Si el paro no tiene solución, por lo menos en una sociedad democrática y el problema es la falta de ingresos y tal situación se convierte en un chantaje, para que el ciudadano acepte condiciones de trabajo precarias y fulleras ¿por qué no dar un salario universal, para todo el mundo? Sin que esté condicionado a ninguna exigencia por parte del Estado ni ninguna institución, por el hecho de ser un ciudadano. Y que cubra las necesidades básicas Y quien quiera más que trabaje por un salario. Lo curioso del caso es que esta idea nos pareció extraña, porque rompía nuestros propios esquemas. Debatiendo posibilidades llegamos a tal conclusión ¿Por qué no?. ¿Y si fuera posible? O ¿en qué condiciones puede ser posible?
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Benito Cea, de la Asamblea de Valladolid, se encargó de redactar la idea en los siguientes términos: “La propuesta básica y primordial en las medidas para exponer en el programa de Los Verdes, es la declaración universal de una Renta Social Ciudadana, como derecho para encaminar la idea del salario social hacia la transformación del sistema productivo y que no sea un subsidio que se plantea para profesionalizar la marginalidad y la explotación de los inmigrantes. Garantizando , con la Renta Ciudadana, la preservación del medio ambiente, encaminar el progreso dentro de una sociedad sostenible donde el individuo sea interactivo con la vida social y económica”. Tal propuesta se hizo en abril de 1.993, en el ámbito de Castilla y León. Los compañeros me encomendaron realizar una ponencia desarrollando tal definición, que fue presentada en la Conferencia programática de Los Verdes de todo el Estado , celebrada los días 5 y 6 de Diciembre del mismo año, con el título “análisis del trabajo-capital en el programa verde”5.
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Recuerdo que todo empezó cuando, tras aprobarse la ponencia ideológica de Los Verdes6, de la que fui autor, propuse hacer un trabajo más detenido sobre lo que era la idea económica para construir la “sociedad ecológica”: autogestión y descentralización. Acabe comprobando que era bastante absurdo. Pero intuitivamente entendí que debiera haber otro fundamento válido. Años más tarde al conocer a Benito, charlamos sobre este tema, pues fue una carencia grave, carecer de un cuerpo programático propio, lo que convertía a Los Verdes en un partido medio ambientalista, con algunas medidas sociales más, al pairo de los grandes partidos políticos. Lo que nos acabó haciendo parásitos de otras fuerzas políticas, como así fue a finales de los años noventa. “Hace falta un punto de partida”, comentó Benito. “¿Cuál?” y su respuesta fue en tono jocoso: “un libro verde sobre el capital”. Santiago Rodríguez, compañero de León, insistió en que nos dejáramos de pamplinas, que partiéramos de nuestras propias ideas. “Tú, ¿qué plantearías?” me preguntó. Llevaba mucho tiempo dando vueltas al asunto y tomando notas de diversos libros y estudios. Días después se lo comenté a ambos por teléfono. De manera intuitiva planteé “dar a cada persona una cantidad de dinero y luego que cada uno se busque la vida”. Quedó como una ocurrencia.
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Pensábamos que era una idea sin referencias sociales, pero que podría ser un revulsivo en el debate político. Pero nos fuimos dando cuenta de que en otros lugares y desde otros planteamientos se estaba trabajando en una idea semejante y que incluso tiene antecedentes históricos, como planteamiento utópico, porque se plantearon sin unas condiciones reales de hacer que fuera posible, mientras que en la actualidad además de posible, tal medida, es cada vez más necesaria.
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A quienes debatimos el tema nos causó extrañeza la idea. ¡Cobrar sin trabajar! sin condiciones, “por el morro”, como se dice vulgarmente. Asumí el tema como un reto para pensar sobre ello y elaborar un conjunto de ideas y argumentos que permitieran entender esta idea. Comprobar su posible veracidad, o su error de base.
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Al comienzo fueron ideas vagas las que aporté, más de sentido común que de otra cosa, que sustentaron la defensa de tal opinión. “¿Y por qué no? – comentó Santiago Rodríguez en el transcurso de una reunión – Al fin y al cabo hay rentas que son de lujo, como las herencias, como los que pueden permitirse estudiar, o quienes viven con y de sus padres. ¿Por qué no para todos? Lo que sobra es dinero en esta sociedad de consumo”.
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Hablando del tema con Alfonso Rodríguez Marbán, sindicalista de CCOO, asintió en que una de las bazas dentro del capitalismo, a favor de quienes poseen la riqueza, es el capital de subsistencia. Éste permite soportar las pérdidas de un negocio durante un tiempo y poder recibir los beneficios más adelante. Conozco casos de compañeros y amigos que fracasaron en sus intentos de desarrollar pequeños negocios alternativos, de criar gallinas para que pusieran huevos biológicos, talleres de artesanía u otros. Si durante un tiempo quedan los productos sin vender o hay una crisis del sector el propietario tiene que acarrear con gastos que hace que, de no contar con ese capital de subsistencia, vaya a la ruina. El caso de Vitoriano Fernández es significativo. Se marchó a Santa Eufemia del Arroyo, pueblo de Valladolid. Con unos ahorros puso una granja de cerdos. Le fue bien, pero siempre con lo justo para mantener el negocio y sacar para vivir. Cuando terminara de pagar las deudas podría lograr tener cierto dinero. Ocurrió que surge la enfermedad de la peste porcina en su zona. Las subvenciones por sacrificar el ganado no son suficientes y le ocurre durante dos años seguidos. Se arruinó. Tuvo que ponerse a trabajar como asalariado de otra empresario del sector, que le ocurrió lo mismo, pero tenía capital suficiente por parte de la familia y logró salvar el bache y continuar con el negocio que luego dio grandes beneficios. Si Vitoriano hubiera tenido una posibilidad mínima de subsistencia podría haber continuado. Observé con este ejemplo que la propia economía de mercado requiere una renta mínima, pero ésta no es accesible para todos, por lo que se entiende que es un problema de justicia social, no económico. Sin embargo en el seno de la economía actual se observa la necesidad de universalizar una renta mínima.
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Mi temor fue que la idea de una Renta Básica se tratara de un proyecto descontextualizado, sin capacidad de tocar la realidad. Que se tratara de una ensoñación desarraigada, vagabundo e irrealizable. Una utopía sin posibilidad de fructificar. Había que investigar y estudiar sus posibilidades a fondo. Más cuando en ciertos sectores de nuestro propio ambiente ecologista y en grupos de izquierdas se rechazó, e incluso se depreció tal propuesta tildándola de elitista e injusta. Y planteando fantasmas como que si se llevara a cabo sería a costa de eliminar la sanidad y la enseñanza pública, como arguyó Javier Cantalapiedra. Demasiados fantasmas para algo que no era todavía ni un esbozo.
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Observé que hay una resistencia psicológica para plantear una idea, que sólo por el hecho de pensar en ella hace que cambien los esquemas lógicos. ¿Y si fuera una pieza posible y necesaria? El problema es que no podía presentarla como una solución mágica y sin raíces. Mucho menos como un deseo hecho realidad en un grupo cerrado. Para que sea un proyecto revolucionario, a diferencia de una actitud contestataria, la idea debe incorporar el pasado, asumir la historia y superarla. La ruptura por la ruptura desemboca en la nada. Al menos esa fue mi experiencia cuando participé en el movimiento estudiantil, en la Universidad Complutense de Madrid, primero en contra de la LAU y después cuestionándo la LRU7.
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La idea de un Salario Universal no estaba tan huérfana como me pareció en principio. En 1836, aparte de antecedentes anteriores que son más fruto de la imaginación que de una propuesta para pensar sobre la realidad, Charles Fourier plantea que si la sociedad elimina el derecho natural que tiene un individuo de cazar, pescar, coger frutas o trabajar la tierra, porque se lo impiden las leyes y la propiedad privada, la sociedad debe proporcionarle un mínimo de subsistencia. Los sistemas teóricos de este filósofo y socialista francés, sin olvidar que fue agente de Bolsa, fracasaron en sus experimentos y ha quedado difusa su propuesta de un cooperativismo mundial.
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El problema de las ideas abstractas es que caen en el voluntarismo ético. Para que funcionaran deben ser asumidas por toda la sociedad prácticamente. Basta que una minoría diga que no acepta tal idea para que el sistema teórico se derrumbe. Otro tanto me pareció la teoría de Piotr Alexéievich Kropotkin, que planea un modelo de sociedad basado en la ayuda mutua y la cooperación. Es evidente que si todos “somos buenos” no hace falta Estado y el paraíso terrenal sería nuestra aldea global. No obstante este pensador, el príncipe anarquista, esboza allá en 1.892 una base del salario universal: “Es preciso asegurar el pan al pueblo sublevado”. Lo plantea como rebelión a una situación en Europa en que “falla el trabajo a millones de trabajadores”. Niega el sistema de salarios ya que los millones del Estado no bastarían para asalariar a los faltos de trabajo. Fundamenta su esquema en el sentimiento de solidaridad que surgiría en un hipotético nuevo orden8.
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Me puse en contacto con diversos profesores de Ciencias Económicas y economistas, para que hicieran un análisis sobre las posibilidades de llevar a cabo un salario universal, desde un planteamiento técnico. Ninguno se mostró interesado, desde el punto de vista de que no merece la pena sobre algo que no existe y no estaban por la labor de jugar a las hipótesis. Así mismo consideraron, a priori, la idea descabellada, algo imposible. ¿Y el pleno empleo? “Es un horizonte, se llegue o no. Es la referencia para los parámetros de la economía”, vinieron a decirme.
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La sensación de aislamiento se acabó una vez que hablé a finales de 1994 con mi primo, Luis Ayala, economista y profesor de Economía en la Universidad de Castilla la Mancha. Mi sorpresa fue que no se trataba de un tema nuevo y que había estudios y reflexiones sobre la idea de plantear un salario universal. Él mismo acabó de publicar, por entonces, un trabajo al respecto9. Gracias a la documentación que me proporcionó entré en contacto con abundante material teórico al respecto, incluso especializada y con criterios técnicos sobre la implantación de una Renta Básica. Para definir esta nueva idea se han usado muchos nombres: Salario Universal, Renta Incondicional, Renta Ciudadana, Renta Mínima. Para evitar confusiones se ha establecido usar el mismo término, Renta Básica, a cuenta de no confundir sus características con otras propuestas , muy distintas y que en ocasiones se creen similares, como el Salario Social, y por su puesto nada tiene que ver con una paga asistencial o el Ingreso Mínimo de Inserción (IMI).
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Hay una cantidad ingente de trabajo, que surgió en lugares aislados, pero llegando a similares conclusiones. Más adelante se empieza a generar una reacción en cadena que hará que la idea de una Renta Básica emerja en la sociedad y se implante como una medida justa y necesaria. No sin una lucha, teórica y práctica, como mecanismo de los procesos históricos , que necesitan de movimientos sociales para romper la inercia de aceptar las cosas como son por el mero hecho de que así están establecidas, sin ver más allá de su realidad concreta, ni comprender que el mundo es una sucesión de dialécticas (teóricas y prácticas) que cambian y se superan unas a otras. Lo que da el progreso, el desarrollo y la evolución de la sociedad.
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De la reflexión de diversos autores y colectivos se ha ido trasmitiendo la inquietud y organizando la difusión de lo que de ser una idea pasa a ser un proyecto realizable. Para que un planteamiento pase del concepto a la sociedad debe partir de la realidad y luego llegar a ésta nuevamente. En ese proceso la realidad se transforma. Es lo que Georg W. Friederich Hegel denomina el “devenir de sí mismo: tiene como comienzo su término y es real por medio de su desarrollo y su fin”10. De tal manera que, explica este filósofo, la libertad, como ser representado, se encuentra en la conexión del ser y el pensamiento.
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Muy distinto a un proyecto es la adaptación a la realidad una ideología o dogma, o viceversa. Esta situación exige de la violencia como mecanismo de su consecución. En el primer caso se encuentra lo ocurrido con el modelo comunista. Para adaptarlo a la realidad hay que transformar ésta, cambiando la mentalidad de los ciudadanos con métodos de reeducación y de adoctrinamiento, grupal y social, y para los inadaptados sesiones individuales que se asemejan a los lavados de cerebro o se les condena a ser proscritos en su sociedad. Así ocurre también en las teocracias y todo tipo de sectas. Por el contrario la adaptación de las ideas a la realidad insolidaria, egoísta y en la que cada uno va a lo suyo, es el planteamiento teórico del capitalismo puro y duro. El mismo esquema que mantienen organizaciones mafiosas y empresariales: “si lo que importa es ganar dinero logrémoslo sea como sea”.
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La idea de una Renta Básica se propone como un proyecto, por lo que cualquier dogmatismo sería deformador de este tema. De hecho las corrientes de donde surge la idea son muy variados y diversas, en su manera de pensar y de actuar. Y tal riqueza es lo que da más esperanzas a esta medida.
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Me puse en contacto con el economista y miembro del Grupo de Economía Crítica , José Iglesias Fernández, que ha trabajado en dar forma técnica a la propuesta de la renta básica, desde un punto de vista económico y ha elaborado numeras ponencias y artículos: “Del reparto del trabajo a la Renta Básica” (1994) , “Capitalismo, marginación y pobreza” (1.995),”La Renta Básica: un programa de implantación” (1996)11.
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El sociólogo alemán, Hans Harms, ha publicado bastante teoría respecto a una manera diferente de pensar sobre los problemas socioeconómicos. Aparece un interesante estudio en el anuario vasco de derecho, del año 1.989, que se pudo leer dos años antes en Alemania, “Sobre el presente y el futuro del mundo laboral”, así como diversos artículos en tribunas de opinión. Recoge diversas propuestas dentro de la CEE, que empiezan a aplicar pasados los años, de manera aislada y sin un contexto más amplio que el de buscar soluciones puntuales para colectivos que producen demasiado, cuyo problema es el excedente: “carece de sentido producir mercancías para las que no hay suficiente demanda en el mercado”, de manera que presenta el principio de un sueldo sin trabajar, lo que se aplicaría más adelante de manera parcial en las subvenciones a los agricultores por dejar de cultivar las tierras o para que abandonasen la producción de leche.
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Francisco José Martínez, de FIM, propone una vía capitalista al comunismo a través del salario social12. Agustín Morán , del centro de Asesoramiento y Estudios Sociales (CAES) llega a la conclusión de la necesidad de un mínimo de subsistencia ante una pregunta evidente: “¿Y si no hay trabajo, qué?”.
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Autores extranjeros que apoyan la tesis de un ingreso incondicional son , entre otros, H. Parker13, K. Mayhew14. Cabe destacar como impulsor, desde el año 1986, de este planteamiento a Philipe Van Parijs, profesor de la Universidad católica de Lovaina, responsable de la Cátedra Hoover de Ética Éconómica y Social15, junto a Robert J. Van del Veen.
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En el año 1984 los economistas Henri Guitton y Yolanda Bresson, proponen sustituir las pagas asistenciales por el reparto de la riqueza de los beneficios de la productividad nacional, ya que entienden que cada persona es legítima heredera de la riqueza acumulada por las generaciones precedentes. Comprueban que tal gasto queda cubierto por los dos tercios que suponen los fondos destinados a las pensiones existentes y el resto se puede obtener fácilmente mediante ajustes en la fiscalidad, por lo que desde un punto de vista técnico no sería inviable. Ocurre, que tal y como analizan diez años después Baldwin y Falkingham, el problema no es esta cuestión técnica, sino las dificultades de adaptación al cambio social.
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El año 1955 se publica la obra de Eric Fromm, “La sociedad sana”16, en la que expone las bases de “una garantía universal de subsistencia”. Posteriormente en la obra “Sobre la desobediencia y otros ensayos”, desde su postura sobre el humanismo socialista dedica un capítulo a los aspectos psicológicos de implantar un sueldo asegurado.
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Otros autores que abren las puertas al tema de la Renta Básica son Robert Van der Veen, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Amsterdam. El polaco Adam Schaff hace una reflexión muy interesante en el libro “Perspectiva del socialismo moderno”. Filosofo marxista que reconoce que no hay un análisis específico desde el materialismo dialéctico para la sociedad moderna, basada en la información de masas y la tecnología. De manera que explica que los problemas dejan de ser ideológicos para pasar a ser empíricos. Ve que el problema del paro es irresoluble y que la única manera de resolver sus consecuencias es cambiar las estructuras de las sociedades tradicionales, tanto en el comunismo como en el capitalismo, pues se trata de una cuestión de civilización17.
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Magdalena Grau Figueras y Agustí Chalaux de Subirá, proponen una revisión del sistema monetario, como medida de una reforma que debe comenzar por inciativas concretas.18 Fernando Savater ofrece la idea de combinar de manera interacticva los principios ideales con los análisis prácticos : “Sería deseable desde la izquierda un ingreso básico general de ciudadanía, entendido no como un subsidio sino un derecho de todos, a partir del cual se pudiera optar a trabajos remunerados … Redefinir el mercado de trabajo, la relación entre productividad y retribución”19. Recientemente Daniel Reventós ha realizado su tesis doctoral en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona, sobre la Renta Básica, y se ha publicado en forma de libro20.
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Junto a las referencias teóricas se produjo unan confluencia de ideas en grupos, asociaciones y otros colectivos que trabajan en el desarrollo de lograr que la Renta Básica se convierta en una realidad. AREBA (Asociación Renta Básica) de ámbito estatal, con sede en Barcelona , cuyos miembros son activistas históricos de las luchas obreras y de los barrios prolongan su experiencia a un nuevo tema con el fin de hacer historia. Se legaliza el 1 de septiembre de 1996. Cuatro años después edita la obra “La cultura del trabajo, abajo”. Ramón Fernéndez Durán, Profesor titular del departamento de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona y miembro de AREBA explica: “el tema (de la RB) lleva cierto tiempo en discusión entre teóricos y especialistas, pero permanece alejado de los auténticos interesados en él: parados, necesitados, contestatarios, pueblo en general”. Reconoce que no significa en sí misma una transformación radical del sistema, pues es posible dentro del capitalismo, pero “sí que lo es en potencia, ya que ataca frontalmente la base del capital: el trabajo asalariado como única forma de ingresos”21.
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En marzo de 1999 se legaliza ARENCI (Asociación Renta Ciudadana) en Castilla y León. En Barcelona Kairós Europa, apuesta en favor de la Renta Básica, con un amplio trasfondo, pues enmarca este tema en la significación profunda cristiana de lo que supone el jubileo en la tradición judeo cristiana (regeneración de las estructuras sociales, corrección de las injusticias, redistribución de las riquezas). Plantea que “los poderosos no accederán voluntariamente a colaborar, por lo que es necesario elaborar una estrategia, que no puede ni debe ser diseñada en un laboratorio, sino que debe ser el resultado de un amplio proceso de reflexión, actuaciones y movilizaciones entre todos los que deseamos la justicia distributiva”22.
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Otros grupos y asociaciones que defienden la RB son Baladre-Zambra, en Málaga, y el movimiento contra el paro en esta ciudad. Asociaciones como Ecoconsert respaldan y posibilitan medios de divulgación para expandir la argumentación en favor de la RB. Otras asociaciones de parados se mantienen distanciados de esta idea, como Parados en Acción (ADEPA), SENUN-40 y otras.
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Una referencia importante es la que hizo el partido Cooperación Ecologista Democrática, que fundaron personas de Alcalá de Henares, Madrid, que militaron en Los Verdes. En sus estatutos, legalizados en 1990 aparece el apartado 9-B con el siguiente texto: “Aseguramos un salario de subsistencia a todos los ciudadanos por el hecho de nacer. Este salario, que se hará efectivo a partir de los catorce años permitirá cubrir las necesidades más perentorias de forma que nadie tendrá que delegar en otro su supervivencia. Ello asegura la libertad individual”. Por desgracia sus planteamientos radicales y filosóficos pasaron desapercibidos. Un año antes Juan N. García Nieto y Eduardo Rojo Torrecilla publicaron un artículo en el que hablaban de la posibilidad de establecer un Salario Ciudadano23.
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En la Convención Política de Nueva Izquierda24, en la que expuse, como invitado, las características de las soluciones a la nueva economía, quedó como una de las resoluciones del encuentro “reflexionar sobre la Renta Básica”. Pienso que es el punto de apoyo práctico a lo que define su presidente y analiza en diversas ponencias, Diego López Garrido, como “democracia económica”.Luego pasó al PSOE con cargos de relevancia y se olvidó de todo esto.
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Fuera de España intervienen en profundizar y divulgar la Renta Básica: BIEN, (Basic Income European Network) en Bélgica. Nouve Equilibre y AIRE, en Francia, (Asociatión pour l´instauratión d´un Renenue d´Existence). Green Party y Citizen´s Income Trust, en Gran Bretaña. Pathways to Basic Income, en Irlanda. Vereniging Basisinkome, en Holanda.
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En Noviembre de 1998 se celebra la Jornada sobre el derecho ciudadano a la Renta Básica, en Barcelona, en la que participa un número considerable de personas de todo el territorio del Estado español. En Marzo de 1.999, en Málaga, se convocan las IV Jornadas sobre economía crítica, cuyo tema se centra en la RB.
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En mayo de 1999 se celebra el Pleno Confederal de la Confederación General del Trabajo (CGT). En el punto E, del apartado 1, sobre Acción Sindical, figura “Salario Social o Renta Básica”. Se produce un fuerte debate sobre el asunto, entre quienes condenan la Renta Básica, por entender que es algo totalmente ajeno al sindicalismo. Llegan a llamar a sus defensores “anarcoliberales” y plantean el trabajo como un deber. Por lo que consideran que tales posturas son propias de “rentistas”25. Por otro lado la CGT de León presenta una ponencia que responde a cada planteamiento contrario y despreciativo hacia la RB26. El Secretario General de la Federación de León , Eduardo Gutiérrez, propone una solución de consenso. Lo que finalmente se logra, ganando la votación la defensa sindical del Salario Social, pero eliminando de la ponencia todo aquello que es en contra de la RB y dejando el debate abierto sobre la cuestión, lo que es un triunfo al conseguir que un sindicato aborde el tema.
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En Euskadi se aprueba el 27 de Diciembre de 2.000 la Ley 10/2.000 de la Carta de Derechos Sociales para implantar la Renta Básica, y usa este término, a partir de Enero de 2.001, con una cuantía del 75% del Salario Mínimo Interprofesionnal para una persona, lo que supone 63.105 ptas. al mes. Añadiendo para una segunda persona que conviva con él y carezca de medios un 25% y un 10% para una tercera. Lo que supone un total, para una pareja con un hijo, 92.554 ptas mensuales. Se dejaría de recibir si se consigue un trabajo con ingresos superiores a la cantidad que percibe y el beneficiado queda obligado a participar en convenios de inserción, según el artículo 9 de tal ley, que específica el derecho a la inserción social. No es exactamente una Renta Básica, pero es un avance respecto a otras medidas institucionales y abre las puertas para un debate más profundo y basado en experiencias concretas sobre los resultados de las políticas para paliar el desempleo.
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- 7Ramiro Pinto participó como Consejero de representantes estudiantiles de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, acreditado el 15 de diciembre de 1.982 y como representante de la Universidad Complutense de Madrid en las y Jornadas Estatales de Estudiantes Universitarios, celebradas en Zaragoza, 1.983.
- 9“Los Sistemas generales de rentas mínimas en Europa”. Documentación Social, Nº 96, año 1.994. Otro trabajo anterior de Luis Ayala es “Citizen´s income in Spain?. BIRG, nº 16 – 1.993. “¿Hacia una Renta Incondicional? Los fundamentos económicos” Revista “Papeles” de la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM) 2º semestre, 1.996