Un pasmado: La culpa de todo la tiene Kafka. Sí. No me cabe la menor duda. Resulta que al señor K le apresaron uno señores, con los que convivió durante un proceso ¡implacable!. Al final del mismo le introducen el filo acerado de un cuchillo en los tejidos que atraviesan la epidermis, la dermis, las células grasas, el músculo y el órgano motriz de manera que sucede algo: la sístole y la diástole se fusionan en una quietud. El cuerpo queda quieto, no dice nada. ¡Es un proceso!.
Lo mismo que quienes defienden los derechos humanos con semillas de paz que estallan en explosiones democráticas, acciones humanitarias desde aviones que efectos colaterales dan en el blanco. Para prevenir los incendios se talan los bosques. Muy sabio. Para acabar con los tiranos se abre un proceso a la población a la que se quiere liberar dejando caer el peso acerado desde aparatos voladores que llevan alas y son impulsados por un motor. Desde esos pájaros de metal dejan caer el peso de la libertad que atraviesa el aire, llega a la tierra, se produce un fenómeno en el que las ondas expansivas llevan partículas (se pronuncia deprisa) que atraviesan la epidermis, la dermis, las células grasas, el músculo y el órgano motriz de manera que al final la sístole y la diástole se fusionan en una quietud.
(Habla normal). El señor K lo sabe muy bien porque todos somos K, al menos cuando nos arrastra el tsunami de la información. Nos inundan la conciencia. Hay los buenos y los malos, pero todos somos K, sí, K, K. Y todos ustedes lo pueden ver. No hay más que levantar las faldas a la historia. (Hace que levanta unas faldas imaginarias. Pone cara de sorpresa. Deja de sujetar la “falda”). Oh. Oh. Oooooohhhh. ¡Es enorme!. Asómense y véanlo. (Hace que levanta la falda otra vez y mira). ¡Es enorme! y da lo mismo que sea mujer o varón. (Deja de sujetar la falda). Es una mentira enorme, inimaginable que se nos mete dentro de nosotros, nos empuja y golpea por dentro agitándonos, hasta perder el sentido y (silencio, abre los ojos como platos), y salen mentirositos y mentirositas de debajo de esas faldas, ¡que monada!, maman de su mamá y su papá (hace con las manos la silueta de un “misil”) siempre tan activo. No para. Y ¡claro! nacen, crecen, se reproducen, pero ¡no mueren!, no, porque los mentirositos y las mentirositas quieren, ¡siempre!, ser inmortales, con sus sonrisa de foto, con sus poses de estatua. Se lo ha dicho su mamá. Y su papá también quiere ser ¡historia! ¡levántandose y adentro, levántandose y adentro!. Pero todo es por un sentido humanitario, de amor a la humanidad.
Es la libertad por lo que se desviven, es por los derechos humanos. Y para defenderlos ¡papá sale a volar! y ellos cuentan lo que pasa: lo mismo que al señor K, (habla muy deprisa) una mentira que atraviesan la epidermis, la dermis, las células grasas, el músculo y el órgano motriz de manera que al final la sístole y la diástole se fusionan en una quietud. (Habla despacio). Y una quietud y otra y otra, y otra y otra forman una página de la historia. Los pajaritos de metal podrían llevar granos de trigo para los cuatro mil niños y niñas que mueren de hambre al día. Pero es un proceso, y entonces lanzan el peso del desarrollo para brindar con petróleo con burbujas. La culpa es del señor K, el pobre Kafka sólo dijo la verdad. Y contó la mentira.
¡Qué culpa tiene nadie! de que (habla deprisa) unas centrales esenciales para la vida que mediante un proceso de fisión que hace que la materia se desparrame y (habla más deprisa) que si entra en la epidermis y pasa a la dermis y a las células grasas y a los músculos, al flujo sanguíneo y luego salen unos bultos que acaban relajando la sístole y diástoles hasta que (silencio, con cara de expectativa), hasta que (silencio, abre los ojos como platos) quietecito, todos quietecitos. Y no pasa nada, porque esas partículas se quedan en el agua, en los alimentos y pasan luego (muy deprisa) a la epidermis, dermis y grasa, y a los huesos, y a los nervios y (se para). Se ha producido un fenómeno sin importancia, simplemente (más deprisa) las partículas alfa se quedan en el agua, en los alimentos y luego pasan (muy deprisa) a la epidermis y a la dermis y a la grasa y a los huesos y nervios. Y (se para). (Se pone muy serio).
La culpa la tienen ustedes. Sí, ustedes. Pobre Kafka, echándole las culpas a él. O el pobre señor K, a quien (muy muy deprisa) le introducen el filo acerado de un cuchillo en los tejidos que atraviesan la epidermis, la dermis, las células grasas, el músculo y el órgano motriz de manera que al final la sístole y la diástole se fusionan en una quietud, el cuerpo queda quieto, no dice nada. (Despacio). Le echamos la culpa a él porque no se defiende y ¿cómo se va a defender?, si no le hacen nada malo, sino simplemente (muy deprisa) introducir un filo acerado en los tejidos que atraviesan la epidermis, la dermis, las células grasas, el músculo y el órgano motriz de manera que al final la sístole y la diástole se fusionan en una quietud. ¡Pues bien!, quedó pajarito, sin enterarse, creyendo que era verdad que había que (despacio) introducir un filo acerado en los tejidos que atraviesan la epidermis, la dermis, las células grasas, el músculo (más despacio) y en el órgano motriz para cumplir con el proceso.
El no tiene la culpa, son ustedes, ¡ustedes que respiran!, porque esas partículas de CO2 que echan fuera asesinan el aire, vuelven loco de remate a las temperaturas. Luego echan las culpas al coche y al carbón que no hacen nada. Ustedes se roban el oxígeno unos a otros y se lanzan CO2 venenosos. Y nadie les cobra por ello. Es necesario que esos papeles alargados, de diversos colores (deprisa) sean depositados en las oficinas del motor financiero de la economía, para que vivan los países y todos debemos dejar ese papel (despacio) con la mano que lo coge en otra mano y así sabremos de una vez por todas que respirar no es gratis y por la ley del mercado, de la oferta y la demanda, ahorraríamos respiraciones e invertiríamos en salud. No podemos dejar que los coches queden frustrados en la competitividad del CO2. Y si respiramos menos podemos conducir más. Y hasta podríamos fumar, porque el respirar menos no absorberíamos tanto humo.
Y, según K, ahorramos si quitamos los semáforos de las calles y en cada uno colocamos un parado para conseguir pleno empleo, eso sí (deprisa) con un estipendio ajustado a las necesidades específicas de los procesos de la Bolsa que requieren unos índices de valores al consumo según el producto interior bruto: cultura de la explotación, ¡perdón, perdón!, del esfuerzo. (Despacio). Y las mentirositas y mentirositos dirán que es necesario (muy alegre) para el progreso y la libertad ¡en todo el mundo! Y dejarán caer su peso económico desde lo alto para formar chispas luminosas que veremos en la tele, y los señores y señoras K desaparecerán. Nadie preguntará por ellos y a nosotros nos cogerán unos señores para darnos trabajo, para vendernos un número de teléfono que compraremos con un número de tarjeta y rellenaremos un número de papeles infinito.
Al final nos introducirán el filo acerado de un cuchillo en los tejidos que atraviesan la epidermis, la dermis, las células grasas, el músculo y el órgano motriz de manera que al final la sístole y la diástole se fusionarán en una quietud. (Voz elocuente y poética). Y nacerán amapolas de los campos que veremos en la televisión y los pájaros con sus trinos, con sus canon a pagar los escucharemos en google al tuitear. (Con voz ordinaria). Y seguiremos mirando por debajo de las faldas a la Historia y veremos algo asombroso, ¡enorme!, que abrazaremos porque nos atrae irrefrenablemente, pues formamos parte de sus entrañas. Es un proceso.