La interiorización de una doctrina y convertirla en la conciencia, voluntad y personalidad de un sujeto se produce a lo largo de varias fases. Las técnicas de manipulación se aplican escalonadamente, en sucesivas etapas. Se utilizan unos u otros métodos según se precisen en cada momento.
Primero es el contacto con la persona que se va a convertir en el objetivo de la secta. Se hace mediante alguna actividad camuflada. A partir de ese momento se empieza la introducción, pero no es repentina, sino gradual. Para hacer que se acepten las condiciones de la secta hay que cambiar la mentalidad del neófito y a medida que esto se produce se ofrecen nuevos conocimientos y condiciones.
Aprendizaje.
La primera parte del proceso consiste en asociar a la doctrina, negocio o idea que se va a presentar un lenguaje específico. Los términos del nuevo idioma tergiversan la comunicación cotidiana. Hacen de frontera psicológica entre el interior de la secta y el mundo exterior. Pero lo que cambia no es el idioma. Sólo ciertas palabras que trasforman la manera de pensar porque las palabras comunes se definen de otra manera o se matizan, adquiriendo otro valor al de uso social: Personalidad como elemento negativo; la realidad es irreal, Maya —una ilusión—; Deber es obedecer a los mandos (no a la conciencia); Trabajar es un acto místico si es en beneficio de la secta. Si es en una empresa que no rinde al grupo puede ser considerada un instrumento del mundo dominado por el Anticristo; Estudiar es aprender las consignas de la secta; Humanizar es aumentar el número de prosélitos. Otras veces se usan en sentido etimológico sin hacer caso de lo que comunican en la sociedad.
Las sectas utilizan palabras de diversas culturas y conceptos que provienen de otras maneras de pensar, pero desarraigadas de su historia y ambiente. En ocasiones las inventan los líderes y se convierten en palabras-símbolo. Se mezclan símbolos lingüísticos para formar nuevas ideas: Kamaloka, Devakán, bhudi, asana, dharma, E-meter, autoría, resistencias psicológicas, Claro y demás. Las nuevas palabras trasmiten nuevas ideas. Para comprender su significado hay que hacer unos cursos, estudios bíblicos o seminarios de conocimiento.
El logro es sentirse en sintonía con el grupo y alejado del resto de los vulgares mortales. La incomunicación determina una frontera psicológica que aísla mentalmente al sectario. No dialoga. Soporta lo de fuera en cuanto que lo necesita para la supervivencia material.
A medida que aprende cosas nuevas, el neófito se siente eufórico. No solamente aprende algo sino que le revelan algunos secretos, los cuales se acabarán convirtiendo en una cadena interminable. Cuando se sabe uno, tras él, hay otro que se sabrá cuando se prepare más. Compartir lo que se enseña es la tarea de los elegidos. Quien lo aprende se siente halagado. Los que quedan fuera creen que los que se ocupan de esos temas son tontos o locos, sin entender la genialidad del jefe ni ver la evolución superior de los que rigen los destinos de la secta.
Dejar la aventura del conocimiento que se ha emprendido es un apuro ante los nuevos amigos. En una secta todo funciona asociado a unas relaciones emocionales. Abandonar el camino genera angustia sobre todo por un sentimiento de culpa. Seguir estimula constantemente con efectos especiales: discursos, ceremonias y fiestas.
Inversión lógica.
La fanatización anula los sentimientos, la capacidad de razonar y de ser crítico. El esquema de pensamiento que utiliza el obseso de una idea funciona en los adeptos porque no analizan sus reflexiones; las creen. Eliminan la argumentación.
En una secta el conocimiento es desvelado a los que se preparan para recibirlo, es directo. La destreza se consigue mentalizando al adepto. Se adora a la secta, a sus representantes y a sus enseñanzas. Si algo no concuerda con la realidad es ésta la que hay que cambiar.
La fe es una facultad humana que trasciende a la razón, se manifiesta de manera personal a pesar de los razonamientos. Pero cuenta con ellos como punto de partida y de documentación. Necesita del juicio crítico y de la lógica para explicarse. En las religiones lo que no se demuestra ni resuelve constituye el misterio. Es algo a lo que no llega la razón.
Hay una base argumental con la que se puede estar de acuerdo o no, según se sea o no creyente. El fanatismo prescinde de la razón. Genera una falsa lógica. Se convierte en una caricatura de la doctrina o ideología profesada. Los discursos de las sectas presentan muchísimos errores lógicos, algunos elementales. La fe no utiliza la lógica, la supera pero se llega hasta ella con la lógica.
El fanatismo usa la lógica aunque de manera tergiversada mediante trucos dialécticos. Para el adepto sirven las argucias porque no necesita que el gurú le demuestre nada, sino que le es suficiente con que alimente su programación.
La Iglesia de la Cienciología al afirmar que los que la critican son criminales tienen que demostrarlo, para ello acude a un terreno sólo creíble para el que se ha sometido a sus cursos. Si a quien se refieren no ha cometido delito alguno ni ha sido condenado nunca por la justicia dirán que lo fue en anteriores reencarnaciones.
La teoría de la metempsicosis se puede creer o no, pero es inútil usarla como premisa de un razonamiento y más como una prueba concluyente. Tales estratagemas sirven solamente para activar la programación al hacer referencia a la base doctrinaria, por eso convencen a quien se ha fanatizado con tales ideas. Lo mismo ocurre cuando afirman los cienciólogos que sus técnicas de Dianética, a través de la mente, curan todas las enfermedades psíquicas y físicas. Como este dato no se corrobora con los hechos se traslada el argumento a otra realidad. Explican que no se pueden sanar aquellas que provienen de anteriores reencarnaciones. ¡Y se quedan tan anchos!. Para los que no participan de sus criterios parece una tontería, pero en la mente del sectario favorece el convencimiento porque el adepto ha sido adiestrado para asumir tales ideas. Ideas que no habría aceptado antes de entrar en la secta, ni tan siquiera estudiando sus contenidos intelectualmente. Para que funcionen se acompañan de técnicas manipulativas.
Las sensaciones producen engaños que si no se analizan pueden confundir y si se manipulan pueden pasar por verdaderas. Son los efectos ópticos o de cualquier otro sentido. En ellos se basan muchos trucos de los prestidigitadores. Lo que percibimos a través de los sentidos son valores relativos. Por ejemplo: si ponemos la mano en un chorro de agua fría nos puede parecer que arde si antes hemos puesto la misma mano dentro de un montón de nieve.
El horizonte es una percepción visual: lo cierto es que el cielo y el mar no se juntan, aunque así nos parezca. Cuando un tren está parado parece que se mueve si el de al lado lo empieza a hacer. Cuando paramos después de girar, siendo el eje el cuerpo, se ve que todo da vueltas. Tenemos la sensación de estar quietos sin percatarnos del movimiento de rotación y el de traslación de la tierra.
Tomar las sensaciones como experiencia que fundamente una creencia es equivocado porque puede partir de un error. Es frecuente que en ciertos círculos de esoterismo y ocultismo se pregunte, a los que empiezan a asistir a las charlas, si algo que han realizado alguna vez no han tenido la sensación de haberlo hecho antes. Basta que hagan tal planteamiento para que se asocie a algo parecido que les ha ocurrido. Sin embargo, se aporta como una prueba que evidencia la reencarnación. O se hace entender que la experiencia de recordar un sueño supone tener conciencia de un viaje astral. Sirve para trasladarse a otra dimensión, a otra época en una travesía al pasado o al futuro. Los efectos de los sentidos se pueden manipular.
También las sensaciones pueden ser psicológicas y producir efectos reales. Alguien come un plato de carne que le ha gustado mucho. Si le gastan una broma y le comentan que se trata de carne podrida o que es de perro, al que lo haya probado le da asco, si se lo cree, y vomita. Una mentira provoca un hecho real. La repugnancia es cierta aunque el hecho no fuera verídico.
Una sensación puede originarse por sugestión. Heinz Dirks en el libro La psicología, narra una experiencia que consistió en que un conferenciante presentó un perfume muy bueno. Iba a ser el más caro del mercado. A los participantes les regalaron un frasco de muestra. Muchos alabaron el aroma ¡y lo olieron! aun cuando se trataba de una sustancia inolora. De la misma manera se producen errores del razonamiento, sin que quien lo piensa sea capaz de reconocerlos, sin que haya en la equivocación mala intencionalidad. Bastan algunos ejemplos para mostrar su funcionamiento, pero las sectas repiten cantidad de ellos. También poseen un mecanismo de defensa para superar el descubrimiento de la argucia. Las sectas explican que la razón y la lógica son trampas de la mente material y egoísta: mente concreta o kama-manas. O bien que conviene no hacer caso de las reflexiones para llegar a la fe por encima del mundo de las apariencias racionales. El diálogo huelga porque, se diga lo que se diga, no sirve. No deja de ser una parte más de una cadena de errores cuya única consistencia es la fijación de la idea o doctrina sectaria.
Una persona tiene fobia a viajar en coche. Dice que no lo hace porque puede morir en un accidente. Lo que plantea es justificar su base emocional, que puede que no reconozca conscientemente. Ofrece datos, estadísticas del número de accidentes mortales y demás. No es un razonamiento, porque convierte en teoría y hecho una posibilidad. Si al ir a subir observa que el conductor está borracho y se queda en tierra, toma una decisión argumentada sobre la base de un hecho probado, en cuanto que el conductor carece de facultades para hacer uso del coche. Aporta un conocimiento.
Cuando los miembros de los Testigos de Jehová quieren comprobar la certeza de sus normas, en la cuestión de negarse a hacer transfusiones de sangre, aducen que la palabra de Dios se comprueba en que se han dado casos de contagio del SIDA con la aplicación de tal práctica. Sin embargo, esto no se produce por el hecho sino accidentalmente. Lo lógico sería no realizarlo, ante tal riesgo, sin antes analizar el líquido sanguíneo. El profesor Pedro Guirao explica las leyes del silogismo, expresión verbal del razonamiento, en el libro Manual de Lógica. Tres son las fundamentales:
1. Si un término es particular en la premisa, la conclusión debe ser particular, no universal.
2. Lo que se niega en la premisa no se puede afirmar en la conclusión.
3. El término medio debe guardar el mismo significado en las dos premisas.
Muchas veces los errores que se cometen no se detectan si uno no se fija bien.
Estamos acostumbrados a recibir demasiados mensajes publicitarios, noticias, opiniones y propaganda sobre los que no se piensa suficientemente. Se caracterizan por ser fugaces, muy rápidos. Lo superfluo sirve de caldo de cultivo para propiciar las sectas y su afianzamiento en la sociedad.
Los falsos argumentos se dan también en debates que se celebran, a menudo, en los medios de comunicación. Participan personas famosas que desconocen el problema de las sectas destructivas. Opinan de cuestiones que nada tienen que ver con el tema. Se atrae la atención del público sin lograr trasmitir información sobre el asunto, por regla general. Así aumentan la confusión.
Relativizar el término «secta» impide definir el fenómeno que representa en sí mismo. Aunque pudiera haber similitudes no se puede comparar, como se hace a veces, con las religiones, equipos de fútbol, partidos políticos o la organización de una multinacional. Cada caso debe ser analizado en su ser. La idea de uniformarse no es lo mismo en un juego que en una ceremonia ritual. Tampoco es equivalente a un trabajo de vigilancia.