Vemos que la fiscalidad acaba llegando adonde llega la riqueza finalmente, que es al sector económico dominante que impulsa y determina a todos los demás. Lo que hemos denominado la base de la pirámide georgiana.
A partir de la década de los noventa la economía ha entrado en una nueva etapa, de manera que la base de esa pirámide de la que hablamos varía y es allá adonde debe llegar una nueva fiscalidad, para que la redistribución de la riqueza haga que funcione mejor la economía. Aunque suponga algo absolutamente nuevo es una necesidad de adaptación, de lo contrario surgen paradojas irresolubles y que no encuentran solución alguna, como pasa con las diversas actuaciones desde las políticas económicas de los diversos gobiernos europeos, sean de la línea política que sean. Actúan a la defensiva buscando culpables o circunstancias que justifiquen su fracaso: subida del precio del petróleo, crisis energética, la devaluación del dólar, la guerra de Irak, cuando en realidad todas estas circunstancias pueden afectar pero no determinar el desarrollo económico. Es el modelo económico en sí que se encuentra en una situación límite, con su etapa de funcionamiento saturada. Esta crisis estructural es la causa de esos otros problemas, que son efecto y no la causa, como se nos quiere hacer creer.
En Enero del año 2004 la empresa Kodak anunció el despido de un 20% de su plantilla a nivel mundial, lo que afecta entre 12.000 y 15.000 trabajadores. Los cuales son de la parte de producción y administrativa. Sus beneficios de producción cayeron respecto al año anterior debido a cargos laborales que no necesitan debido a la nueva tecnología digital. Los inversores reaccionaron a este anuncio con un alza del 9% de los títulos de Kodak en la Bolsa de Wall Street. A finales del mismo año, ante el desmantelamiento de la empresa Philips y LG en Catalunya, Juan Montero, portavoz sindical de los trabajadores declara, ante un despido progresivo que afectó a 12.000 puestos de trabajo desde 1990: «es inadmisible que cada vez que se obtiene más beneficio por ventas se destruya tejido industrial«.
En el informe anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se advierte que pese a la reactivación económica y el incremento de beneficios en general el desempleo mundial se incrementó en un 6´2%, llegándose al registro de desempleo mundial más alto desde el año en que se comenzó a evaluar, 1990. Es un dato que desconcierta porque es un fenómeno económico absolutamente nuevo debido a que sucede en un periodo de crecimiento económico progresivo y estable. En el mismo sentido el Secretario General de empleo de España, Valerio Gómez, explica en Noviembre de 2004 que la deslocalización de las empresas produjo en España durante el lustro 1999-2004 la pérdida de 10.000 empleos directos y entre 30 y 50 mil indirectos. Algo pasa y las políticas económicas al uso no sirven. Basten unas pinceladas, pues esto se trata ampliamente en mi obra anterior. Trato de actualizar aún más los datos que van en el mismo sentido, para enfocar lo que nos concierne en este estudio.
La Asociación Provincial de Empresarios de Minas de Antracita (Apema) de León[1], anuncia la pérdida inmediata de más de mil puestos de trabajo debido al cumplimiento del compromiso de Kyoto, que exige disminuir las emisiones de CO2. Ante una situación límite para la salud general de la especie humana, en una sociedad rica y con diversificación energética ¿se puede hacer depender una medida necesaria por los puestos de trabajo en el sector minero? Los sindicatos de trabajadores han quedado anclados en la sociedad industrial.
La aplicación de dicho compromiso de Kyoto afectó negativamente, a finales de Noviembre del 2004, a Endesa y a Unión Fenosa, que mueven su capital en cuatro operadoras bursátiles. Pero se ampliaron por contra los beneficios de Iberdrola. Las dos primeras bajaron 0´4 puntos el precio de sus títulos, y el banco Urquijo aconsejó acumular acciones en Iberdrola. Poco después Endesa y Unión Fenosa ganaron por su estrategia en el mercado financiero, sin que cambiasen las condiciones que afectaron a su inversión productiva. Comprobamos que un factor medioambiental afecta a la industria en dos sentidos, bajan los beneficios de producción y los salarios en forma de desempleo, pero el negocio financiero gana.
Junto a los datos anteriores añádase que el Banco Central de España informa al Senado (25- XI- 04) que han descendido las ventas al exterior en un periodo en el que ha crecido a nivel de todo el mundo el comercio internacional. Informa también sobre que la demanda interna es el principal soporte de la expansión económica, lo cual aporta 4´6 puntos al crecimiento gracias al empuje sostenido del consumo de los hogares. Dato muy a tener en cuenta en relación a la propuesta que hacemos.
La reacción prevista por el gobierno es revisar la política fiscal, entre otros aspectos en relación a Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+I) de manera que se aumente la inversión tecnológica como elemento de competitividad frente al coste y salarios de producción. Lo cual va en detrimento del empleo. Ante esta evidencia los expertos de la política económica gubernamental proponen ayudar a crear empleo alternativo, lo cual es reiterar un fracaso tras otro, pues el empleo lo crea el mercado por sí mismo dentro del funcionamiento de la economía, por lo tanto hay que hacer que ésta funcione. Lo que ocurre es que el crecimiento económico ya no crea empleo, pero sí puede llevarse a cabo esa misma función con la Renta Básica, de la manera que veremos más adelante.
La política de subvenciones ha fracasado, pues desemboca en abrir industrias temporalmente para recibir las subvenciones. Esto ya sucede de manera generalizada en el sector agrario, lo que hace depender al sector de las ayudas europeas, la PAC. En Diciembre de 2004, la Asociación regional de Municipios Mineros (ARMI) se vio obligada a devolver 328.000 euros por la gestión irregular de las ayudas recibidas. Lo que en realidad fue un apoyo para modernizar al sector, se ha convertido en un fin del que dependen la mayor parte de explotaciones agrarias de tipo familiar. La nueva propuesta del gobierno en el sector industrial es que se devuelvan las subvenciones si quienes las que las reciben se van. Lo cual va a paralizar la creación de empleo todavía más.
Un ejemplo es lo que sucede con la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) que ha gastado en el grupo Izar 13´6 millones de euros para mantener a empleados que no tienen nada que hacer[2]. Se calcula el coste de subactitividad en esta empresa pública sobre 163 millones de euros en el año 2004, tres veces más del coste que en el año 2003. Un tercio de la plantilla no tiene tarea alguna que realizar, por lo que el proyecto es inviable, desde el punto de vista del empleo. El quererlo mantener a toda costa no tiene sentido. Las subvenciones que dio el gobierno, la Unión Europea las ha declarado ilegales y se tienen que devolver. La crisis política y social es tremenda y lo será más cuando se ha situado en un callejón sin salida. Con todo esto el gobierno socialista se ha comprometido a invertir 600 millones de euros para flotar esta empresa dentro de un plan de privatización. No voy a entrar en analizar lo que supone la dependencia de la industria militar que sería otra cuestión. Tan sólo aportar el dato de que según la unidad distributiva rb[3] tal ayuda equivaldría a 118.765 personas que recibirían una renta básica durante el año para el que se ofrece tal inversión. Una pareja recibiría unos ingresos de 10.104 euros/año
El desarrollo no sólo depende de la riqueza, sino de la organización económica de la que se dota una sociedad. De esta manera si las ayudas al desarrollo para los países pobres no cuentan con una estructura económica y dinámica se convierten en un pozo sin fondo.
Tampoco es posible un desarrollo sostenible para las sociedades ricas si no se organiza la economía de manera que sea posible. No basta con tomar medidas sueltas o establecer un marco de buenas intenciones, con leyes y tratados que luego no se cumplen. La organización social de la economía implica a todos los ciudadanos, por lo que una parte de la riqueza que genera la economía ha de repercutir en el bien general, simplemente para que la economía funcione mejor, lo cual ya no es posible mediante la creación de empleo.
En este sentido la idea de Henry Ford en cuanto a mejorar las condiciones de los trabajadores para convertirles en consumidores, de manera que dinamizaran la industria, puede hoy trasladarse al ciudadano, cuando el empleo no es para todos porque no llega con el crecimiento económico.
La desvinculación del empleo como elemento central de la creación de riqueza es una característica de la economía actual. El crecimiento económico sucede por primera vez en la historia de la Humanidad al margen del trabajo. El impulso del desarrollo se debe a los mecanismos financieros, como la especulación, fenómeno tan antiguo como el comercio, es decir de toda la vida. Lo que ocurre es que en el mundo de hoy este proceso financiero se ha convertido en el eje sobre el que gira la economía y los otros sectores dependen de él. Es la base de la pirámide georgiana, y receptora final de la riqueza que se crea en la sociedad. Forma parte de la evolución económica en sí. Abordaremos este aspecto seguidamente.
Conozcamos cómo funciona la economía actualmente y sepamos resolver los problemas desde este conocimiento, no improvisando medidas ni inventando teorías ideológicas que niegan la realidad o con cuentas ajenas al funcionamiento de la nueva economía, por querer ajustar medidas del pasado a la dinámica financiera del futuro, pues tales ajustes son engañosos y de aplicarse harán fracasar las medidas que son necesarias, pero lo son de la manera apropiada. Una mala aplicación de la Renta Básica podría ser nefasto y hay una tendencia en este sentido.
Quiero hacer un paréntesis para tratar sobre la idea del trabajo, que es la mayor pega que han puesto los críticos al trabajo anterior, sobre los fundamentos de la Renta Básica y la perestroika del capitalismo. Aparte de lo expuesto en el mismo ampliar la reflexión tras la lectura de la obra «Crítica de una época«[4], de Walther Rathenau, economista alemán, que fue Ministro de la Reconstrucción y asesinado un año después, 1922. Este autor trata sobre los efectos de la incipiente mecanización del sistema productivo, en Europa y particularmente en Alemania, lo que implicó un cambio de hábitos y de vida en el conjunto de la sociedad. Advirtió sobre cómo el hábito de un trabajo incesante y que era forzado de mantener con el fin de que funcionase la industria creó la necesidad del trabajo y para justificarlo se inventaron fines. Ya a comienzos del s. XX observó que la mecanización aumentaba la producción, pero disminuye el empleo. Lo analiza en los albores de esa nueva etapa económica cuyo resultado fue el crecimiento económico, pero al suceder también en otros países de la misma manera y aplicarse en la industria militar, lo que luego fue a más, para mantener una tasa de empleo alta, hizo que años más tarde a sus análisis se produjera un choque de trágicas consecuencias entre naciones, que se habían convertido en lo que él llamó «Estados industriales«. Observó este autor que casi la mitad del trabajo era, ya entonces perjudicial, pero lo hizo, simplemente como reflexión filosófica, sin que se le hiciera demasiado caso, lo mismo que sobre su defensa al pueblo judío en Alemania. Destacó el conflicto que supuso en su época la pérdida de valor y significación de la agricultura respecto a la industria, lo que se convirtió en la causa apenas visibles de otros problemas que crecían sin ser comprendidos en profundidad: nacionalismo germánico, antisemitismo, etc. En la actualidad vivimos otra etapa de transformación que no sabemos digerir ni seguir sus pasos por culpa de mantener esquemas de pensamiento económico y político del pasado y no nos atrevemos a adaptar una nueva mentalidad y aplicar una nueva política económica.
Este pensador alemán comenta que uno de los factores que hizo que la mecanización surgiera en Inglaterra y no en Alemania fue que en el primer país los sindicatos tuvieron como ideal trabajar menos. En Alemania fue al revés, lo que hizo que el primero les tomara la delantera.
Cuando participé en un debate sobre la Ley de Calidad en la enseñanza hice ver que no se puede convertir la escuela en un modelo disciplinario. Dicha ley aludió al esfuerzo de manera permanente y obsesiva. Cierto que hace falta esfuerzo, pero hasta cierto punto. No por hacer más esfuerzo se aprende más. De ser así se estudiaría de pie, o a la pata coja, pues exige mayor esfuerzo. Hace falta el necesario, ni más ni menos. Y es este punto de equilibro el que hace falta para el estudio y para la economía.
Durante la época de los faraones los egipcios conocieron la técnica de la máquina de vapor, pero no la usaron más que como juguetes para los hijos de los faraones, pues tenían mano de obra esclava. En su lógica pensaron que si usaban tales máquinas para el trabajo los esclavos no tendrían que trabajar. Lo mismo con los sudista de Norteamérica, mantuvieron una economía basada en el trabajo pues contaron con los negros esclavizados como mano de obra. O como me comenta Santiago Rodríguez, la civilización Inca no evolucionó porque no usaron la rueda excepto para las ceremonias religiosas, lo que implica que la conocieron, pero no la usaron para dar trabajo a sus esclavos que se dedicaban a portar piedras y demás objetos. En el mismo sentido Rosa Pérez de Asís me aportó el dato sobre el retraso del uso del arado en las sociedades agrarias, pues se usó inicialmente en rituales de fertilidad de la tierra, pero no se empleó hasta muchísimo tiempo después debido a que se consideró que de usarlo los habitantes dejarían de esforzarse y de trabajar. Es decir el trabajo fuera de lo que es necesario puede ser contraproducente. Al contrario de lo que se cree, el hundimiento de la economía puede suceder por culpa de la obsesión de los gobiernos y de los partidos, sindicatos y economistas en general, con el pleno empleo. Se insiste una y otra vez en hacer políticas fiscales que apoyen la creación de empleo y fracasan una vez y otra ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que alguna vez el desencanto y la frustración social desencadene una ola de violencia con la excusa que sea?
¿Cómo funciona el mercado financiera dentro del cambio que ha sufrido la economía en general, tanto por el desarrollo de la tecnología, como por la dimensión del dinero que diariamente se mueve? La creación de riqueza, impulsada desde el mundo de las finanzas, ha producido también una transformación en éste, y para nada se tiene en cuenta.
Muchas empresas mantienen su producción con un margen de beneficios muy mermados, pero necesitan mantener su productividad para que siga cotizando como negocio en la Bolsa, de cuya valoración obtienen grandes beneficios negociando con los capitales de los accionistas. Hay empresas que han llegado a falsificar sus resultados de venta de mercancía, para mantener y aumentar el valor de su cotización en Bolsa, que es por donde han recibido los beneficios.
En teoría la compra y venta de valores sucede en la Bolsa para lograr beneficios, dentro de unos riesgos que pueden hacer sufrir pérdidas. Sin embargo esta dinámica se ha transformado, de manera que los beneficios que se obtienen al invertir una parte del capital disponible de una empresa junto al de otras tienen tanto peso que determinan el mercado de valores, de manera que es la obtención de beneficios en sí lo que determina la compra y la venta de valores. Sobre todo desde que se opera con la suma de capitales de varios fondos empresariales. Es decir no se tienen beneficios por comprar o vender determinados valores, sino que el hecho comprarlos o venderlo influye en los beneficios, es decir el beneficio se reproduce a sí mismo. Es lo que hemos llamado en la obra anterior el pluscapital. De esta manera se ha pasado de un mercado de valores a una estrategia de valores. La cuantía de los capitales invertidos prefijan el resultado y condicionan el mercado de valores ¿Lo trucan? Hasta cierto punto. Se trata de una nueva realidad que no depende del mercado de capitales, sino de su poder, una de cuyas implicaciones es el control del poder político y mediático de los medios de comunicación, pero este ya es otro tema.
Los gestores del capital son los nuevos dueños del mercado y de las empresas. Negocian con millones de dólares y sus decisiones de compra o venta determinan los aumentos y beneficios de una empresa en el mercado financiero. Con la globalización y la informática se esté presente en cualquier Bolsa del mundo en tiempo real: «el mundo entero es un mercado en el que invertir».
La propiedad real de muchas empresas, su capital, depende de las empresas que gestionan su valor en el mercado de la Bolsa. De esta manera un capital se une a otros a través de las empresas que negocian con ellos. El empresario se ha convertido en un gestor que invierte el dinero y relaciona la economía financiera con la productiva, porque su beneficio está en otro nivel.
El capitalista fue dueño de su capital y de su valor en forma de empresa. Eran empresarios. En la actualidad es dueño de su capital, pero no de su valor, éste lo gestionan empresas financieras, las cuales se han creado desde mediados del s. XX y han ido adquiriendo un protagonismo y una fuerza que establecen el valor de las empresas con sus gestiones. Hay sociólogos que hablan de diversas clases de burguesía, la social, la trabajadora, la comercial, la desempleada, la parasitaria, la empresarial y la financiera.
Los fondos de inversión crean dinero (ya no hace falta que sea en forma de moneda) y no sólo lo cambian de manos. Es un modelo que funciona, pero que se desliga del desarrollo de la sociedad. tal separación de capital y sociedad puede ser el fundamento de una grave crisis en ciernes que, como siempre, será en forma de violencia. Un factor que evita que la riqueza revierta en el conjunto de la sociedad es que su función se potencia para impulsar el crecimiento económico y que éste se convierta en empleo. Como este modelo ya no sirve, si cambia se podrá aprovechar en el bienestar de la sociedad y en el progreso global, dejando que el empleo funcione por sí mismo.
A modo de ejemplo[5] veamos que la mayor gestora de capitales del mundo, Fidelity Investments, gestiona activos por el valor de 1´02 billones de dólares. Este negocio nació en Boston en 1946. Surgió como asesoría de varias empresas que querían invertir su capital, con un patrimonio valorado en 13 millones de dólares. Empezó a actuar en España en 1998. Lo que quiere decir que la economía financiera de masas de capital es un fenómeno reciente, pero de una influencia decisiva. Por poner otro ejemplo, la tercera gestora que actúa en España, Unión Investment, fundada en 1956 gestiona en todo el mundo 730 fondos de inversión por valor de 11o.200 millones de euros.
El capital no se ha internacionalizado, sino que se ha globalizado, con un peso que determina, por sí mismo, el funcionamiento de la economía. Pero no es algo que se haya inventado, ni es una trama de cuatro ricos conspiradores, responde a una construcción social, resultado de la evolución del desarrollo económico. No se puede volar de un plumazo este modelo porque sea injusto o fruto de la sociedad capitalista, pero tampoco dejar que quede al margen del progreso social, pues gracias a éste es por lo que se desarrolla. La economía no funciona por criterios morales, sino por intereses, y es en el interés mutuo, entre quienes crean riqueza y la sociedad, en donde se puede intervenir. Se trata de pasar de la economía aplicada en beneficio de una minoría, a una aplicación de bienestar general y desarrollo global.
Las empresas productoras están en manos de gestoras financieras, y éstas necesitan de aquellas para existir, es decir para materializar sus valores en algo más que cifras, o sea, convertirlas en algo tangible. La materialidad de le economía sucede en el conjunto de la sociedad, con sus trabajadoras y trabajadores, encargados de las tareas domésticas, funcionariado, jóvenes, también la gente en desempleo. Algo que parece obvio económicamente no se tiene en cuenta. La relación fiscal y tributaria que es lo que relaciona la riqueza con la sociedad se mantiene en posturas pretéritas que poco tienen que ver con la situación actual. Ahora bien ese pasado no se puede anular, es necesario mantenerlo, para que siga funcionando la economía, y construir sobre él el futuro. Hay que añadir aquello que es necesario para ajustarse a los cambios sucedidos y que conforman la nueva realidad.
El peso de las empresas que manejan las finanzas tienen tal dimensión en el mercado que alteran con su intervención las cotizaciones. Es decir hasta hace casi una década las empresas dieron valor a las cotizaciones, pero ahora son las cotizaciones las que dan valor a las empresas. Simplemente por la dimensión del capital con el que se opera.
Podemos hablar de la creación de una auténtica industria financiera, en la que se fabrica valor que a la larga es dinero. Pero el propio mantenimiento de este sistema necesita mucho dinero. Suceden paradojas cotidianas como son que a pesar de la crisis que siempre susurra y del encarecimiento de la vida se gasta mucho en consumo de bares, regalos, ropa, fiestas. A la vez, y a pesar de la riqueza existente, un 30% de la población vive en precario y las deudas del consumo crecen. Es el movimiento de gasto lo que permite que funcione una parte de la economía. Pero no lo hace en su plenitud y la deuda de las familias está ajustada a un modelo de empleo cada vez más precario y escaso. A la larga se transformará en conflicto social.
Por otra parte cada año se producen beneficios en todos los bancos y sociedades de valores. Los grandes capitales absorben a los pequeños, pero a su vez este tipo de operaciones, y otras como las maniobras de capitales, en forma de concentraciones y ampliaciones aumentan el volumen del mercado financiero. Las operaciones de la Bolsa ya no esperan a tener una consolidación en la economía productiva, sino que negocian a muy corto plazo, con ganancias y pérdidas rápidas y muy grandes.
El mercado de la Bolsa es un intercambio de acciones. Ocurre que son 25 sociedades las que manejan los títulos, pues son las que están dentro del Consejo que rige su funcionamiento. Sus movimientos de capitales son negocios estratégicos, ya no es sólo una mera especulación económica, aunque se entienda de esta manera y tengamos que conformar una medida desde esta perspectiva. El apalancamiento en Bolsa consiste en que ya no se cogen contratos para que aumente su valor, sino que por el hecho de cogerlos aumenta. Es decir ya no se compran valores, sino precios de esos valores y tales se manejan posteriormente.
No voy a entrar en valorar este modelo financiero, sino comprender cómo funciona para saber cómo gestionar socialmente y de manera global esa riqueza que genera el sistema económico. Lo cual exige un análisis de la realidad sin maximalismos. Como escribiera en su obra «Panfleto contra el Todo», Fernando Savater, «no se necesita la igualdad para acabar con la explotación«[6].
Se tiene la creencia de que los acontecimientos políticos o catástrofes de algún tipo afectan a la Bolsa. Esto fue así cuando funcionó realmente como un mercado de valores. Una crisis en un sector, un sabotaje grave afectaba al sector productivo, lo cual hacía resentirse al negocio financiero. Pasada la década de los ochenta se fue conformando una economía de valores de tipo estratégica, de manera que los acontecimientos los dirige la inversión en Bolsa. Los acontecimientos coinciden con bajadas de los valores, pero no porque éstos sean la causa, sino la excusa, para variar el precio de los valores. De esta manera se justifica la succión de pequeños capitales por parte de los grandes. Es lo que se conoce como «aprovechar la coyuntura».
El mercado de la Bolsa forma los precios de los valores, de acciones, futuros y obligaciones de manera que los marca por su propia cotización, dado el volumen de dinero con el que juega. Los pequeños accionistas entran en un juego de coincidencia con una determinada estrategia, sobre la que se puede hacer un seguimiento cuando se tienen las claves internas de cómo funciona, lo que no quita que haya movimientos fortuitos en un momento determinado para ajustar operaciones, sobre todo cuando se enfrentan parcialmente las grandes operadoras o capitales de empresas cuyo objetivo es aumentar su presencia en el Consejo de toma de decisiones.
Los inversores quieren rentabilidad. La inversión se asegura a medida que se hace a través de gestoras que manejan un amplio capital. Se supone que la base de todo esto consiste en comprar cuando ha bajado un valor y vender cuando tiende a subir y se alcanza así un cierto margen de beneficio. Quien opera con millones de dólares, euros o yen, provoca el alza o la subida del valor en el que cotizan por su sola presencia. Las especulación ya no consiste en comprar barato y vender caro, sino que la compra y venta provoca la subida y bajada de los precios no por la dinámica de mercado sino por la estrategia empresarial.
La fiscalidad en este tipo de economía funciona como si fuera una modalidad de ganancia industrial. Se ha establecido un impuesto sobre los beneficios, por ejemplo la retención de un 25% sobre el rendimiento obtenido por inversiones en títulos de renta fija, lo cual se deduce en el pago de impuestos de sociedades. Se pagan tasas de gastos de negociación, pero todo recae sobre el cliente. Las operadoras se llevan las comisiones, los porcentajes y el beneficio, el cual diversifican en empresas que están dentro de otras empresas, que forman parte del entramado financiero. Se supone que tales ganancias se obtienen a costa de un riesgo en la inversión, pero esto ha cambiado y el riesgo es mínimo, por no decir nulo. Exige una concentración y un seguimiento muy pormenorizado a la evolución diaria del mercado de valores, pero la ganancia está asegurada porque la provocan ellos mismos. Toda esta masa de dinero queda desvinculada del empleo, cada vez más, y por lo tanto de la sociedad.
En los ámbitos bursátiles la subasta de apertura de socios y de cierre se conoce como «robasta» porque los indicadores se marcan con premeditación. Este tipo de maniobras financieras pueden entenderse como robos legales. Lo fue el caso de Terra que salió con un valor 10, pasó a 160 y se desplomó a 2. Cuando los dueños de las acciones mayoritarias vendieron el 49% ellos mismos compraron, para incentivar la compra masiva, subió el valor como la espuma, y luego dejaron de comprar y pasaron a vender rápidamente, en una maniobra calculada para tal fin. Los bancos de negocios tienen colocadores de sus valores, es decir no compran y venden, colocan sus productos financieros estratégicamente. Para tal fin tienen un cuidador que rastrea el funcionamiento de dicha estrategia, lo cual funciona porque las empresas operadoras, aunque oficialmente manejan sobre un 3% de las acciones, en realidad son dueñas de cerca de la mitad de las acciones.
Los pequeños inversores pagan una comisión por cada operación que hacen. Sin embargo los miembros del Consejo que sigue el curso del negocio bursátil no. Cuanto más volumen se pone a funcionar se pagan menos comisiones. Si nos fijamos funciona como una especie de metalenguaje financiero: el negocio del negocio del negocio de manera que se llega a una economía abstracta, pero que se convierte en dinero y éste si afecta en lo concreto a la economía industrial y doméstica. De ahí que tiene que haber un enlace visible y claro entre ambas economías, la abstracta y la concreta, lo cual ya no sucede a través de la inversión y el empleo.
No deja de ser el negocio de la Bolsa un tráfico de capitales, que funciona de manera legal en la sociedad capitalista y que crea riqueza, pero cada vez más desligada de la sociedad. Es por ello que esta nueva economía requiere una nueva fiscalidad. También la sociedad porque del progreso de ésta depende el progreso económico. Cuando se plantea la Renta Básica como una medida económica se hace para que la economía funcione mejor y sirva para el desarrollo social, porque éste permite una mayor eficiencia económica, como históricamente ha sucedido en las economías emergentes. Cuando, a lo largo de la Historia, este beneficio social se ha impedido ha desembocado en violencia. Pasada ésta se acaba asentando la redistribución de la riqueza con una nueva fiscalidad.
Esta forma de funcionamiento ¿es justa? No voy a repreguntar, como haría Platón, sobre ¿y qué es lo Justo? Lo que hay que entender desde la teoría económica es que los mercados, del tipo que sean, no son una idea que se implanta en la realidad, ni la diseñan unos ambiciosos, aunque los haya entre quienes se benefician, pero también entre los que no. Se trata de una construcción que sucede a lo largo de la Historia. Por eso es muy importante tener en cuenta el sentido histórico de la economía. El nuevo mundo financiero es el resultado de su adaptación al progreso tecnológico, a los nuevos medios informáticos y a la compleja organización del mercado cada vez más amplio. Lo que hace falta es que la sociedad se adapte a este nuevo fenómeno, entre otras maneras desde una nueva fiscalidad, lo cual creará nuevas realidades a las que la misma economía se tendrá que readaptar y en eso consiste la evolución social, económica e histórica. A veces lo más utópico es lo que más se ajusta a la realidad y lo más lógico provoca desbarajustes que no tienen arreglo. Suele pasar en momentos de un cambio de paradigma, como ocurre actualmente en la economía.
1 [1]Diario de León, 30-XI-04
2 [2]Diario de León, 24-IX-04
3 [3]Cuaderno renta básica Nº 2. Barcelona, Abril 2002. Edt. Eco-Concert
4 [4]Ediciones Jason. Barcelona, 1911
5 [5]Actualidad económica, 29-IV-04
6 [6]Ediciones Dopesa. Barcelona-1978