En las circunstancias mencionadas, al comienzo del desarrollo de la nueva economía, el economista James Tobin, asesor del presidente Kennedy y de la Reserva Federal de EE.UU, observó el funcionamiento económico en las transacciones financieras y propuso una tasación al respecto. Su teoría fue muy valorada, hasta el punto de recibir el premio Nobel el año 1981. Sin embargo reconoció que su tasa jamás se convertiría en realidad.
Tobin ideó un impuesto sobre las transacciones de divisas para amortiguar las fluctuaciones en los tipos de cambio, cuyo fondo propuso poner a disposición del Banco Mundial (BM) A cada cambio de moneda pretendió imponer una tasa, la conocida posteriormente como Tasa Tobin, de un 0´5 % del valor de la transacción. La economía financiera había entrado desde los años setenta en una etapa puramente especulativa, que se ha ido desarrollando. Dos acontecimientos económicos marcan el impulso de esta nueva etapa. En final de la convertibilidad del dólar en oro (1971) y la liberalización de movimientos de capitales en EE.UU. (1974) Ambos procesos sirvieron para evitar el estancamiento económico. La pujanza de las nuevas tecnologías y el incremento masivo de beneficios impidieron que circulase en inversiones productivas de su misma proporción. Se creó desde entonces riqueza directamente en forma de dinero y sobre esta base surgió una red de negocios financieros. Para que este modelo funcione tiene que socializar una parte de esa riqueza en pro de un bienestar global.
El objetivo de la medida que ideó Tobin fue originariamente disuadir a los especuladores, que comercian con los cambios de moneda a muy corto plazo, pues elevan el precio del cambio y distorsionan el valor de las monedas, con meras operaciones especulativas fuera del mercado monetario del comercio de divisas. La recaudación fue un objetivo secundario en su idea, siendo el principal frenar el tráfico de divisas de manera especulativa, lo cual ha ido en aumento debido al avance tecnológico de los medios de la informática. Pero ya no sólo en las transacciones monetarias, sino de otros valores. Propuso, en aquel entonces, una tasa para operaciones especulativas rápidas ante una nueva realidad económica en la que la especulación se convirtió en un fin en sí misma.
Según datos del Banco Internacional de Pagos el año 2000 circuló una media de un billón de dólares cada día laborable. El movimiento ATTAC de Madrid estudia[1] como la liberalización generalizada de los movimientos de capitales ha hecho aumentar el intercambio de divisas con fines especulativos, siendo el 80% de las transacciones de ida y vuelta con una duración inferior a una semana laboral. Ha calculado que aplicando un 0´1% sobre operaciones de cambio se obtienen 150.000 millones de dólares al año. Si lo traducimos a unidades de distribución rb, vemos que equivaldría a 29.691.211 rentas básicas. Un ínfimo porcentaje supone la posibilidad de un reparto global de la pobreza, con la característica de que da estabilidad y mejora el sistema financiero, lo cual es algo que rechazan de antemano quienes usan la Renta Básica con un criterio meramente ideológico.
Años después surge un movimiento en favor de la Tasa Tobin, que pretende que los gobiernos implanten dicha tasa y su recaudación se utilice en ayudas al desarrollo en los países más pobres. El autor de la propuesta manifiesta su disconformidad con el uso de su idea que se hace desde el movimiento antiglobalización. Es evidente que cualquier descubrimiento o invento será usado posteriormente ajeno al autor. Seguro que Marconi, cuando inventó la radio jamás imaginó la cantidad de programas que se emiten, su uso publicitario y la cantidad de cadenas que hay, así como la transformación cultural que produjo en su momento.
Para Paul B. Spahn, economista financiero que trabajó para el FMI y defendió la Tasa Tobin, la medida de tasar los movimientos especulativos en el mercado monetario tiene un efecto de estabilidad, al menos teórico. Su planteamiento fue apoyado por el Ministro de Desarrollo alemán, Wieczorck-Zeul (Febrero 2002). Además de dar un objetivo concreto a la recaudación, este economista alemán, observó que su aplicación protege los flujos financieros tanto de maniobras especulativas, cuyo único fin es ese, como de ataques con grandes capitales para devaluar la moneda de un determinado país.
La medida que propone Tobin tiene un gran valor teórico porque plantea un mecanismo de adaptación a la nueva economía incipiente. El problema que tuvo es que no insertó un fin específico y se ha visto como un impuesto más añadido. La diferencia con la Renta Básica, es que ésta se inserta de lleno en la estructura económica para dinamizar su funcionamiento. El movimiento en favor de la Tasa Tobin quiso llenar de contenido tal medida con un objetivo concreto y solidario, pero lo convierte en una carga a la economía financiera, de carácter ético – moral. Algo encomiable, pero es necesario activar los mecanismos del funcionamiento económico actual, para que el objetivo de este movimiento en favor de aplicar dicha tasa suceda como desarrollo global de la economía. Y ahí es adonde apunta la Teoría Alternativa que explica la Renta Básica.
Según Karl Marx, el hecho de que el capital y su expansión fueran el origen y la finalidad del proceso económico industrial capitalista hace que se produzca simplemente para su incremento. Entiende que el crecimiento económico es fuente de desigualdades y de explotación, lo que previó sucedió cada vez más porque el modelo capitalista se ha convertido en el modelo dominante y hegemónico. Pero hay un factor que ha cambiado, la globalización. De las muchas interpretaciones que puede tener este fenómeno una de ellas es que la economía pasa de un sistema abierto a otro cerrado. Es decir los mercado pudieron expandirse mediante la guerra, el colonialismo, el comercio. Pero llega un momento en que el planeta entero es su propio límite. Se hace necesario un desarrollo sostenible, pasar a un crecimiento cualitativo como expresión económica del capital y desarrollar las partes más depauperadas de la economía global. Ya no crecen los mercados, sino el capital, de manera dominante. Ya no se puede redistribuir la riqueza desde los mecanismos del mercado, mediante el trabajo, pero sí el incremento del capital sobre el crecimiento de su valor. Es posible, pero además es necesario para el buen funcionamiento de la economía en su conjunto. Necesario para la economía y para la sostenibilidad, de forma que se encauce la riqueza a partir de una base que garantice la supervivencia individual con medios para vivir dignamente. La Renta Básica en el caso de los países desarrollados y mediante el trabajo en las economías en quiebra o en vías de desarrollo. Esto puede parecer una paradoja, que ya expliqué en mi obra anterior, pero al ser un criterio económico la Renta Básica define el crecimiento económico: crecimiento económico hasta que sea posible la Renta Básica. Antes de que lo sea es necesario el trabajo de los ciudadanos hasta llegar a hacer eficiente un desarrollo tecnológico óptimo. De nada servirá llenar de ordenadores una aldea africana si carece de enchufes. Éstos no funcionarán si no hay tendido eléctrico, éstos no servirán si no hay fuentes de energía. Y nada de aquello serviría si no hay una administración adecuada, etc.
Según la Teoría Clásica el desequilibrio de un sistema económico lo regula el mercado. La Teoría General de Keynes plantea la intervención del Estado para aumentar el consumo a cuenta de incentivar la demanda y que ésta exija producir más. También bajar los impuestos para propiciar la inversión y adoptar políticas sociales allá donde no llegue el mercado. Con la Teoría Alternativa que he estudiado se regula el mercado financiero, se estabiliza la función del mercado productivo con una red de demanda general activa de manera permanente, cuyo funcionamiento es impulsado por la tecnología. El trabajo ya no es el elemento central sino uno más, lo cual sucede no sólo como realidad económica sino como realidad histórica. El dinero que se emplea para crear puestos de trabajo inútiles y caros, puede sustentar la base del derecho económico. Permite un desarrollo sostenido, que dará lugar a la consolidación de la organización económica como resultado de la evolución histórica.
Entramos en un asunto muy controvertido en los debates sobre la Renta Básica y de concepto del pensamiento político: la especulación económica. El problema de los postulados enmarcados en la izquierda política es que mantienen posturas y posicionamientos basados en arquetipos teóricos de la sociedad industrial, que poco o nada tienen que ver con la realidad actual.
El diccionario de la Real Academia española define «especular» como efectuar operaciones comerciales o financieras basadas en las variaciones de los precios o los cambios, con la esperanza de obtener beneficios. Y seguidamente añade «frecuentemente con sentido peyorativo«. Algo que es cierto, pero sobre todo porque no se entiende su contexto dentro de la nueva economía. Otra definición es: procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil. También, obtener beneficios por la diferencia prevista en las cotizaciones. O sea maximizar el beneficio en el menor tiempo posible.
En teoría especular consiste en prever la evolución del mercado para sacar beneficio del mismo, sin embargo cada vez es más una forma de influir en dicha evolución. Vemos que el incremento de valor sucede sin la función del trabajo. Por otra parte su resultado es una ampliación de capital que va a tener repercusiones financieras y forma parte del crecimiento económico.
En resumidas cuentas especular consiste en que alguien compra barato y vende caro. Pero vende caro porque hay alguien que paga el precio incrementado sin que nadie le obligue a hacerlo. Forma parte de la libertad de comercio y de la libertad de los individuos. Algo que nadie puede evitar, sólo coartar con medidas totalitarias. Únicamente en un modelo dictatorial el Estado puede intervenir en los precios o en poner condiciones, pero las dictaduras fracasan porque a la larga sus sistemas económicos no funcionan. Prohibir la especulación paraliza no solamente el crecimiento económico, sino la economía misma, todavía más en una situación en el que la economía financiera es la dominante y el motor de todas las demás.
El especulador se lucra a costa de empobrecer a otros. En parte es cierto, pero sólo en parte, pues entre ellos hay un riesgo, que es en lo que se basa el beneficio, ya que no en el trabajo, y más cuando cada vez se reinvierte más en el sistema financiero que en el industrial. Cada vez es mayor la proporción de beneficios que de pérdidas dentro de la misma negociación de capitales, porque se produce un efecto de expansión. No solamente se compra y se vende dinero, sino que se crea, lo cual hemos llamado pluscapital. Y además esta valor añadido del capital retroalimenta el sistema financiero, pues su inversión en el sector productivo, industria o agricultura, es limitada debido al avance cada vez más espectacular de las tecnologías.
Se supone que otra manera de empobrecer es que suben los precios en relación a quienes tienen un salario, pero la experiencia demuestra que lo que se consigue en una economía dinámica es aumentar el nivel de vida y extender la riqueza. Quedan fuera de este crecimiento las economías de países que no han desarrollado su aspecto financiero.
La negociación financiera basada en especular funciona económicamente. Hemos comentado que sólo es posible evitarla con modelos totalitarios, pero cada vez más el mercado se convierte en un poder social y político que se expresa como Dictadura del capital. Lo cual cada vez se afianza más. Ante esto no se trata de eliminar el capital o bloquear su funcionamiento, sino democratizarlo, lo cual es la función de la Renta Básica, una medida que regula y socializa la especulación.
Otra cosa es el acto delictivo en torno a la especulación, que se hace mediante la prevaricación de representantes de instituciones públicas que, a sabiendas y debido al poder que les da su puesto público, ejercen cambios e influencias con el objeto de obtener beneficios para negocios propios o a cambio de comisiones (las mordidas) o para favorecer a una empresa familiar o de alguien cercano a él. Fenómeno muy extendido que se camufla con la especulación, y hace que ambas cosas se confundan. Por ejemplo en la recalificación de terrenos, en cambios de planes urbanísticos, o inyectar capital a determinadas empresas mediante subvenciones. Cómo la especulación no se controla económicamente ¡ancha es Castilla! pero de haber un control económico, lo que se logra tasando sus operaciones, funcionaría como resultado de un mercado de valor, no como resultado de una decisión. Cuando la función política no dependa de crear empleo al precio que sea el bien público será una prioridad.
Analicemos un caso concreto, como es el de la vivienda. Sólo en cuanto lo que nos incumbe para este análisis, pues el tema sería muy largo de tratar. Podemos observar dos aspectos que deberían darnos qué pensar, para comprender el funcionamiento de la nueva economía. Por una parte las viviendas son cada vez más caras, pero se venden, incluso como forma de ahorro que produce capital con el paso del tiempo (especulación) El encarecimiento del precio no es proporcional al coste, que muchas veces disminuye, sino por el incremento de la demanda.
Hay dos mercados, el de la vivienda y por otra parte el del dinero, mediante el cual se compra un crédito. El mercado de dinero es cada vez más barato y accesible, así como ofertas que dan facilidades de financiación. Y esto es debido a que la oferta monetaria es muy abundante y crece. De hecho es casi tan fácil pagar una hipoteca que un alquiler. El fracaso de la política de la vivienda consiste en no potenciar los alquileres y la participación pública sólo en este aspecto. La privatización del suelo no arreglara este asunto, sino que sirve para ampliar el mercado de las empresas constructoras, a las que se facilita sus operaciones inmobiliarias. Los partidos políticos acceden a este planteamiento para evitar el desempleo masivo, sin ver el equilibrio poblacional, de graves consecuencias en la conducta social. Pero este es otro tema.
La dificultad de conseguir una vivienda radica en que por regla general se exige un dinero contante y sonante no declarado. Mucha gente puede comprar un crédito para pagar una hipoteca valorada en lo que dice el contrato, pero no lograr los varios miles de euros, según el precio, que se exige en dinero negro. La vivienda social es más barata, pero también se arregla mediante préstamos bancarios. Lo que también hace que sea más accesible es que no se exige el pago de una cantidad previa.
Pero el dato relevante es que en las sociedades en que son más caras las viviendas, es decir, en las que ha habido más especulación, son en las que más se venden y más acceso a la compra hay. En España un 77% de las familias tienen acceso al mercado de la vivienda. En Rumanía, Perú, Senegal en que la vivienda es más barata no llega al 8% de la población. Al aumentar la riqueza se incrementa el poder adquisitivo de la ciudadanía mediante la redistribución y tal esponjamiento económico favorece la creación de riqueza. Lo cual depende de la organización social y de la organización económica, en gran medida. La especulación encarece la vivienda, pero la hace más accesible, porque permite que crezca y se extienda la riqueza.
El artículo 47 de la Constitución española establece que los poderes públicos regularán el suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. Algo que no se cumple, porque no se puede cumplir en una economía de libre mercado, pero seguidamente la Constitución establece que la ciudadanía participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos. O sea que a la vez se admite el aprovechamiento de la especulación urbana, que se resuelve con disponer de espacios públicos e «iglesias». Si se amplia el aprovechamiento de la plusvalía de la riqueza que en sí generan los mecanismos financieros y especulativos se garantiza el principio constitucional de promover el progreso de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida, ante el reiterado incumplimiento del artículo 35 de la CE sobre el derecho al trabajo y una remuneración suficiente para satisfacer las necesidades de cada sujeto. Lo cual llenaría de contenido el art. 128,1 del título VII sobre Economía y Hacienda: «Toda riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general«.
1 [1] Cambio 16, 15-X-2001