PERSONAJES:

– Chico

– Señora

 

(Un chaval entra en un espacio en el que solamente hay una puerta. Pasea y toca la flauta, puede ser otro instrumento musical. Mira a su alrededor en los ratos que deja de tocar. Respira hondo, sonríe. Ve la puerta. La mira con curiosidad. La abre. Cuando va a entrar una señora cruza la puerta hacia él.)

 

SEÑORA: ¿Qué quieres?

 

CHICO: (Se muestra desconcertado, sorprendido). Pasar, por simple curiosidad.

 

SEÑORA: (Mira al chico de arriba abajo). ¿Qué hace usted aquí?.

 

CHICO: Eeeh. Estoy dando un paseo.

 

SEÑORA: ¡Ah!.

 

CHICO: Sí, un paseo.

 

SEÑORA: Un paseo por la vida. (Lo dice burlonamente).

 

CHICO: Un paseo, simplemente.

 

SEÑORA: Pues no. No y no. Para pasar por esta puerta tienes que hacer lo que te mande. ¿Qué te has creído?, ¿que puedes hacer lo que te dé la gana?.

 

CHICO: Sí, porque no hago nada en especial.

 

SEÑORA: ¡Exacto!. Y es que tiene que hacer algo, algo de pro-ve-cho.

 

CHICO: Me gusta leer. Pintar. Me divierto mucho con las matemáticas. Y la música, ¡la música me hace volar!. Y la historia está llena de historias. Algunas yo creo que no se cuentan. (La señora le mira con gesto escéptico). ¿Sabe?. Ayer vi pasar a una chica guapísima. Creo que me miró. No sé quien es, pero no dejan de salirme palabras que ellas mismas se colocan en forma de poesía.

 

SEÑORA: ¡Aaaah!. ¿Y tú quieres pasar por esta puerta?.

 

CHICO: Sí, claro. No veo que ponga en ningún sitio “prohibido pasar”. ¡Tengo curiosidad por saber qué hay detrás de ella!.

 

SEÑORA: Muy bien.

 

CHICO: ¿Sabe?. A mí me encanta mirar por el microscopio y ver cómo son las células del pelo, de las cosas más nimias, de las hojas, del ala de una mosca. Parece que todo está formado por diminutas obras de arte. ¡Y también me encanta mirar a las estrellas!.

 

SEÑORA: ¿Cómo se llaman las constelaciones?.

 

CHICO: ¿Cómo se llaman?. Sé el nombre de dos o tres.

 

SEÑORA: Tienes que saber el nombre de todas. De todas las que yo te diga que tienes que saber.

 

CHICO: Sé el nombre de todos los árboles. A algunos les llamo con el mismo nombre de mis amigos, porque se parecen a ellos, o son robustos, o un poquito retorcidos, o se balancean de un lado a otro. En ese (señala un árbol imaginario), grabé un corazón, esta misma mañana. Le llamo “El árbol del amor”.

 

SEÑORA: ¿Y quieres pasar por esta puerta?.

 

CHICO: Sí.

 

SEÑORA: Pues vas a tener que hacer lo que yo te diga.

 

CHICO: Si quiere no paso. Me da lo mismo. Hay otras puertas.

 

SEÑORA: Pero es que ésta la tienes que pasar o-bli-ga-to-ria-men-te.

 

CHICO: ¿Obligatoriamente?. (Se da la vuelta)

 

SEÑORA: ¡Alto!. (El chico que se para al escuchar el grito de la señora. Se le cae la flauta al suelo. La señora se acerca a él.) ¿Para qué están las puertas?. Para que la gente pase por ellas.

 

CHICO: (De espaldas a la señora). Pero pasaré cuando yo quiera y por la que quiera pasar.

 

SEÑORA: Esta es una puerta especial. ¡Es la puerta del conocimiento!. Y exige preparación, disciplina, esfuerzo. ¡Un programa que cumplir!.

 

CHICO: Pero…

 

SEÑORA: ¡Silencio!. (Le coloca un pañuelo por delante de los ojos).

 

CHICO: ¿Qué hace?. Es injusto.

 

SEÑORA: ¿Injusto?. El símbolo de la justicia es una dama con los ojos tapados, ¿o no lo sabes?.

 

CHICO: No.

 

SEÑORA: ¡Ves cómo hay que estudiar!. (Da la vuelta al chico para situarle cara a cara)

 

CHICO: Pero es que yo quiero vivir.

 

SEÑORA: ¡Vivir!. Sí, y ser poeta y no hacer nada.

 

CHICO: Hago muchas cosas.

 

SEÑORA: ¡Nada de provecho!. En la vida hay muchas puertas por las que tienes que pasar. Y para pasar por ésta tienes que prepararte. No puedes parar, tienes que estar corriendo todo el rato. ¡La vida es así!. Hay que correr y ganar. ¡Venga!. (Empuja al chico. Éste corre, despacio, con miedo). Harás lo que te diga. Tienes que cumplir con la programación que te permita pasar, pasar por la puerta (la señala). Tú mismo querías pasar.

 

CHICO: Ya no la veo.

 

SEÑORA: Da lo mismo. Lo importante es que acabes pasando por ella y que no seas un vago. Te voy a poner unos aros para que aprendas a pasar por ellos. (Va detrás de la puerta, coge un aro, lo coloca a unos metros de distancia de la puerta. El chico no para de correr). ¡Flexiones!. (El chico hace tres y sigue corriendo). Dime las partes de un río.

 

CHICO: ¡No veo ninguno!.

 

SEÑORA: Muy gracioso. Da lo mismo. ¡Tienes que saber las parte de un río, no hace falta que lo veas!. Tienes que pasar por la puerta, ¡no soñar!.

 

CHICO: ¿No?.

 

SEÑORA: No. Copia cien veces la palabra río. ¿Ves cómo es divertido?. Yo me río, tú te ríes, él se ríe. Di el presente del verbo reír.

 

CHICO: Yo río, tú ríes, él ríe. Nosotros reímos, vosotros reís, ellos ríen.

 

SEÑORA: Muy bien. ¿No te ríes?. ¡Ya puedes pasar por el aro!. (Le lleva hasta él y le ayuda a que lo atraviese). ¿Qué es la clorofila?, describe la fotosíntesis. Y las partes de una célula.

 

CHICO: ¿Y el aroma de las flores?, ¿y el sonido del bosque?.

 

SEÑORA: Tienes que pasar la puerta o se cerrará. ¡Uno, dos, uno, dos, uno, dos!. (El chico sigue corriendo). Si se cierra la puerta te quedarás solo y sin nada. Si pasas sabrás convertir el bosque en dinero. Y el sonido de tu flauta será dinero. Por eso tienes que prepararte, ¡contestar a mis preguntas!. Y dejar los sueños a un lado. (Se queda pensativa, mientras que el chico corre cansado). También los sueños pueden ser dinero. Pero hay que pasar la puerta. ¡El arco del triunfo que atraviesa la historia!. (El chico cae exhausto, se queda de rodillas ante la señora). ¿Sabes el nombre de los planeta del sistema solar?.

 

CHICO: Sí.

 

SEÑORA: ¿Y los poetas románticos?.

 

CHICO: Sí.

 

SEÑORA: ¿Los escritores realistas?, ¿los presocráticos?, ¿las leyes de Mendel?, ¿resolver el binomio de Newton?.

 

CHICO: ¡Sí, sí, sí!. Lo juro.

 

SEÑORA: ¿Has aprendido qué es el estilo Gótico?, ¿que pasó en la Ilustración?. ¿Y en la revolución francesa?.

 

CHICO: Sí, sí, sí. No he dejado de correr ni un minuto.

 

SEÑORA: Muy bien. (Le quita el pañuelo de los ojos. El chico se levanta, despacio). Te concedo este diploma. (Le da un papel enrollado con una cinta, que saca de un bolsillo de su traje).

 

CHICO: (Coge el diploma). Gracias. ¿Me puedo ir?.

 

SEÑORA: No puedes dejar de correr. Yo tampoco. (Los dos corren, uno al lado del otro). Ya puedes pasar la puerta. (El chico va hacia el lado contrario de la misma). ¿Adónde vas?.

 

CHICO: ¿Adónde voy?. No me has enseñado a saber a dónde quiero ir. (Se asoma a la puerta). Más allá de la puerta hay otra, y luego otra. Y sin parar habré de ir de un lado a otro, siempre deprisa. Lo veo. (Deja de mirar desde la puerta).

 

SEÑORA: Y luego tú tienes que enseñar a otros a pasar por la puerta. ¿Tienes miedo?. Yo soy tu puerta. ¿No te has dado cuenta?. Y tú lo serás también.

 

CHICO: (Respira con fuerza. La puerta está abierta, pero llama golpeándola con los nudillos). No hay nadie.

 

SEÑORA: Sí, están todos. Sucede que para pasar hay que taparse los oídos.

 

CHICO: ¿Y saber lo que es un pentagrama?.

 

SEÑORA: Claro. Silencio, quien hace las preguntas soy yo. Tú solamente cuando pases la puerta.

 

CHICO: Sordo y ciego. Y sin pararme a tocar la flauta (la coge del suelo), sin esperar que el aire haga llegar sus notas, ¡su sonido!, al nido de un corazón que salte, que mire y sea capaz de bailar entre mis manos.

 

SEÑORA: Ya no puedes volver a atrás, la puerta está abierta y tienes que pasar por ella.

 

CHICO: ¿Y el examen?. (Fuerza una sonrisa).

 

SEÑORA: Claro. Si lo apruebas pasarás deprisa. Si lo suspendes pasarás, nada más.

 

CHICO: (Deja de sonreír). Ah.

 

SEÑORA: ¿Dos por dos?. (El chico queda en silencio). ¿Dos por dos?. Tienes que responder.

 

CHICO: Depende.

 

SEÑORA: ¿Depende?.

 

CHICO: Sí. Es mi respuesta.

 

SEÑORA: ¿De qué depende?.

 

CHICO: De la base en qué se haga la cuenta. En base uno no es cuatro.

 

SEÑORA: (Queda pensativa). Cierto. La puerta es tuya. Después el camino que elijas sólo depende de ti. (Le señala con la mano el hueco de la puerta. El chico la atraviesa, pero antes deja la flauta en el suelo. Ella pasa detrás de él. La cierra).