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PERSONAJES:

· Isa, chica de piel negra.

· Fátima, chica con un velo sobre la cabeza.

· Meri, con acento suramericano.

· Flor, chica oriental.

· Lola, chica con una flor en el pelo.

· Joe, chico con acento suramericano. (Lleva una botella en la mano)

· Mikol, chico de tez morena.

· Zharó, chico de tez morena.

· Fiji, chico con tez morena clara y rasgos orientales.

· Mateo, de piel blanca y habla castiza (Borracho).

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ESCENARIO

(Un túnel que da a una escalera ancha, la cual sube a un puente metálico. Al otro lado hay unas vías de tren. Luz tenue. Es una noche de invierno).

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ACTO I

Escena primera.

(Isa y Fátima hablan, poco a poco se escucha su voz)

ISA: (De pie, apoyada sobre una pared) Es el único rato que tengo, no paro en todo el día. Haz los deberes, prepara los exámenes, que si los recados, la casa, cuida de las pequeñas, tiende la ropa. Mi madre siempre ocupada, sale de casa a las seis y media de la mañana y vuelve a las ocho, cansada y arrastrada. ¿Dónde está la libertad? ¿Los esclavos fueron más esclavos?

FÁTIMA: (Sentada en el segundo escalón) Todas las personas tenemos nuestro destino.

ISA: ¿Eso quien lo dice?, ¿tu Dios?

FÁTIMA: Alá, a través del profeta, que Alá tenga en su gloria. Sí, lo dicen las escrituras.

ISA: ¡Qué suerte que te lo diga todo!

FÁTIMA: Abre tu alma y escucha. En innombrable habla al corazón de cada ser humano.

ISA: Pues el mío es sordo. Bastante revuelo tengo en mi corazón, no sé si me quiere Joe o no. Dice que sí, pero siempre (imita una voz de chico) “¡ay mi amol…!” y ya sabes. Pero luego, (imita voz de chico) “me tengo que ir, he quedado con los de la pandilla”. Dice que no puedo ser de su mara.

FÁTIMA: ¿Por ser una chica?

ISA: No, porque las chicas de la mara son de todos. Y él me quiere para él solito.

FÁTIMA: Cada mujer cumple un papel.

ISA: ¡Yo quiero elegir el mío!

FÁTIMA: Yo elijo aceptar el que me toca.

ISA: ¿También llevar el velo?

FÁTIMA: Sí. Acá, lejos de nuestro mundo, nos dan a elegir, llevarlo o no. Yo en él (acaricia el veklo que la cubre la cabeza) llevo a mi familia, a mis antepasados, a mi país, mi fe. No dejaré que nadie me lo quite. ¿Tú dejarías que te quitasen tu piel?

ISA: ¡Ni hablar!, es mía, y es lo más grande que tengo. En ella vive mi historia, que no es que sea muy halagüeña, pero es la que es. Y ¿sabes?

FÁTIMA: ¿Qué?

ISA: Tengo en ella el instinto de libertad, por eso sé que quiero algo, algo más, ¡salir de esta situación que me encadena! (Se levanta).

FÁTIMA: Yo también tengo esa sensación. Alá, el misericordioso, nos hace libres, pero nos encadenamos entre las personas, a veces a las palabras. ¡Por eso es el innombrable!, y siempre “Alá, Alá, Alá”. No lo puedes imaginar. Y yo lo llevo dentro.

ISA: Es una costumbre. Es como cuando te preguntan “¿qué tal estás?”. Siempre respondemos “bien”. Pues vale, ¡todos estamos bien!, pues vale.

FÁTIMA: Yo estoy bien, pero no sé. (Silencio). Hay algo que me empuja.

ISA: ¿Ha?

FÁTIMA: Siento el empuje de (silencio) ¡de volar! No sé adónde. Sueño con las alfombras voladoras, con Aladino que me lleve, con el soplo de Alá, a un lugar que fuera como un lienzo en blanco, que hubiera de pintar de colores.

ISA: ¿Qué pintarías?

FÁTIMA: No lo sé. ¿Y tú?

ISA: Tampoco se me ocurre nada. (Ve que viene alguien) ¡Mira!

FÁTIMA: (Mira). Es Meri.

ISA: Sí. Y detrás viene Flor. Dice que su nombre es “Flor de almendro en primavera cuando llueve y las gotas de lluvia caen sobre los pétalos”, ¡y se queja de que acá la llamen solamente “Flor”! (Se ríen las dos) ¿Te imaginas cuando pasan lista en el insti: “Flor de almendro…” (Se ríen)

FÁTIMA: Podrían venir juntas.

ISA: Podrían, sí. Y podría ahora ser de día.

FÁTIMA: Unos, los mirones de siempre, dirían: “que raro” y vete tú a saber qué piensan.

ISA: Que son lesbianas.

FÁTIMA: Y los suyos igual que los míos: no te fíes, no salgas de los que son como tú. A mí me da miedo casi hasta vivir. Sólo puedo confiar en Alá, es grande y lo puede todo. Y en mis padres, pero me atan. Y amo a los míos, pero me atan, sí, me siento atada.

ISA: ¿Por el velo?

FÁTIMA: ¡No!, ¡qué pesada! No sé por qué, ¡me siento atrapada en mi destino y Alá nos hace libres! Quiero llevar el velo, pero ¡quisiera dar la mano a alguien que no sea como yo!

ISA: ¿Estás…?

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Escena segunda.

(Llega Meri, que ha esperado a la entrada a Flor)

MERI: ¡Hola chicas!

FLOR: ¿Qué tal estáis?

ISA y FÁTIMA: Aquí, como siempre.

MERI: Como sigamos así, vamos a formar una pandilla.

ISA: Pandilleras de la noche.

FÁTIMA: Dejad, dejad, es mejor que seamos un grupo de amigas.

FLOR: También de la noche.

MERI: ¿No os parece curioso que las cuatro nos hayamos encontrado en este lugar?, al que cada una vinimos por nuestra cuenta.

ISA: Falta Lola.

FLOR: Ya vendrá.

FÁTIMA: Este rincón tiene su encanto. No sé por qué. A mí me dio miedo, pero necesitaba estar sola… ¡y luego mira!

ISA: Es un lugar oscuro, como muchas cosas del día.

MERI: Es un sitio romántico. (Se sienta. Se oye pasar un tren al otro lado de la escalera)

FLOR: ¿Los habéis avisado?

FÁTIMA: Yo le dije que estaría acá. No sé qué se imaginará, pero le advertí que con unas amigas.

MERI: Va a venir con Mikol. Éste ya lo sabía cuando se lo dije.

ISA: (Se sienta) ¿Y qué vamos a hacer?

MERI: Hablar, como hacemos siempre.

FLOR: Y siempre volvemos.

FÁTIMA: Sí.

ISA: (Se levanta) Ya viene Lola

FLOR: ¡Cómo le gusta que la miren!

MERI: Con su flor en el pelo, parece que anda por la calle diciendo ¡aquí estoy yo!

FÁTIMA: Por eso la lleva.

ISA: ¿Y tú? El velo.

FÁTIMA: Es una costumbre y quiero llevarlo. ¿No lo puedes entender? De pequeña decía que era para que no me tirasen del pelo. Mis padres dijeron que es lo que hay que decir, porque los que no creen en la palabra del Profeta no entiende que lo mandan las escrituras. Pero ahora forma parte de mi vestimenta.

MERI: A mí me gusta enseñar las piernas. Para eso las cuido tanto. Cuando pasen los años será mejor taparlas. Pero mientras tanto (se mueve con cierta presunción).

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Escena tercera.

(Entra Lola)

LOLA: ¡Madre mía!, parecéis unas fugitivas. Aquí no vienen a robar porque no pasa nunca nadie, ¡a estas horas! Y míralas. Han cerrado la estación, pero ¡como no tiene puertas! (Se ríen).

MERI: Nunca las ha tenido.

FÁTIMA: Y siempre ha estado solitario este rincón.

FLOR: Yo si no os hubiera visto no hubiera vuelto. Me da miedo.

ISA: Todas tenemos miedos.

MERI: ¿A qué?

LOLA: A que nos hagan daño. Se teme a muchas cosas, pero siempre es a que nos hagan daño. Te asustas porque crees que te puede pasar algo malo. Cuando no ves nada, alguien que esté escondido te puede hacer daño.

FÁTIMA: Imaginamos siempre que pueda suceder algo que no esperamos.

ISA: Lo tememos.

FLOR: ¿Y el miedo a lo que vemos?, a lo que nos pasa cada día. Si no ¿por qué estamos aquí? (Se sienta)

MERI: Huimos.

LOLA: Siempre estamos huyendo. Que se lo digan a los míos, no sabemos dar un paso sin huir. Y si no hay de qué, nos peleamos entre los nuestros. No hay escapatoria.

ISA: Eso dijeron mis antepasados. Hasta que uno comunicó al resto que sí que la hay. No supo dónde, pero la hubo.

MERI: Al menos la hubo en su cabeza.

FÁTIMA: Así llegaron a este lugar nuestros padres.

LOLA: Huyendo.

ISA: Y buscando una salida. Y nosotras nos encontramos encerradas en su mundo, que no es ni una cosa ni otra, que no nos necesita.

MERI: Si tuvieras dinero sí, para que compres y veas sus anuncios sí que nos quieren, y los programas de la tele.

FLOR: Este lugar es el más (la interrumpe Lola)

LOLA: ¡El más escondido!

FLOR: ¡No!, el más bello. (Se levanta) ¡Mirad! ¿No veis el mar, ahí (señala) un barco velero. Nos viene a buscar. (Las otras que están de pie se acercan para mirar adonde ha señalado con el dedo)

MERI: (Se levanta) Yo veo una pradera llena de caballos.

ISA: ¿Por qué no montamos en ellos? (Las cinco ríen y se alborozan. Hacen que trotan dando vueltas, hasta que se cansan y “bajan” del caballo) ¿No os dais cuenta de que podemos ir adonde queramos?

MERI: ¿Habéis avisado a (le interrumpe Fátima)

FÁTIMA: No sé si vendrán.

LOLA: Yo iré sola, con los de mi raza en mi alma. Allá donde lleguemos habrá un gitano que me quiera y al que yo querer.

FLOR: ¿No sabéis adónde?

MERI: El caso es ir donde nuestra manera de hablar no nos señale, ni diga lo que somos por definición.

FÁTIMA: Ni la de vestir.

ISA: Ni el color de la piel.

LOLA: Eres libre, me dicen en casa, pero. ¡Siempre hay un “pero”. “Pero, pero, pero, pero” (con musicalidad. Da palmas. Las demás canturrean: “pero, pero, pero, pero…” y dan palmas. Lola baila flamenco Isa le acompaña dando zapatazos al suelo e imitándola).

FÁTIMA: Yo no puedo bailar. (Todas se detienen de repente). Tengo que hacerlo según mi pueblo, como lo dictan mis costumbres, como me permite la mi fe en Dios. Y lo quiero cumplir, porque lo he elegido, pero no estar encerrada.

LOLA: Pruébalo. “Pruébalo, pruébalo, pruébalo” (con musicalidad). (Las otras tres dan palmas con ella y cantan “pruébalo, pruébalo pruébalo…”. Fátima se pone a bailar tímidamente, pero cada vez con más desenfreno y furia bailadora. Se cansa y se abrazan unas a otras).

ISA: ¿Ves como has podido?

FÁTIMA: Acá. Sólo en este lugar.

FLOR: Mi abuela no pudo salir de su país, casi ni de su casa. (Silencio. Fátima se sienta en un escalón) Mi padre trajo una cajita de metal muy pequeña, la tuvo como un tesoro. En ella es donde su madre metió los pies para que se quedasen pequeños. Dice que su madre estuvo orgullosa de ello. ¿Os imagináis? Mi madre la llenó de tierra y ahora crecen flores pequeñas. (Silencio) ¡Yo quiero que crezcan en las montañas!

LOLA: Y yo ¡que crezcan en el viento!. ¿Sabéis lo que decía el Lorca ese: “verde viento, verde rama / el barco sobre la mar / y el caballo en la montaña”. Ahora lo entiendo.

FLOR: A mi madre se la llevó una tía suya, dijo que para hacer con ella la revolución, que lo cambió todo!, pero ahora mi madre dice que pusieron esas cajas en la cabeza de las mujeres y de los hombres.

ISA: ¡Pues que se las quiten!

FLOR: No es tan fácil.

MERI: Mi madre dice que tenemos la cabeza llena de monedas. Que aunque nuestros bolsillos estén vacío, la cabeza la tenemos llena de calderilla y de billetes. Soñamos con tener dinero, jugamos a la lotería para tener dinero, trabajamos para ganar dinero, cada paso que necesitas dinero.

FÁTIMA: Por estar aquí no nos cobran.

ISA: Porque no nos han visto, pero hay que pasar la tarjeta, ¿no lo ves?

FÁTIMA: Hasta para soñar hay que pedir permiso.

FLOR: Mis padres trajeron su mundo en esa cajita. Tengo pies sanos y puedo ir adonde quiera, pero sin salirme del tiesto.

MERI: No podemos ir a la luna, aunque tuviéramos un cohete supersónico.

LOLA: “Luna, lunera luna. / La luna me está rondando / con sus luces de quimera”.

MERI: Olé la gracia.

LOLA: Sí podemos traer la luna a nuestros pies. Ahora, ¡ahora estamos caminando por la oscuridad!

FÁTIMA: ¿Caminando?

LOLA: Sí, soñando.

FLOR: ¿No os dais cuenta de que esa cajita guarda las normas, estemos donde estemos. Que nos hacen caminar por ellas. ¿No os dais cuenta? Guardan todas las horas de los relojes del mundo. En ella está nuestro pasado y nuestro futuro.

FÁTIMA: (Se levanta) Yo quiero mi velo, sueño con él, amo con el velo puesto, pero no quiero que me tape los ojos, los del corazón, los de las manos, los de los pies. ¡No quiero que el velo me ate! Si Alá me ha dado el amor fuera del velo ¿por qué no puedo amarlo? ¿Dónde citan las escrituras a quien amar?

MERI: Yo no tengo escrituras, pero tengo los “pero”, los consejos, las advertencias, “lo sabemos muy bien”, “cuando te des cuenta será demasiado tarde”, “no podemos dejar que”.

ISA: ¿Tú también?

MERI: No le gusta bailar y a mí me encanta. Para mí el baile es una religión, al moverme con la música ésta se hace cuerpo porque la llevo dentro. (Da unos pases de samba. Lola le imita. Y Flor. Fátima se levanta también, con timidez. Dejan de moverse al ritmo de una música imaginada, pero que se oye “interiormente”) Es un pandillero dejado de la mano de Dios.

FÁTIMA: Va a ninguna parte, bebe, se pelea, no hace caso de nada, no estudia y se junta con los que le ríen la gracia y luego lo dejarán abandonado como a un perro.

MERI: Lo sé. Quiero ayudarle. Es bueno. Me gusta. Conmigo es especial y me hace sentir única. Y (Fátima la interrumpe)

FÁTIMA: Luego se arrepienten y quieren ser mejor que nadie y ¡a matar por Alá! Pero es que no le han dejado andar por él mismo, y fuera no hay caminos sino para el odio.

MERI: Por eso tenemos que salir. Él quiere ir a la piedra sagrada cuando pueda y dice que entonces se hará sumiso. Por eso no nos podemos casar. Y yo no quiero ser su pastel, sino también su alimento. No puedo ir con chicos de otros mundos. Me llaman traidora, mirad lo que pone ahí (señala una pintada: “puta”) Yo sé quienes la han dibujado.

ISA: Te obligan a ser “eso”. Mi hermana mayor y dos primas ejercen. ¿Y los clientes qué son?, ¿escondites?, ¿machos? Sacan buenas notas, otros tienen trabajo fijo, los hay que lo gastan sin tener con qué comer después. Dicen que nosotras tenemos unos labios buenos para eso.

LOLA: Tanto huir ¿para esto?

FLOR: (Mira a la entrada del túnel) Vienen dos.

MERI: Es Mikol.

FÁTIMA: Y Zaharo.

LOLA: Están parados. ¿A ver si creen que es una trampa?

ISA: Teníamos que haberles dicho lo de nuestro encuentro con ellos.

MERI: Entonces no hubiesen venido. Se pelean, despotrican, creen que son los más importantes del barrio, pero luego no hacen nada.

FÁTIMA: Empezarían a decir “¿para qué?”, “¿qué chorrada?”

FLOR: Todos seguimos la corriente.

ISA: Pero ¿cuándo no hay corriente?

FÁTIMA: Queda el cauce, el cauce seco.

FLOR: Están esperando a los otros, que los han visto. Querrán asegurarse de que no haya problemas.

ISA: (Mira a lo lejos) Sí, es Joe.

FLOR: Y Fuji. (Ríe) Siempre dice que él es un cóctel. Es de sangre mestiza y oriental. ¡Un cóctel!

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Escena cuarta.

(Entran Joe, Mikol, Zaharo y Fuji)

JOE: (A Isa) Creí que habíamos quedado a solas.

ISA: No, no. Este es un sitio muy especial. Y todas queremos lo mismo.

MIKOL: A mí no me gustan los juegos en grupitos. Y menos (mira a Meri) que jueguen conmigo.

FÁTIMA: Nos hemos encontrado por casualidad las cinco desde hace unos meses. Veníamos a pasear, a estar solas y nos hemos hecho amigas, hablamos.

LOLA: Y soñamos juntas.

FUJI: A mí esto me parece raro. Yo he venido con una navaja, por si acaso.

ZAHARO: Yo pensé que (mira a Fátima) ¡por fin!

FÁTIMA: ¡Por fin!, ¡por fin podremos asirnos la mano!, ¡por fin podremos pasear juntos!, sí ¡por fin!

JOE: ¿Qué juego es éste?

MIKOL: ¿Os han dejado salir, así por las buenas, vuestros familias? ¿Me vais a decir que vuestras madres y padres os dejan venir a un sitio acá apartado de noche? ¿Ya me pareció raro. Y una, pero (cuenta señalando con el dedo) ¿cinco? (Mira a los chicos uno por uno) Sobra una.

LOLA: Aquí no sobra nadie.

ZAHARO: Yo. (Habla a Fátima). Creí que habíamos quedado tú y yo.

FÁTIMA: Sí.

ZAHARO: ¿Y esto? (Mira a los demás)

ISA: Hoy para el tren. Dentro de un rato. Sucede una vez al año.

FLOR: Se lo oí decir a mi madre: “Todos los trenes paran una vez en la vida y abren sus puertas”. Es en el que ella vino.

JOE: ¿No nos querréis echar? (Señala una pintada: “Fuera pandilleros del barrio”. En la pared de enfrente está la que pone “puta”).

MERI: ¿No os dais cuenta de que nos echan a nosotras y a vosotros de nuestra propia vida? (A Mikol) Tú y yo no podremos salir juntos, aunque nos dejen de boquilla, pero estamos rodeados de cadenas invisibles.

ISA: Y no tan invisibles. Muchas se ven.

FLOR: Otras no las queremos ver.

JOE: Es una locura.

ISA: La locura o las cadenas.

FUJI: ¿Y adónde va ese tren?

FÁTIMA: No lo sabemos. (Silencio. Los chicos se miran unos a otros)

ZAHARO: ¿No lo sabemos? (Da una carcajada)

MIKOL: ¿Es una broma?

JOE: ¡No tiene sentido!

MERI: ¿Y qué hacemos? ¿Alguno de vosotros tiene trabajo? ¿Qué sentido tiene dejar que los días pasen?

FUJI: ¿Creéis que os van a dejar marchar?

LOLA: No vamos a pedir permiso a nadie.

JOE: (Burlonamente) Llegamos a no se sabe dónde y nos espera un contrato de trabajo, nos dan una casa y todo de puta madre.

FÁTIMA: Por lo menos podremos viajar juntos.

ISA: Podemos inventar otro mundo.

MIKOL: ¡Estáis locas! Meri, deja de hacer el tonto. (Meri mira al suelo, se sienta en un escalón. También Isa, que se coloca a su lado). (Silencio)

ZAHARO: ¿Y si nosotros no vamos os iríais solas?

LOLA: Sí. (Las demás asienten)

FUJI: No tenemos nada que perder. Acá estamos por estar.

MIKOL: Mi padre siempre dice que Dios dirá, pero yo nunca le oigo.

FÁTIMA: Dios habla al corazón. ¡Es a ti a quien te tienes que escuchar! (Mira a Zaharo) Zaharo, no quiero que nuestras miradas se pudran. Quiero sembrarlas y que florezcan. (Zaharo mete las manos en los bolsillos, mira al suelo)

FLOR: Mirad a vuestro alrededor. ¿No veis que quienes se quieren y miman acaban peleándose al cabo de un tiempo?, se separan, repiten un día y otro lo mismo y solo queda sermonear lo que hay que hacer, decir lo mal que va el mundo, y ver la tele, los partidos de fútbol.

JOE: La vida es así. (Da un trago)

ISA: Pero ¡el arte no!

FÁTIMA: ¿Y qué es la vida?, ¿quién dice lo que es?

FLOR: Podemos quedarnos, sí. (A Fuji) Mis padres aceptarán que me case contigo si acabas la carrera. Si no me tendré que buscar un “partido”. Y trabajar en una tienda para ganarme la vida con él. Puedo trabajar en lo que sea para poder vivir. Nunca me dejarán salir con un vago, con un maleante, con un provocador, que es lo que tú eres para ellos.

MERI: Todos nuestros padres se han ido de algún lugar para estar aquí. ¿Por qué nos tenemos que quedar en su Paraíso?

FÁTIMA: Tenemos derecho al nuestro.

ISA: Incluso a inventarlo.

MIKOL: Yo me voy de aquí, esto es absurdo.

MERI: ¿Adónde?

MIKOL: A la cama. Voy a escuchar música en la cama, ¿pasa algo?

MERI: (Se pone en pie) No nada. ¿Y de lo nuestro?

MIKOL: Me dijiste que viniera para estar contigo, ¡no para esta historia!

JOE: (Da un trago largo) A mí me aburren los culebrones. Hay ratos en los que lo pasamos bien. Yo me he apuntado a un curso para arreglar lavadoras. Y los fines de semana puedo repartir pizzas. (A Isa) El sábado hemos quedado en ir a bailar. (Isa le mira y coloca luego la cabeza entre las rodillas tal como está sentada en el escalón. Joe da otro trago)

LOLA: ¡Olé, mis valientes!

MIKOL: (Levanta el brazo con agresividad yendo hacia Lola) ¡A mí tu no me dices lo que tengo qué hacer! (Le sujetan Zaharo, Fuji y Fátima) ¡No me calientes! ¿Quién te crees que eres? ¡Una pringada!

LOLA: ¡Como todos!

MIKOL: (Da una sacudida con el cuerpo, indica que está tranquilo. Le sueltan) No hagáis idioteces. Yo me voy. (Da unos pasos hacia la salida del túnel, al otro lado de la escalera. A su lado lo acompaña Joe)

ZAHARO: ¡Esperad! Nos podemos ir juntos, y éstas que hagan lo que las dé la gana. Pero ya que estamos aquí (silencio). (Mikol y Joe se paran, miran hacia atrás) Podemos hablar (Mira el móvil) Al fin y al cabo, cuando pase el tren y se vayan aquí no pintaremos nada.

FÁTIMA: ¿Y dónde vas a pintar algo?

ISA: Sólo donde pintes. A mí me gustaría pintar el mundo, no sólo mi habitación. (Se pone de pie) Pintaría los ríos, el aire lo llenaría de colores y a la luna colorete y aun la ataría un lazo para que pareciera un regalo.

JOE: (Vuelve despacio sobre sus pasos, con Zaharo) Hubiera traído un spray. Todavía hay muros para hacer pintadas.

LOLA: Todavía hay muros. Y cada vez son más altos.

JOE: Así podemos hacer más pintadas.

ISA: Y cada vez nos encierran más, y más.

ZAHARO: ¿Y el tren atraviesa los muros?

FLOR: Hay túneles, con una entrada y una salida. Como éste.

FUJI: Hoy en clase, cuando nos estaban dando la nota del segundo parcial, una chica se hartó. Una de las que saca buenas notas. Elsa. El profesor la dijo: (voz grave) “Vas a llegar a algo, serás alguien en la vida, no dejes de estudiar con esmero”. Elsa le miró con enfado, no fue odio, no, sino enfado. Como el silencio que precede a la tormenta todos nos callamos. Fue como si su mirada nos hubiera puesto una mano en la boca. El profesor sonreía ufano, iba a seguir diciendo otra nota cuando Elsa grita que “¡genial, maravilloso!” El profesor se asombró de que interrumpiera la clase, una alumna modélica, ejemplar. Pero no quedó ahí la cosa, aquella compañera continuó: “este mundo de pacotilla que nos vendiste es falso, malvado, cruel; no sabes nada y vienes como si fueras el rey del mundo”. ¡Con que desprecio se cargó la mirada del profesor! (Imita la voz parsimoniosa y burocrática del profesor) “Señorita, queda usted expulsada”. No dio opción a que explicase nada. Debimos irnos todos, pero no supimos qué hacer. Tuve miedo y quizá no debiera volver a tenerlo. Cuando se lo conté a mi padre, me dio un tortazo sin venir a cuento, sin dar explicación alguna. Al cabo de un rato, como si quisiera explicar algo, dijo que él y mi madre trabajan mucho. Me di cuenta de que es lo que quieren: que yo también trabaje mucho.

MERI: Si no es por una cosa es por otra, que todo nos ata. Y nos quedamos quietas, pero el mundo se mueve.

LOLA: Y nos está esperando.

JOE: ¿Qué mundo?, ¿el que sale en la tele? ¿El de este barrio?

MIKOL: El de como todos los barrios.

FÁTIMA: Nos bombardean de noticias.

ZAHARO: De bombas. De paro, de más paro, de los que se llevan el dinero de todos para sus bolsillos. Los bancos los echan de sus casas, pero dicen que somos los que hemos venido de fuera quienes queremos quedarnos con su dinero y que ocupamos sus hogares.

FLOR: Y a los que no tenemos con qué vivir, ¡premio! Fuera de casa, fuera del país, fuera de los derechos humanos. Sólo hay sitio para los que pagan. Nos despluman, y las noticias son de los gallitos de pelea.

ISA: Y de quienes llegan a la costa. Y los que no llegan se convierten en cifras. Mi hermana vive en el fondo del mar. Y dos tías y un tío también. Y dos hermanas en el fondo de la mierda, cada noche

FLOR: Para luego vivir en el fondo de esto (Saca un teléfono móvil y lo enseña. Suena. Lo tira)

JOE: (Da unas zancadas para subir varios peldaños) ¡Yo navego! (Se ríe) ¡En un ordenador!

FUJI: “Bajel pirata que llaman”

MIKOL: “Por su bravura el temido”

LOLA: “En todo mar conocido”.

JOE: “Del uno al otro confín”. (Baja adonde están los demás)

FÁTIMA: ¿Por qué no navegar?, fuera de nuestros límites.

FUJI: ¿En qué mar?

ISA: En el tren.

ZAHARO: No sabemos adonde va.

MERI: ¿Qué más da? Juntos podemos inventar un mundo para nosotras, para las personas y no que sea de los números. No quiero que mi patria siga siendo una estadística.

JOE: No nos dejarán salir.

FLOR: Este tren no tiene marcha atrás.

FUJI: Nos buscarán.

LOLA: Pues que nos sigan.

FÁTIMA: De lo contrario seguiremos quejándonos. Escondiéndonos de nosotras mismas. Separando nuestro corazón de nuestra vida. Zaharo, aquí no vamos a poder vivir juntos.

ISA: ¿Qué futuro nos espera?

MERI: Yo sé cantar. Pero sólo hay sitio para las famosas.

JOE: Y quienes las sirven. Mi madre lleva años limpiando suelos, levantando a los ricos que se agarran a sus pensiones y no puede salir de esa noria. No puede cuidar de su mamá, a la que yo atiendo y ¡quiero hacerlo!, pero nos atamos unos a otros ¿hasta cuándo?

MIKOL: Mi padre dice que él es una pieza más de la máquina con la que trabaja colocando piezas.

ZAHARO: ¿Nos seguimos peleando con otros chavales como nosotros?

JOE: Quienes se uniforman sobreviven.

FUJI: El caso es cumplir órdenes.

ISA: Cumplir normas, costumbres.

JOE: (Frente a Isa, hace el saludo militar) ¡A sus órdenes! (Se ríen todos)

(Se oye el sonido de una botella de cristal que se rompe)

FUJI: ¿Que ha sido?

ZAHARO: (Con el dedo índice sobre sus labios dice que callen) Pssssiiii.

(Se oye sonidos de cajas de caen y gritos de alguien que está borracho: ¿Quien está aquí?; ¡ratas, fuera ratas de mi cueva!, ¡largo!)

MIKOL: ¿Quién anda ahí?

(Entra Mateo).

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Escena quinta.

MATEO: ¿Quiénes sois vosotros?

JOE: Estamos hablando.

MATEO: ¡Ya! ¡A mí me la vais a dar! (Se tambalea) Seguro que de botellón. (Se fija en el grupo) Mira estas churris. Ya sé yo lo que hacéis. Así progresa nuestro país. ¡Sois una panda de vagos, de viciosos, de delincuentes. ¡Fuera de aquí!

FÁTIMA: Estamos esperando a que pase el tren.

ZAHARO: ¿Y por qué no se va él?

JOE: No puede ni subir un escalón.

MATEO: Este túnel es mío, ¡mío! Ya os podéis ir marchando. Voy a tener que poner un muro para que no pase nadie. Y quien quiera hacerlo que pague. No tengo porqué aguantar a pordioseros. ¡Inútiles! (Casi se cae al dar un paso)

FUJI: Este lugar es de cualquier persona que quiera pasar.

MATEO: ¡Una mierda!, ¡es mío!

LOLA: ¿Dónde lo pone?

MATEO: ¡Aquí! (Saca una navaja) ¿os enteráis? ¿O hago que respetéis la ley y el orden? He dicho que ¡fuera! (Agita la mano con la navaja y se cae. Joe y Zaharo, con Fátima, se acercan a cogerlo. Logra incorporarse. La navaja queda en el suelo) ¡Me queréis tirar por los suelos! No dejaré que me robéis, empezando por defender este lugar que ¡es mío!, ¡mío! (Da unos pasos, torpes y se agacha para coger la navaja)

JOE: Este lugar es de todas las personas.

MIKOL: Además es un lugar de tránsito.

MATEO: Vuestro también, ¿verdad? ¡Que cara más dura! Llegáis a este barrio y os adueñáis de todo.

FUJI: ¿De todo? ¡Será de nada! No tiene nada, sino miseria.

ISA: No estamos por gusto. Sólo queremos vivir, como nuestras madres y nuestros padres.

FLOR: ¡Como todo el mundo!

MATEO: Encima os quejáis. Vosotros sois emigraaaantes.

FÁTIMA: Yo nací en esta nación. ¡Es mi patria!

LOLA: Mi familia ha recorrido cada pueblo de este país.

MATEO: Me da lo mismo. Os echaría uno a uno ¡a patadas!

ZAHARO: Ya lo hacen y nos las dan cuando llegamos. Y nos las dan en nuestros países y nos tenemos que marchar, para vivir.

MATEO: Para robaaarrr. (Levanta amenazante la navaja)

MERI: Eso no es verdad. Usted ha roto la botella y ha dejado los trozos de cristal tirados. Puede cortarse un niño, puede pinchar la rueda de un coche, no le importa.

MATEO: Me da lo mismo. ¡Hago lo que me da la gana!

FLOR: Pues déjenos en paz.

MATEO: ¿Que os deje en paz?, cuando estáis ocupando mi túnel. ¡Mi túnel!!!

FÁTIMA: Es usted quien lo llena de vómitos.

MATEO: ¿Y esas pintadas quiénes las hacen?

ZAHARO: Quien las haga.

MATEO: Soiiis e-mi-gran-teeeessss. ¡Putas y ladrones! A mí no me engañáis. No, no, no. (Risotada). Servís en las casas, para robar. Os acostáis con los viejos para coger su herencia. Cuidáis de las ancianas para quitarlas sus joyas. Trabajáis y luego queréis derechos sociales, derechos laborales, derechos patrimoniales, que os atiendan en los hospitales sin pagar ni un durooo. Sé vuestra historia. Y con el tiempo seréis terroristas. ¿O creéis que no lo sé? ¡Putas y terroristas!

ISA: ¿Y quién paga por no se capaz de atraer a una hembra, por no sentir ni tan siquiera la dignidad de ser hombre? Nuestros padres han colaborado en levantar esta nación.

MATEO: (Amenaza con la navaja) No me calientes, ¿crees que me vas a chulear? (Mikol y Zaharo se interponen entre Mateo e Isa) No me provoquéis. No sabéis quién soy yo.

FÁTIMA: ¿Usted nació en este barrio?

MATEO: (Sorprendido) ¡Niñaaa! Cuidadito. Yo nací en mi puto pueblo. Allá no queda nadie. Mi madre es de ese pueblo y mi padre de otro de no sé dónde.

FÁTIMA: También emigraron.

MATEO: Ahora tú, niñata, ¿me vas a dar lecciones? (Ríe compulsivamente) Mira guapa, ¿no me estarás llamando hijo de puta? ¡Porque te juro (retrocede el brazo con la navaja) (Fuji y Mikol le agarran el brazo y a él. Lola le quita la navaja)

LOLA: ¡Ya está bien!, que se va a hacer daño. Porque como a mí me toque un pelo ¡no sale vivo de aquí!

MERI: Nosotras nos vamos a marchar, así que quédese tranquilo y con su túnel, ¡todo para usted! Y tráguese la oscuridad.

MATEO: (Le sueltan) No me provoquéis. No me provoquéis. ¡Me cago en la madre que os ha parido! (Zaharo mira a Mateo con inquina) ¿Qué miras?

ZAHARO: A usted. Le podría dar un puñetazo y hacerle tragar sus palabras. (Fátima se agarra a su brazo), dejarle tumbado en el suelo.

MATEO: Y yo te denunciaré a la policía. ¡Por terrorista! Y te mandarán a tu país. ¿Lo sabes? Sois emigrantes, con papeles o sin papeles, me da lo mismo.

ISA: Y usted vino de un pueblo.

MATEO: Eso a ti no te importa.

JOE: Las aves también emigran. Van y vienen de un país a otro.

MATEO: (Ríe artificiosamente) ¡Las aves, las aves!, ya, ya. Luego ocupan los árboles y ponen sus nidos. Y luego nos cagan. Llenan la ciudad de su mierda.

MOKOL: Los que quedan, porque la contaminación ha matado a la mayoría.

MERI: Y los ruidos.

MATEO: Que no quede ni uno. En los campos comen el grano. En la ciudad no paran de dar la lata. (Lola le da la navaja) No me provoques.

LOLA: P’a usted. Para que mate a todos los pájaros del mundo. Y tale los árboles. ¡Y échenos!

FÁTIMA: Ya lo están haciendo los que mandan.

MATEO: ¡A los que votamos!, no se te olvide.

FLOR: Quédese con su túnel, porque nosotras nos vamos.

MATEO: Lejos, muy lejos. ¡Fuera!

ISA: No sabemos adónde.

MATEO: No me engañáis. No. Este tren no para. Nunca ha parado. ¡Ni tan siquiera existe!

FÁTIMA: Sí, una vez al año sí que para. Y abre sus puertas.

MATEO: Ha arrollado a mucha gente. Pero sí, dicen que alguna vez se detiene,¡para llevarse a los borrachos y a los locos! ¡Para llevar la escoria! (Ríe) Iros con los pájaros y no volváis.

MERI: Sí, con los pájaros. Volaremos, porque tenemos alas para soñar. Y ya sabemos que podemos ir a los sueños.

JOE: (Deja su botella en el suelo) Yo me apunto. También quiero volar. (Isa se acerca a él y le ase el brazo, se besan ligeramente)

MATEO: Sois unos cobardes. ¡Siempre huyendo!

ZAHARO: ¿Y usted no huye con cada trago que da?

MATEO: Yo hago lo que quiero.

(Suena el pitido del tren. Se oye como se acerca. La luz del foco de la máquina del mismo se va haciendo cada vez más intensa. Poco a poco irá iluminando el túnel).

ZAHARO: Disfrute de su túnel y de su mundo.

MIKOL: Todo para usted. Yo también quiero soñar y por una vez en mi vida voy a no dejarme llevar. Y le voy a decir una cosa: No soy un emigrante: soy un ser humano. Igual que usted.

MATEO: ¡Cobardes!

(Mikol se abraza a Meri. Fátima estira su brazo hacia Zaharo, que ase su mano)

FLOR: Usted es un valiente. (Se apoya en el brazo de Fuji)

FUJI: Sembraremos árboles y semillas, dedicaremos tiempo a leer, inventaremos nuevas máquinas y nos juntaremos para hablar entre nosotros y no dejaremos que nadie se haga dueño de nuestro mundo. En nuestros sueños nadie manda.

LOLA: Eso lo dice mi madre: “En mi culo y mi zaranda / nadie manda”.

MATEO: ¡Aquí mando yo!

JOE: Pero no allá adonde vamos.

ISA: Puede quedarse con todo y comerlo con patatas. (Mateo gruñe)

FÁTIMA: ¿Sabéis cuando abre las puertas el tren?

MATEO: Alguna vez.

FÁTIMA: Cuando hay personas que abren sus mentes, su corazón, sus manos, sus almas.

MIKOL: Por eso no para casi nunca, porque los corazones están cerrados, las fronteras se cierran con ellos, los mundos se atrincheran unos contra otros y siembran bosques de muros y alambradas. ¡El tren no puede ni parar! (Suena con más intensidad el pitido del tren)

MERI: Las puertas se abrirán. ¡Vamos!

(Los nueve jóvenes suben la escalera. Mateo los mira. Se van. Baja Lola para dejar en el escalón de más abajo la flor que llevó puesta en la cabellera).

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Escena sexta

MATEO: (Se acerca despacio a la flor. La coge. La mira, meditabundo. Deja la navaja en el suelo, donde estaba la flor. Anda con ella pegada al pecho como si la acurrucase) Yo también quiero ser pájaro y huir, y volar, y dejar de naufragar en el vino de cada día. ¡Ay! Con tal de no ver, por no sentir, por alejar la pena, por no estar alegre, con tal de no saber (silencio) (Ríe) ¡Son jóvenes! ¿Y yo? (Da unos pasos en silencio) Quiero volver a mirar lo que me rodea, quiero poder hacer el ridículo con un ramo de flores y una caja de bombones, al menos lo intenté, otra vez. Y pasear mirando las nubes. Quiero conocer más allá de este túnel que me atrapó, que ¡se adueñó de mí! ¡Maldita oscuridad! Pero todas las puertas de mi vida están cerradas. (Suena el pitido del tren de cerrar las puertas) No, todas no. (Amargamente). Pero no me queda tiempo. (Suena el pitido de las puertas) En el tren no cabemos todos. No, no, no he sacado el billete. Los jóvenes creen que se puede todo. No he hecho las maletas. Y tengo que pagar mañana el recibo de la luz. Y tengo que reclamar la cláusula suelo con mi abogado. (Imita a Robert de Niro) “Abogado, necesito a un abogado”. Pero no para vivir. ¡No, para esto no!, ¿adónde habríamos llegado? Pero quién me defenderá de la cláusula suelo. Mi banquero me engañó, pero ¡es un hombre de fiar! Algo es algo ¿no? Y, y. Y. (Mira a su alrededor) Ya es demasiado tarde. (Huele la flor. Suena el pitido de las puertas del tren) Yo no soy un emigrante, yo no soy de pueblo. Yo no soy rico. ¿Qué cojones soy? (Se dirige a la flor) Alguien me lo tendrá que decir. Ahora están los bares cerrados, no puedo huir. No puedo beber. Al menos que se inunde todo y que me dejen en paz. No pasa ningún tren, ¡se lo han inventado! Yo también me iría. ¿Adónde? ¿Qué más da? Pero yo no huyo, ¡no huyo! No soy un emigrante. Vivo en la sociedad del bienestar. Me tienen que operar de cataratas y me pondrán anestesia y lo veré todo mejor. ¡Sí, sí! (Ríe) Pero cuando se vaya el tren esto quedará oscuro y no veré nada. ¿De dónde viene esta luz?, porque no hay tren. Ni puertas, ni mundo. Este túnel no lleva a ninguna parte. Y esas escaleras. Nunca me he atrevido a subir por ellas. No sé por qué vine aquí. Mañana se me habrá pasado, seguro. Pero otra vez estará todo oscuro. Y me quedo solo. Contigo (mira a la flor) mi flor. (Huele los pétalos) No puedo andar. (Se acerca tambaleándose a la escalera. Grita) ¡Esperadme! Yo también quiero ser pájaro.

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Escena séptima

(Baja Lola que tiende la mano hacia Mateo. Éste le da la flor. Ella la coge y le ase del brazo. Bajan los demás para ayudarle a andar. Con pasos torpes Mateo los acompaña. Suben juntos la escalera. Suena el pitido de la puerta del tren. Se oye poner en marcha la máquina, el rodar de los vagones. La luz poco a poco se apaga. Oscuridad y una luz a lo lejos a medida que suena el rodar del tren cada vez con un sonido más piano).

– FIN –

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¡Pandilleras al tren! por Ramiro Pinto Cañón se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Basada en una obra en https://ramiropinto.es/escritos-literarios/teatro/pandilleras-tren/.